Investigación alerta que exportadores de abejorro europeo incumplen las leyes internacionales que ponen en riesgo la biodiversidad y salud ambiental

Estudios científicos han demostrado que la introducción o migración transfronteriza de abejorros comerciales en países como Japón, Australia, Suecia, Israel, Chile y Argentina, ha generado múltiples efectos negativos sobre las abejas nativas, por lo que se ha evidenciado que hay incumplimiento de las regulaciones snaitarias internacionales.

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Un artículo publicado en la revista científica Sustainability, en el que participan las investigadoras Cecilia Smith-Ramírez y Adriana Rendón-Funes, del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) investiga el incumplimiento de la Unión Europea e Israel de varios artículos con carácter de ley internacional de la Organización Mundial de Comercio (OMC) al exportar a muchos países del mundo, entre ellos Chile, el abejorro europeo. Esta especie, Bombus terrestris, es una plaga dispersora de patógenos. Además, hoy esta especie es importada con la venia del Servicio Agrícola Ganadero (SAG) para la polinización de agrocultivos como el tomate y el arándano. 

La crianza de abejorros es llevada a cabo a nivel mundial por empresas internacionales, y su comercio es regulado a través de acuerdos establecidos por la Organización Mundial del Comercio (OMC). Sin embargo, mediante estudios científicos se ha demostrado que la introducción o migración transfronteriza de abejorros comerciales en países como Japón, Australia, Suecia, Israel, Chile y Argentina, ha generado múltiples efectos negativos sobre las abejas nativas, cuestionando si los países exportadores cumplen con algunas de las regulaciones sanitarias internacionales establecidas por la OMC. 

Las científicas del IEB junto a un equipo de investigadores, analizaron las normas comerciales y sanitarias de la OMC, en el contexto del comercio internacional de abejorros desde la Unión Europea (UE) e Israel, con especial atención a las exportaciones de abejorros a Chile, y sus efectos colaterales en Argentina. 

Investigación 

Los estudios demuestran que los exportadores de abejorros incumplen con los acuerdos internacionales de comercio de la OMC en, al menos dos aspectos: la calidad de los abejorros comercializados difiere de la calidad declarada en sus certificaciones, y los países que venden los abejorros, violan los acuerdos sanitarios produciendo efectos negativos sobre los insectos polinizadores nativos y una cascada de impactos adversos que afectan al ambiente y la agricultura. 

“Desde un principio habían indicios de delito, pensé que lo cometían las empresas importadoras, después nos percatamos de que además eran los países exportadores, y como esos países eran parte de UE, era la UE finalmente la responsable. Este  problema tiene una dimensión política,  social y de responsabilidad empresarial en algo que nosotros le dábamos importancia sólo a nivel biológico,  ecosistémico y de conservación”, señaló Cecilia Smith-Ramírez. 

¿Cuál es el atractivo de este abejorro europeo? 

En los años 80, se buscó una especie que polinizara de forma eficiente flores de especies de interés agroindustrial (tomate, arándano, kiwi, berenjena, entre otras), la abeja melífera no es una buena polinizadora para algunas plantas, pero sí lo es el abejorro europeo, por lo tanto comenzaron a criarlo generando su industria.

Rendón, señala que en este accionar persiste un vestigio de la colonización al proponer desde Europa la importación del abejorro como solución en Sudamérica. “La decisión de importarlo se toma con un desconocimiento y desvalorización de la riqueza y biodiversidad de los polinizadores nativos en Chile (o Sudamérica) que ya cumplen esa función en sistemas agrícolas en equilibrio con los ecosistemas naturales. Nuevamente, presenciamos efectos adversos por seguir la influencia europea”, comentó. 

Alerta científica

Rendón destaca los análisis de riesgo y pruebas para detectar los patógenos en abejorros, test realizados por el SAG dentro de Chile. En estas pruebas el SAG ha podido confirmar en sus propios laboratorios que los abejorros que venían con certificados emitidos por la UE que decían que estaban libres de patógenos, si los tenían. Es decir, que los análisis realizados en Europa no estaban bien ejecutados. Antes del 2020, el SAG creía en los documentos de la UE sin cuestionar su veracidad. 

Solo el alerta de los y las científicas le llevó a cuestionar los informes de la UE. Sin embargo, ambas investigadoras critican que es una acción tardía, y realizada sólo tras la presión de científicas y científicos, pese a que ya existía sobrada evidencia de la expansión de patógenos e invasión del abejorro europeo a nivel mundial, incluso existía esa evidencia desde antes que el SAG otorgara permisos masivos para su ingreso al país. 

“Creemos que es importante que se admita internacionalmente el daño que ha hecho el importar Bombus terrestris a Sudamérica, para luego pasar a la acción, el control de esta especie y la restauración ecológica de ecosistemas dañados. Esto con el involucramiento y financiación por parte de las empresas vinculadas. Nuestro artículo es la primera denuncia que conecta toda esta evidencia, pero la información sobre cuánto se comercializaba y la invasión de B. terrestris ya existía anteriormente”, destacó la científica. 

Situación actual

Anualmente se siguen importando B. terrestris a Chile. Desde 1997 a 2020 han sido 1.633.011 colonias y reinas de abejorros inseminadas. “Aquí hay varias responsabilidades: internacionales, del exportador, del gobierno de Chile, los productores y el consumidor. Si nosotros decidimos dejar de alimentarnos de tomates en el invierno, podríamos ir avanzando en bajar la sobreproducción del cultivo de tomates en el Valle de Azapa. En este valle desapareció el abejorro nativo Bombus funebris por esta actividad agrícola. En este sentido, Chile debe ponerse al día, ya que actualmente existen mercados internacionales solicitando que nuestro país comience a certificar sus productos en relación al cuidado de abejas nativas”, puntualizó Smith.

“En Chile el sistema asume muchas externalidades ambientales por la producción e importación de productos, evidenciando una política extractivista. Este es un llamado a la reflexión de la política global sobre qué se valora y prioriza, y la sostenibilidad de estos deseos”, destacó Rendón. Además, enfatizan que esto representa una oportunidad para los agricultores, para decidir qué tipos de polinizadores quieren, “nosotras estamos en contacto con ellos, pero les hace falta tecnología para integrar a las abejas y otras especies nativas polinizadoras como dípteros y coleópteros nativos dentro de sus cultivos sin arriesgar su producción”, precisó. 

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