COP28: ¿Crónica de un fracaso anunciado?

Mientras algunos sectores celebran la inclusión de ‘combustibles fósiles’ en la decisión después de 20 años, nosotros nos preguntamos cuántas conferencias más tendremos que esperar para realmente contar con un llamado explícito a las partes a una eliminación completa (‘phase out’) de los combustibles fósiles y sus subsidios. El mundo los está observando y las personas, sobre todo de los países en desarrollo, no podemos esperar más.

Sultán Al Jaber

Como cada año, los países se reunieron para acordar las medidas que tomarán para hacer frente a una de las mayores amenazas que ha enfrentado la humanidad: la crisis climática.

Gabriela Herrera

A pesar de las dudas bien fundadas que traía el hecho que el país anfitrión es eminentemente petrolero, o que el presidente de la COP28, Sultán Al Jaber, fuese también CEO de la petrolera estatal más grande de Emiratos Arabes Unidos; había cierta “esperanza” de que podríamos alcanzar la ambición necesaria que demanda el desafío.

Con los efectos del cambio climático golpeando la puerta y causando estragos a lo largo del mundo, especialmente en los países en desarrollo ¿cómo no íbamos a ser capaces de tomar acción?

El proceso cerró con un texto completamente insuficiente, lejos de la ambición climática necesaria y que nos pone más de una década atrás de las urgencias actuales.

Mientras algunos sectores celebran la inclusión de ‘combustibles fósiles’ en la decisión después de 20 años, nosotros nos preguntamos cuántas conferencias más tendremos que esperar para realmente contar con un llamado explícito a las partes a una eliminación completa (‘phase out’) de los combustibles fósiles y sus subsidios. El mundo los está observando y las personas, sobre todo de los países en desarrollo, no podemos esperar más.

Esta decisión no es más que otra muestra de la profunda ineficiencia en la que se han convertido estas, cada vez más, multitudinarias conferencias. El proceso está lejos de dar los resultados esperados ni avanza a la velocidad requerida. Tanto la falta de voluntad política para llegar acuerdos como también las estrategias para dilatar debates y cerrarlos a último minuto, son una muestra clara de que vamos por mal camino. Y no estamos pensando cómo remediarlo.

Es urgente reformar cómo el multilateralismo enfrenta la problemática de la crisis climática. Las COPs se han convertido más en una justificación para realizar rimbombantes eventos que como una instancia para consolidar acuerdos ambiciosos que respondan a la urgencia climática. No nos queda tiempo.

De acuerdo a lo señalado por el IPCC en su Sexto Informe, los planes para mitigar las emisiones de los Estados nos estarían llevando muy por encima de los 2°C y alejándonos del límite del 1.5°C que la ciencia ha recomendado. Si bien la decisión lo reafirma, al mismo tiempo consolida al gas, la energía nuclear o las tecnologías que sólo perpetúan el modelo actual (como la captura de carbono) como necesarios para la transición, manteniendo el camino de consolidación de los combustibles fósiles. 

Javier Sepúlveda

La falta de una gobernanza eficiente junto a liderazgos que responden a intereses ajenos a los climáticos, no es algo único de ellas, sino es más bien un síntoma de la disfuncionalidad del sistema internacional. Los marcos internacionales adolecen de representatividad suficiente, sobre todo a ojos de potencias que reclaman mayor protagonismo en la definición de las reglas del juego global. El sistema multilateral no ha podido gestionar todos los bienes públicos junto con hacer frente a desafíos de efectos generales. Basta ver cómo se bloquea el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, y la incapacidad de los Estados de hacerle frente a esta situación para dejar en claro que una reforma es necesaria. 

No se trata de “vetar” países por su vocación extractiva, pero sí exigir que la Parte que albergue la conferencia se comprometa de manera clara y en buena fe con la acción climática, y que sea un actor que vele por los compromisos adquiridos y no por intereses mezquinos.

Hoy no estamos en condiciones de celebrar ninguna decisión “histórica”. Hoy estamos ante un retroceso y una muestra más de que no vamos por buen camino. Y es que, parafraseando a Rita Mae Brown, “la locura es hacer lo mismo una y otra vez y esperar resultados diferentes”. Si queremos lograr avanzar hacia un futuro sostenible para las generaciones presentes y futuras, la gobernanza de la COP debe cambiar y sostenerse en los compromisos ya adquiridos. Porque, más allá de lo que se ha dicho, una dura realidad se hace patente: No lo estamos logrando a tiempo.

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