Ruido: uno de los mayores contaminantes de la época moderna y que debe incorporarse en la Evaluación Ambiental Estratégica

De acuerdo con la experiencia internacional, la exposición de la población al ruido no se resuelve únicamente con el control de la emisión del contaminante por las múltiples fuentes que existen (por ejemplo, carreteras, industrias, aeropuertos), sino también, con un adecuado ordenamiento territorial que resguarde la localización de las fuentes emisoras de ruido y la distancia respecto de los receptores.

Desde hace más de 20 años se conmemora el Día Internacional de la Conciencia sobre el Ruido el último miércoles de abril. La efeméride está orientada a sensibilizar a la ciudadanía respecto de que el ruido es un problema ambiental y que tiene impactos en la salud y bienestar de las personas, por lo que es importante prevenirlo en el trabajo, hogar y en todos los espacios cotidianos.

Sonia Reyes, seremi del Medio Ambiente RM

Son las ciudades en donde más ruido ambiental se genera, de múltiples fuentes, siendo la más común el tránsito vehicular, que representa más del 70% de los niveles de ruido presentes en las urbes. A éstas, se agregan las fuentes fijas de ruido como las actividades industriales, comerciales, deportivas y, algo que ha generado molestia en varias ciudades chilenas: los conciertos y espectáculos. Ahora bien, debemos diferenciar el ruido permanente, que persiste gran parte del día y casi todos los días del año, de aquellas fuentes de ruido esporádicas o que se concentran en ciertos días o períodos horarios.  El problema de las grandes ciudades es que conviven muchas fuentes de ruido con una alta densidad de población, la cual es obviamente afectada por ese ruido ambiental.

Junto con afectar la capacidad de concentración, el ruido merma la calidad del sueño, la capacidad auditiva y también nuestra capacidad de comunicación. Con el fin de tener una radiografía de lo que ocurre con este contaminante el Ministerio de Medio Ambiente ha elaborado mapas de ruido en tres áreas metropolitanas: Santiago, Valparaíso-Viña del Mar y Concepción, y en la ciudad de Coronel.   

Estos mapas permiten visualizar los niveles de ruido en la ciudad y conocer los sectores más afectados por este contaminante, con lo cual se pueden generar diagnósticos, simular medidas de control y promover las medidas más eficaces, así como también permite identificar aquellos lugares con bajos niveles de ruido que deben ser protegidos.

De acuerdo con la experiencia internacional, la exposición de la población al ruido no se resuelve únicamente con el control de la emisión del contaminante por las múltiples fuentes que existen (por ejemplo, carreteras, industrias, aeropuertos), sino también, con un adecuado ordenamiento territorial que resguarde la localización de las fuentes emisoras de ruido y la distancia respecto de los receptores.

Por ello, como Seremi del Medio Ambiente RM hemos incorporado este componente en la Evaluación Ambiental Estratégica (EAE) de los planes reguladores comunales e intercomunales. Estos planes deben ser evaluados estratégicamente, con el fin de incorporar criterios ambientales y de sustentabilidad en su diseño, asegurando así una mejor calidad ambiental en las áreas que se construyan a futuro según las normas que establecen.

La Planificación Territorial se convierte así en una medida estructural para el control del impacto del ruido ambiental sobre la población, en la medida en que establece una distribución de los usos del suelo y las infraestructuras que minimiza la exposición de la población a fuentes de ruido poco saludables. Por ejemplo, evitando la generación de urbanizaciones aledañas a aeropuertos, industrias molestas, o autopistas, mediante la adecuada segregación de estas actividades e infraestructuras incompatibles con zonas residenciales, o generando franjas de amortiguación como parques lineales de varios metros de ancho, que mitiguen el impacto sobre la población residente.   

Entre los criterios que se impulsan a través de la Evaluación Ambiental Estratégica, para mitigar la exposición al ruido de la población urbana, se encuentra la restricción de usos de suelo sensibles al ruido como zonas residenciales, escuelas y colegios, hospitales y centros de salud en áreas con altos niveles de ruido.

También es relevante impulsar zonas de bajos niveles de ruido, como la transformación de vías de tránsito vehicular a paseos peatonales y uso exclusivo de bicicletas, así como también limitar la densificación en sectores con altos niveles de ruido.

¿Y en nuestra convivencia diaria, cómo podemos prevenir el riesgo por ruido? Una opción es, por ejemplo, ubicando los equipos ruidosos alejados de los puestos de trabajo, instalando apantallamientos y cerramientos acústicos, utilizando materiales de construcción apropiados al nivel de ruido ambiente, instalando ventanales de doble vidrio, y utilizando cercos vegetales (que absorben los ruidos) entre viviendas o a lo largo de instalaciones más ruidosas. Las normas de construcción deben incorporar también la mitigación de este contaminante para asegurar el bienestar de quienes utilizan los edificios, ya sea para vivir, estudiar o trabajar. Por eso, es importante tomar conciencia de los impactos del ruido, pero también de las acciones que podemos realizar como sociedad para mitigarlos y para disminuir la exposición de la población a este ruidoso contaminante.   

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