En el marco del Día Internacional de la Conciencia sobre el Ruido, conmemorado el pasado 26 de abril, realizamos un Instagram Live junto a Catalina Aldana, ingeniera de Proyectos en la empresa Decibel, con quien abordamos el tema de los impactos del ruido en la fauna nativa y qué soluciones tecnológicas y de gestión existen para controlar esta contaminación.
En la entrevista, realizada por nuestro director, Waldo Lobos, la ingeniera civil en Sonido y Acústica de Inacap señaló los diversos impactos que tiene la contaminación acústica, producida por humanos, en los animales: «Dependiendo de la especie, el ruido antropogénico puede tener distintos impactos conductuales y fisiológicos. Por ejemplo, cambios en las frecuencia de la vocalización en anfibios; la dificultad para la localización en reptiles; cambios en el éxito de reproducción en aves y en mamíferos; pérdida de audición en aves debido a ruidos de tipo intensivo, como tronaduras y explosiones de la minería», sostuvo.
En la misma línea, agregó que el ruido tiene un mayor impacto significativo en mamíferos marinos, pues en el océano este contaminante avanza cinco veces más rápido que en superficie, lo que evidentemente afecta a los traslados y habitabilidad de las especies.
Aldana también se refirió la guía que publicó el año pasado el Servicio de Evaluación Ambiental sobre este tema, en la cual se detalla una propuesta metodológica para evaluar a las distintas especies taxonómicas presentes en los territorios, definiendo sus áreas de relevancia, habitabilidad, y afectación de la fauna nativa. Sobre este documento, la experta explicó que, a diferencia de criterios anteriores, se tuvieron en cuenta efectos fisiológicos y/o conductuales a consecuencia del ruido, en las diferentes especies, o su homologación de acuerdo al grupo taxonómico al que pertenecen (anfibios, aves, reptiles y mamíferos). «Se establecieron umbrales auditivos para cada grupo de especies. Lo que teníamos anteriormente era un criterio de la EPA (Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos), en que se señalaba que el umbral auditivo era de 85 decibeles para cualquier especie».
Cabe destacar que para la delimitación del Área de Influencia, según la guía del SEA, deberá considerarse el escenario de mayor exposición a ruido, esto es, los períodos de mayor emisión de ruido, incluyendo pulsos únicos y explosiones, y las ubicaciones de fuentes más cercanas a las áreas potencialmente afectadas, lo que debe ser descrito de manera detallada por los encargados de evaluar los proyectos.
En cuanto al trabajo que realiza Decibel, Aldana sostuvo que «lo primero que hacemos es definir los puntos receptores en los cuales podría haber una afectación a fauna, lo cual se realiza con un equipo especializado en biodiversidad. Ahí medimos el ruido de fondo y analizamos el que generará la actividad productiva, considerando, por ejemplo, todas las maquinarias que se utilizarán para la construcción y desarrollo del proyecto. La sumatoria de todo esto nos dará la proyección del ruido que va a existir y definimos las distancias de las posibles afectaciones a la fauna. Por ejemplo, si en X zona se están produciendo 50 decibeles y hay presencia de aves, el ruido les afectará. En ese caso les plantearemos soluciones a la empresa, como el traslado de ciertas maquinarias o la instalación barreras acústicas, que actúan como obstáculo a la propagación del ruido proveniente de las fuentes (…) También, en otros casos, se pide autorización al SEA para la relocalización temporal o permanente de cierta especie para que no se vea afectada por el ruido«.
Revisa la entrevista completa aquí: