El estudio publicado en la revista BioScience y liderado por la Dra. Montserrat Vilà de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) de España, contó con co-autores de varios continentes, entre ellos, Aníbal Pauchard, investigador chileno del Instituto de Ecología y Biodiversidad, IEB. En la investigación se establece que la aparición y propagación de diversos patógenos infecciosos humanos capaces de generar pandemias, como el Covid19, son un fenómeno que tiene mucho en común con las invasiones biológicas: se relacionan a menudo con las mismas causas y muestran características similares.
Las especies invasoras son aquellas introducidas por acción humana a una nueva región, éstas se expanden rápidamente, causando importantes impactos medioambientales y socioeconómicos. En Chile, algunas de estas especies invasoras son: el castor, el visón, el jabalí, el conejo, la chaqueta amarilla, la chinita arlequín, entre otros. En vegetación, se encuentran especies como la mimosa (Acacia dealbata), el pino contorta, el aromo, y el cardo negro. En este sentido, las similitudes radican en que tanto una especie invasora como un virus infeccioso aumenta su propagación debido a la globalización, tienen una rápida reproducción y capacidad de dispersión, proliferan en condiciones de degradación ambiental y tienen mayor impacto en comunidades con las que nunca antes estuvieron en contacto.
Al respecto, Aníbal Pauchard, ingeniero forestal y Doctor en Ecología Forestal, comentó que, “en este trabajo ampliamos el concepto de especies invasoras, considerando también a las enfermedades emergentes. Éstas surgen en un lugar específico, tienen una historia evolutiva en el mundo silvestre, pero las toma el ser humano y las expande por diversos lugares. Todo esto tiene impacto en la salud de las personas y se inserta además en el concepto de “Una Salud” o One Health, que busca integrar la salud animal, humana y ambiental en un solo enfoque”.
Cabe destacar que, en vista de los resultados, el equipo científico recomienda un acercamiento integral que tenga en cuenta la salud de seres humanos, animales, plantas y del medioambiente en general, para prevenir futuras pandemias y la propagación de especies invasoras en todo el mundo.
Por su lado, Montserrat Vilà añade que, “la urbanización acelerada en hábitats naturales hace que las especies que viven allí estén en estrecho contacto con las personas, lo cual brinda a los patógenos nuevas oportunidades para cambiar a su hospedador por un ser humano. También permite que las especies invasoras colonicen los hábitats naturales próximos a las áreas urbanas”.
En este contexto, los investigadores de este trabajo concluyen que la diseminación de organismos infecciosos humanos representa, a todas luces, un evento de invasión biológica, tal como es el caso del VIH, Ébola, la gripe, o más recientemente el Sars-cov-2. De hecho, algunas especies invasoras contribuyen por sí mismas a la aparición y transmisión de patógenos. Por ejemplo, los mosquitos invasores son vectores importantes de enfermedades como el dengue y la provocada por el virus del Zika, mientras que muchas mascotas exóticas pueden transmitir salmonelosis, herpes, la rabia o dermatitis.
Debido a lo anterior, los autores también establecen que una colaboración indisciplinar en bioseguridad es necesaria para predecir epidemias e invasiones biológicas. El término “bioseguridad”, según la OMS, hace referencia a un conjunto de normas y medidas para proteger la salud de las personas y el medio ambiente. Además, considera la aplicación sistemática de buenas prácticas y barreras de contención, que garanticen el control de riesgos químicos, físicos y biológicos, la exposición a sustancias químicas peligrosas, microorganismos patógenos, organismos vivos genéticamente modificados y otros.