Como forma de fomentar la conciencia de la importancia de las abejas como especies polinizadoras, las amenazas que enfrentan y los beneficios que han entregado a las personas, plantas y medio ambiente, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), declaró el 20 de mayo como el Día Mundial de las Abejas.
De acuerdo con la FAO, las abejas y otros polinizadores “no solo posibilitan la producción de una abundancia de frutas, frutos secos y semillas, sino también más variedad y mejor calidad, contribuyendo así a la seguridad alimentaria y la nutrición”. De hecho, al menos un 75% de los cultivos de todo el mundo dependen en parte de las especies polinizadoras.
En el mundo habitan más de 200 mil especies de abejas, y en Chile al menos cinco familias de abejas nativas: Andrenidae, Apidae, Halictidae, Colletidae y Megachilidae. A esto también hay que sumar que existen cerca de 500 especies de estos insectos polinizadores. La mayoría son de hábitos solitarios y nidifican en el suelo, siendo la polinización su rol fundamental en los ecosistemas.
Este año la conmemoración del Día Mundial de las Abejas tiene como lema “Celebrando la diversidad de abejas y los sistemas apícolas”. De esta manera, se destaca no solo a la conocida abeja melífera, sino también a la abeja nativa que cumple una labor complementaria y de mejora a la labor que realizan las primeras, especialmente en la producción de frutas.
Así lo explican las investigadoras de la línea de Ecosistemas Agrícolas del Centro de Biotecnología de Sistemas de la Universidad Andrés Bello, Sharon Rodríguez e Isabel Acuña, que actualmente trabajan en esta área. “En el caso de frutales de importancia económica que son polinizados por la abeja melífera —como almendros, cerezos y paltos— las abejas nativas pueden complementar su labor y mejorar la producción”, explica Rodríguez.
La investigadora agrega que “como importantes productores y exportadores de fruta, necesitamos establecer mecanismos de polinización sostenible para afrontar el cambio climático, conservar la biodiversidad y restaurar hábitats para estas abejas y otros polinizadores. Es decir, armonizar producción y conservación”.
Por lo mismo, trabajan en proyectos que apuntan a favorecer condiciones de manejo de huerto y de paisaje agrícola que permitan mantener en ellos a las abejas nativas y contribuyan así a la producción de fruta en condiciones de variabilidad climática y escasez hídrica.
Sobre este punto, Acuña señala que “a mayor diversidad de flora en un paisaje agrícola, mayor es la presencia de abejas. Así, huertos con distintos tipos de cultivo y que forman parte de un paisaje donde se ha mantenido flora nativa en quebradas o cerros cercanos, registran una abundancia más alta de abejas nativas que aquellos paisajes simplificados, como los monocultivos”.
Es en este sentido, se hace fundamental aumentar la presencia de las abejas nativas en los huertos. Para potenciar los servicios de polinización se puede lograr a través de dos vías. La primera es conservar la flora nativa del lugar en forma de remanentes de bosque nativo y quebradas. Otra es establecer bordes florales en los huertos con especies de plantas nativas atractivas para las abejas, donde encuentran refugio físico, alimento (néctar y polen), sitios de cópula y áreas donde construir sus nidos.
En este día, la FAO realizará un evento virtual qué estará disponible en español, con el fin de “hacer conciencia sobre la importancia de la gran variedad de abejas y los sistemas apícolas sostenibles, las amenazas y los retos a los que se enfrentan y su contribución a los medios de vida y los sistemas alimentarios”.