Covid-19: De zoonosis a pandemia

Las enfermedades zoonóticas no se pueden erradicar, pero sí se pueden tomar ciertas medidas para su prevención, que involucran desde la restricción de áreas silvestres hasta campañas de educación.

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Día a día, humanos y animales de distintas especies se encuentran en permanente contacto, a través de las mascotas, los alimentos de origen animal o la picadura de un insecto. La constante cercanía entre especies favorece la transmisión de enfermedades, conocida como zoonosis. Algunos ejemplos de esto son, fiebre amarilla, zika, dengue, fiebre Q, rabia, triquinosis, ébola, hanta, malaria, chikunguña, influenza, VIH y ahora, SARS-Cov- 2 que produce la enfermedad Covid-19.  

Gran parte de estas enfermedades marcan periodos históricos y producen miles de muertes humanas en todo el mundo, aún con los avances en ciencia y tecnología actuales, los patógenos presentes en los organismos vivos no son posibles de erradicar. “Prácticamente todas las especies vivas tienen o sufren de enfermedades, incluso las bacterias”, comenta Patricio Retamal, académico e investigador de la Facultad de Ciencias Veterinarias y Pecuarias de la Universidad de Chile.

Estos patógenos que circulan frecuentemente entre animales, se contagian de diferentes maneras. Según explica el académico, hay cuatro formas principales de transmisión dentro de la zoonosis.  La más conocida es el contacto directo, ya sea por mascotas o si se trabaja periódicamente con animales. Por otro lado, está la zoonosis transmitida mediante el consumo alimentos, que según Patricio Retamal son los casos más frecuentes y también el tipo de transmisión que provoca un mayor daño a la persona, un ejemplo de ello es la carne mal cocinada o la contaminación cruzada.  

Una tercera forma de zoonosis es por medio de la picadura, mordedura o contacto con artrópodos. “La fiebre amarilla, el dengue, el zika y un montón de otras enfermedades son causadas por estos vectores. Estas se transmiten principalmente entre animales, pero cuando las personas ingresan a una zona silvestre, habitualmente zonas tropicales o subtropicales, pueden ser infectadas. Un ejemplo famoso de este tipo es la peste bubónica, que provocó una epidemia importante en la edad media”, comenta Retamal.

La última forma de zoonosis es a la inversa. Las enfermedades transmitidas entre personas contagian a otras especies. Por ejemplo, el coronavirus actual, lo podríamos clasificar en este último tipo de zoonosis porque se transmite de persona a persona, pero esporádicamente las mascotas también se han visto afectadas por esta enfermedad, principalmente perros y gatos”, indica Retamal.

Cabe destacar que la mayor parte de las veces, cuando una persona se contagia mediante zoonosis, la enfermedad que esta contrae no es transmitible a otras personas.  Es decir, como humanos no somos capaces de transmitir enfermedades zoonóticas a otro humano. Salvo con algunos patógenos que se adaptan perfectamente a la especie humana, por ejemplo, el coronavirus, VIH, el virus influenza, entre otros.

A pesar de que todos los animales están expuestos o son propensos a contraer enfermedades, incluyendo los humanos, la zoonosis se origina principalmente en la fauna silvestre.  Por tanto, el consumo de animales salvajes o exóticos, como ocurre en algunos países, aumenta la probabilidad de contraer una enfermedad zoonótica en comparación a los animales de producción en las industrias.

Yo diría que hay más peligro en comer fauna silvestre que en comer otro tipo de animales. Con los animales de producción tú puedes establecer sus condiciones de vida para evitar contacto con patógenos peligrosos. En cambio, en la fauna silvestre no hay manera de evitar que estos animales contraigan enfermedades. Por ejemplo, si cazas un jabalí tú no sabes qué enfermedades tiene porque vivía en un entorno natural. Lo mismo que los murciélagos, que son reservorios naturales de muchos virus, por lo tanto, si tienes contacto con uno es mucho más riesgoso que tener contacto con una gallina”, explica Patricio Retamal.

SARS-CoV-2

Según un estudio, el SARS-CoV-2 presenta un 96% de similitud genética con el coronavirus del murciélago Rhinolophus affinis y un poco menos con el coronavirus del pangolín malayo, Manis javanica. Este último tendría la capacidad de unirse a células humanas. Por tanto, se estima que un murciélago transmitió el virus a un pangolín y debido a la mutación del virus, este se transmitió a los humanos. El académico de la Universidad de Chile comenta que, “el virus que más se transmite entre especies es porque probablemente tiene mayor capacidad de mutación, y producto de esta mutación es más probable que surjan cepas de alta o baja virulencia”.

Entonces, la mutabilidad de un virus y su agresividad son dos variables independientes, que un virus tenga un alto grado de mutabilidad no significa que sea más dañino. Sin embargo, esa alta de tasa de mutación, puede eventualmente transformarse en una cepa de alta virulencia. Además de la mutabilidad, hay otros factores externos que pueden fomentar la propagación de un agente biológico.  “Por ejemplo, si en un pabellón de 20 mil gallinas se produce una cepa de alta virulencia, la gallina que contraiga la enfermedad morirá, pero como hay tantas y tan cerca, el virus se transmitirá a otro hospedero. En cambio, si pensamos en una población de gaviotas que no viven tan directamente, esa gaviota al contagiarse no podrá volar a reunirse con su grupo y, por tanto, esa cepa de alta virulencia desaparecerá ahí”.

Y agrega con respecto a la pandemia actual, “eso es lo que se intenta con el confinamiento de las personas.  Si eventualmente alguien tiene un coronavirus que muta y se hace muy virulento, al no tener contacto con otras personas, esa cepa de alta virulencia no se propagará. En este sentido, las cepas que más se van a propagar son las que tienen baja virulencia. De hecho, estudios han visto que el coronavirus, ha ido disminuyendo su virulencia en el último tiempo, aparentemente por esta misma situación”. Se puede concluir que finalmente la propagación de un agente biológico no depende solo de la virulencia del virus o de su mutabilidad, sino que también de las condiciones en que vivan los hospederos de ese agente patógeno.

En cuanto al control del Covid-19 por parte del gobierno, el académico reflexiona, sobre la complejidad de la situación provocada por esta zoonosis, sosteniendo que no es posible analizarla desde un solo punto de vista. “En cuanto a la pandemia yo creo que ha habido cosas buenas y cosas malas. Si solamente miráramos el enfoque sanitario diríamos que han cometido muchos errores, porque las restricciones al movimiento de las personas han sido parciales, no se ha fiscalizado bien, y la apertura de algunas comunas ha estado equivocada. Pero hay que pensar también que existe mucha gente que sobrevive con los ingresos diarios, a quienes no puedes decirles que no se muevan de sus casas. Es una perspectiva que también hay que considerar, la perspectiva económica”, comenta Patricio Retamal.

Para el abordaje como país de las enfermedades zoonóticas, el académico hace énfasis en el enfoqueUna salud”, promovido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), que busca el trabajo conjunto entre la sanidad animal y humana. Además, agrega que, en la prevención de las enfermedades zoonóticas, las ciencias sociales también tienen un papel importante, debido al componente cultural del consumo o caza de animales salvajes.

“En África la gente come murciélagos porque es un tema cultural, y la única manera de evitar que ellos tengan acceso o contacto con los patógenos de esas especies, es tratar de convencerlos de que no es bueno consumirlos. Entonces, los cambios culturales requieren necesariamente de un apoyo de especialistas del área social, como antropólogos y sociólogos; no solamente veterinarios ni médicos, sino que se requiere también otras disciplinas importantes, es multidisciplinar”, señala Retamal.

Según los estudios consultados por el investigador, en los últimos 40 años se ha detectado un aumento en el número de patógenos nuevos, por lo que se espera una tendencia similar en los próximos años. A ello, Retamal advierte que es necesario cambiar la manera de relacionarse con el medio ambiente. “Si dejamos de intervenir la fauna y las áreas silvestres, de cazar animales o la comercialización de animales vivos, entonces podríamos evitar que siga aumentando el número de enfermedades emergentes o enfermedades zoonóticas a futuro”.

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