El Día Mundial del Medio Ambiente nos invita a detenernos y reflexionar acerca de todo lo que está ocurriendo en términos sanitarios y económicos en el mundo. El planeta nos está sorprendiendo con una pandemia que ya ha cobrado más de 380.000 vidas, además de un contexto de escasez de agua que pareciera ser una nueva condición con la cual debemos aprender a vivir.
En Chile, para detenernos en la realidad más próxima, se vienen tiempos difíciles. De hecho, se estima que la pobreza aumentará en al menos un 2%. Esto se agudiza además por un contexto de sequía que no da tregua y que ostenta impresionantes records, afectando con más fuerza a los sectores más vulnerables que viven en la ruralidad. A abril de 2020 vemos que desde Antofagasta hasta Punta Arenas hay déficit de precipitaciones en comparación con el promedio histórico (1981-2010). Vemos con preocupación comunas como Temuco y Talca, donde la epidemia está vigente, con casos activos, y en donde las lluvias no alcanzan los mismos niveles del 2019 a la fecha (-68% y -58% respectivamente).
Hoy, un 47% de la población rural no cuenta con abastecimiento de agua potable formal. La correlación entre carencia de agua y pobreza es perfecta. Sabemos que las comunas con más alta estrechez hídrica son también las que muestran mayores porcentajes de vulnerabilidad social.
Mientras las autoridades se ocupan de la pandemia que nos afecta, parece que se nos olvida el terremoto invisible de la sequía que afeta a las zonas más vulnerables. Las organizaciones de la sociedad civil tendremos que ocuparnos de la próxima crisis que nos afectará como país: el desempleo, el hambre y el aumento de la pobreza. Si las autoridades hoy están distribuyendo kits de emergencia, tendremos que desarrollar kits de herramientas, para que los chilenos que hoy tienen menos recursos y han sido afectados por este virus puedan levantarse cuando la tormenta sanitaria pase.
Fundación Amulén tiene como propósito abastecer de agua a comunidades que no cuentan con este recurso básico. Por lo mismo y más que nunca creemos en el agua como la gran herramienta para superar la pobreza ya que no solo entrega dignidad y asegura el consumo humano sino que es una herramienta para realizar actividades de fomento que serán el arma para soportar y superar la pandemia que se nos viene.