Agua: Derechos versus disponibilidad

Aumentar la cantidad de agua dulce no es hacer que llueva más o se acumule más nieve, ya que eso no lo podemos controlar. Generar más agua se logra básicamente de tres maneras: usando menos agua, reutilizando el agua y generando nuevas fuentes, como la desalinización de agua de mar.

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En tiempos en que se discute sobre los derechos de agua, una situación que es producto de la escasez y que no era tal en el momento en que se diseñó este modelo, cabe preguntarse si es prioritario enfocarse solo a la mejor distribución de estos derechos o si, por otra parte, nos podemos enfocar además en aumentar la disponibilidad de agua.

Ivo Radic, director de VIGAflow

El agua dulce siempre ha sido una cantidad muy limitada del total de agua en el planeta, pero producto del crecimiento del consumo y del cambio climático, la escasez se está haciendo más crítica y evidente en muchas partes del planeta. Sin embargo, aun cuando se lograse distribuir mejor el agua, las proyecciones indican que para 2050 el recurso no será suficiente para abastecer el consumo, especialmente en lo que respecta a la agricultura, que es la fuente de alimento para la población y que concentra el 75% del consumo de agua dulce a nivel global.

Por perfecta que la legislación sea, es un dato que el agua dulce no alcanza. Entonces, dado este escenario inevitable, por qué no avanzar más rápido en hacer crecer la disponibilidad de agua dulce, al mismo tiempo que se corrigen situaciones relativas a la normativa, que, si bien ayuda, no es la solución al problema.

Aumentar la cantidad de agua dulce no es hacer que llueva más o se acumule más nieve, ya que eso no lo podemos controlar. Generar más agua se logra básicamente de tres maneras: usando menos agua, reutilizando el agua y generando nuevas fuentes, como la desalinización de agua de mar. La primera se logra principalmente con mayor educación y tarifas por bloque o tramo de consumo que fomenten el ahorro, la segunda y la tercera requieren de regulación, políticas públicas y de conocimientos técnicos de tratamiento de agua para hacerlo de manera segura, económica y ambientalmente amigable.

En Chile estamos bastante débiles en lo que tiene que ver con educación sobre el agua y es un trabajo de largo plazo que en mi opinión aún no comienza. El modelo de tarificación en general no fomenta el ahorro y es algo que se debe abordar lo antes posible. En relación con el reúso del agua, si bien hay avances principalmente a nivel de privados en algunas industrias, faltan los incentivos, políticas públicas y regulación para que se haga de manera masiva, tanto a nivel de industrias, como de sanitarias y al interior de los hogares (lo que sería el reúso de aguas grises).

La desalinización o desalación a gran escala, tiene a Chile como líder en la región, pero está limitado a inversiones del sector minero y tres iniciativas para agua potable. Últimamente surgen algunas opciones multipropósito que tendrían variados tipos de usuarios, desde minería y sanitarias hasta agua para riego agrícola, pero siguen siendo proyectos muy grandes y por ende complejos y largos de implementar. Hay en el país instaladas una cantidad que estimo en torno a 50 de plantas desaladoras pequeñas (lo que se entiende de menos de 50 l/s), pero estas no significan un aporte relevante de agua para ninguna actividad. Si se fomentara realmente el reúso y la desalación de agua de mar a pequeña y mediana escala, tendríamos más agua disponible, para cualquier actividad que la requiera y sería siempre más sustentable que seguir reduciendo o extinguiendo las fuentes de agua dulce naturales como ríos y aguas subterráneas.

Un fomento del reúso y desalación con incentivos, con regulación y bien planificado, podría significar contar con agua suficiente y en algunos casos hasta en exceso, si las condiciones climáticas se normalizan o cambian. En tal caso tendríamos la posibilidad de elegir la fuente de agua para lograr una combinación que equilibre el suministro, con el costo y el cuidado del medioambiente, pensando incluso en reponer las reservas naturales de agua.

En Chile contamos con las capacidades tecnológicas para diseñar, construir y mantener, con los mejores estándares existentes, sistemas de reúso y de desalación, a cualquier escala, que ayuden a generar más disponibilidad de agua, contribuyendo efectivamente a resolver el problema de hoy y del futuro. ¿Por qué no incluirlo también en la discusión y abocarnos a ello con mayor decisión?

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