Contaminación acústica: la amenaza invisible a la salud de las personas

Según el fonoaudiólogo y docente investigador de la Universidad San Sebastián, Anthony Marcotti, actividades diarias como escuchar música con audífonos, trabajar en una construcción, vivir en una avenida con tráfico vehicular o asistir a un concierto podría traer consigo consecuencias temporales o permanentes a nivel auditivo.

La atmosférica no es la única forma de contaminación que tiene efectos perjudiciales para el planeta y sus habitantes, también existe una que no se ve: la acústica. Esta se refiere a la presencia de ruidos que impliquen efectos significativos sobre el medio ambiente o daño en la salud de las personas.

Cada día estamos expuestos a constantes ambientes sonoros superiores a los límites establecidos: las bocinas de los autos en el tráfico cuando vas de vuelta a casa, el sonido de las construcciones cuando caminas por la calle, asistir a un concierto; todas estas actividades pueden significar un riesgo, aun cuando no se ve.

Ligado a esto, la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) es quién fiscaliza que el ruido de fuentes fijas (construcciones, pubs, discoteques, centros comerciales, instalaciones fabriles, agroindustrias, entre otros) esté dentro de los parámetros permitidos, y desde que comenzó sus funciones en 2013, esta es la temática que la ciudadanía más denuncia: un 48% de las causas son por esta materia, seguido por olores molestos (16%) y emisiones atmosféricas (11%).

Entre las cinco comunas con más denuncias desde 2013 hasta abril de este año, son Antofagasta con 688 denuncias, Santiago con 615, Providencia con 504, Concepción con 489 y La Serena con 379.

Créditos: Superintendencia del Medioambiente.

Y acerca de los procesos sancionatorios asociados a la norma de ruidos por sector económico entre el mismo periodo, los tres con mayor porcentaje corresponden a discotecas/pubs (20,8%), vivienda e inmobiliario (20,2%) y restorán/servicios de comida (10,7%).

Créditos: Superintendencia del Medioambiente.

En la misma línea, Claudia Pastore, jefa de la División de Fiscalización de la SMA, declara que “en total se han cursado multas por 10.513 UTA (equivalentes a $7.800 millones), en algunos casos con paralizaciones”.

El ruido en actividades diarias

El fonoaudiólogo Anthony Marcotti, actualmente docente investigador de la Universidad San Sebastián, explica que existen tres tipos de ruido a los cuales podemos estar expuestos.

– Ruido ocupacional: es al cual estamos expuestos por causa de una situación laboral. “Aquí podríamos identificar, por ejemplo, a las personas que trabajan en la industria, en locales nocturnos, las que están expuestas a ruido de maquinaria, o personas cuyos trabajos también tengan que realizarse en ambientes con altos niveles de tráfico vehicular o de trenes, como los trabajadores del metro o del aeropuerto”.

– Ruido recreacional: es aquel al cual estamos expuestos por actividades de ocio, por ejemplo, escuchar música con audífonos, actividades relacionadas con la vida nocturna (frecuentar tocatas, discoteca, pubs), asistir a un gimnasio con muchas personas con altos niveles de ruido, practicar instrumentos musicales, entre otros.

– Ruido ambiental: este, según el experto, es el menos estudiado de los tres, y el cual corresponde a las condiciones intrínsecas de la ciudad y particularmente el lugar donde una persona vive. Por ejemplo, vivir cerca de una avenida o una calle con mucho tráfico vehicular, cerca del aeropuerto, de un estadio o lugares donde hacen conciertos. Todo esto hace que una persona esté expuesta a altos niveles de ruido de manera permanente.

Consecuencias de las exposiciones al ruido

El fonoaudiólogo explica que además existe una distinción a nivel de exposición que puede ser transitoria o más persistente al ruido, y las cuales tienen diferentes consecuencias a la salud.

Por su parte, las transitorias, como, por ejemplo, el ir a un concierto, una fiesta o un bar, “puede traer consecuencias inmediatas como un cambio transitorio de los umbrales auditivos. Es decir, aunque sea una exposición corta puede producir una pérdida auditiva, la cual va a ser temporal y puede durar entre un par de horas, o en el peor de los casos, una semana. Y esto también vendría acompañado del tinnitus, un zumbido en el oído, que también estaría presente por un par de horas o un par de días, hasta que el oído retome su normal funcionamiento después de esta exposición”.

Por otro lado, si el tiempo de exposición es mayor o los sonidos son de más alta intensidad, las consecuencias en relación con la audición serían las mismas, pero de manera irreversible. En estos casos, el experto explica que esto es acumulativo, “es decir, si yo me vuelvo a exponer o me expongo regularmente, esto podría ir aumentando. Y si lo asociamos todavía a los efectos de la edad sobre la audición, eventualmente podrías terminar con muchos más problemas auditivos de los que tendrías normalmente por el envejecimiento”.

Otros impactos

Pero estos no son los únicos efectos que puede llegar a ocasionar la exposición al ruido. Marcotti comparte sobre la hipoacusia oculta, “que es básicamente tener problemas para escuchar o entender el habla de otras personas cuando hay ruido de fondo”; en donde el problema no es tener menor sensibilidad o una pérdida auditiva, sino que la audición en términos cualitativos no funciona de la misma manera.

Junto con esto, el experto también asocia la exposición al ruido a trastornos metabólicos, “por ejemplo, es un factor de riesgo para padecer diabetes, pero también un factor de riesgo para otras complicaciones de salud, principalmente salud mental, trastornos del sueño, enfermedades cardiovasculares. Las complicaciones de salud mental o el trastorno del sueño, ansiedad, estrés, también podrían ser explicados por una exposición”.

Recomendaciones

Bajo esta problemática, el fonoaudiólogo entrega ciertas recomendaciones, destacando en primer lugar el hecho de que vivimos en una sociedad inmersa en ruido, lo cual es difícil de cambiar. “Las líneas en las cuales podríamos abordar la exposición a ruido, sea de cualquier tipo, laboral, recreacional, pero principalmente la ambiental, tendría que ir según mi opinión en tres líneas principales”:

1) Implementación de políticas públicas, legislación y fiscalización:

“Tenemos el ejemplo de la regulación sobre temas laborales que anda bastante bien en Chile, que no es perfecta, pero funciona bastante bien. Pero extender este tipo de política pública hacia otros tipos de ruido, como por ejemplo el ruido ambiental: una persona que vive cerca de una avenida ruidosa. Es intersectorial el trabajo que se tiene que hacer aquí desde el urbanismo, desde la política sanitaria, entre varias otras. No podemos permitir que las personas, por vivir en algún lugar, tengan que estar expuesta o no a ciertos niveles de ruido. Y la política tiene que ser capaz de fiscalizar esto, no podemos dejar que esto simplemente se deje de fiscalizar”.

2) Promoción y prevención de problemas auditivos por parte de la población:

“Tiene que ver con las conductas que pueden tomar las personas para cuidarse o para prevenir daño por exposición al ruido. Educar a las personas que hay ciertos niveles de ruido que resultan nocivos. Las investigaciones dicen que la mejor edad en la vida de un ser humano para generar este tipo de hábitos es durante los 5, 6, 7 años. Las políticas de promoción y prevención tendrían que apuntar principalmente a esta población para que genere hábitos y que eventualmente en el largo plazo se vayan viendo los beneficios que esto traería, como ha sido con otros temas”.

3) Investigación, desarrollo y capacitación a profesionales de salud sobre temas auditivos:

“Hay hartos fenómenos que todavía nos falta estudiar y también sería como un esfuerzo estatal en potenciar este tipo de investigación, y finalmente apuntar a la transferencia, que esto caiga a los profesionales de la salud, que sepan identificar conductas de riesgo, que sepan identificar estos síntomas y signos que son cada vez más sutiles sobre problemas auditivos que no necesariamente se traducen en una audiometría mala, en una pérdida auditiva, etcétera”.

Labor de la SMA

Claudia Pastore, jefa de la División de Fiscalización de la SMA, comparte que, a nivel de fiscalización dentro de la última década, el mayor problema dentro de este ámbito es que en muchos casos no existe un adecuado ordenamiento territorial, ya que muchas veces se autorizan locales nocturnos en zonas residenciales, y a eso se le suman condiciones constructivas poco adecuadas que no aíslan el ruido.

Por esta razón, explica que “hemos trabajado con distintas municipalidades para que condicionen el funcionamiento de este tipo de locales a que cumplan con la norma de ruido (D.S.38/2011). También se están firmando convenios para capacitar a sus fiscalizadoras/es en la norma, para que puedan medir directamente y enviar los informes de fiscalización a la SMA.

Junto con esto, otra de las medidas que se han adoptado son” el trabajo, por ejemplo, con el rubro de la construcción en donde, a través de entes que los asocian, se han realizado capacitaciones y asistencias al cumplimiento que buscan que el rubro reconozca el ruido como un aspecto ambiental relevante y se tomen medidas preventivas en cada una de las etapas de una construcción.

Concluyendo, la jefa de la División de Fiscalización de la SMA destaca que “el ruido se mide desde los hogares receptores no desde la calle o afuera de los recintos, por eso es crucial que quienes denuncien en nuestro portal web, incluyan su teléfono o mail para que nuestras fiscalizadoras/es puedan contactarlos. Si la denuncia es contra un pub o discoteque, la medición se realiza en horario nocturno”.

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