Gobiernos adoptan formalmente Tratado de Alta Mar para proteger los océanos

Al menos 60 países, entre ellos Chile, deben firmar y ratificar el tratado para que entre en vigencia. El texto establece la creación de zonas marinas protegidas en aguas internacionales y se abrirá a la firma de los países miembros de las Naciones Unidas, el próximo 20 de septiembre.

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Tras años de debates y negociaciones, países de la ONU adoptaron formalmente el primer Tratado de Alta Mar. Su fin es conservar la vida marina, establecer zonas marinas protegidas en aguas internacionales y frenar las actividades nocivas de dos tercios de los océanos que se encuentran fuera de las jurisdicciones nacionales. El histórico acuerdo fue adoptado por consenso en Nueva York después de que su texto se acordara en marzo de 2023. Ahora los gobiernos deben firmar para la protección de los océanos.

El tratado es una herramienta jurídica para cumplir el objetivo 30×30, acordado por todos los gobiernos en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica a finales de 2022. El texto sienta las bases para el establecimiento de zonas marinas protegidas, y así cumplir la promesa internacional de salvaguardar al menos el 30% de los océanos para el año 2030.

“Hoy no solo Chile celebra la adopción del Tratado de los Océanos, sino que el mundo comparte la satisfacción de este hecho histórico. Los océanos son ecosistemas muy importantes para nuestra existencia porque regulan el clima global y son el hábitat de muchas especies, por lo que es nuestro deber protegerlos”, indicó Chris Thorne, geógrafa y vocera de Greenpeace.

Especies marinas como ballenas, tiburones, tortugas y el atún se mueven libremente entre aguas nacionales y alta mar. El bajo nivel de protección actual deja a las especies y ecosistemas oceánicos expuestos a impactos de la pesca industrial insostenible, el transporte marítimo y otras actividades humanas. En este sentido, el Tratado de Alta Mar proporciona un mecanismo para establecer zonas marinas protegidas en las aguas que quedan fuera del control de los distintos países. 

¿Qué sucede con Chile?

Si bien Chile es reconocido a nivel mundial por el alto porcentaje de superficie marina protegida con el que cuenta, llegando a tener un 42,3% de su Zona Económica Exclusiva (ZEE) bajo alguna figura oficial de protección, aún quedan muchos desafíos pendientes. Estos pueden verse favorecidos con el Tratado de Biodiversidad Más Allá de la Jurisdicción Nacional (o BBNJ, por sus siglas en inglés), en el cual Chile busca convertirse en el país sede para acoger su Secretaría.

«Tenemos especies altamente migratorias, que salen de nuestra zona jurisdiccional para llegar a sus áreas de reproducción y alimentación, como los grandes cetáceos. Estos efectivamente también requieren de áreas de resguardo dentro de la porción de aguas internacionales que son parte de sus rutas migratorias”, explicó Yacqueline Montecinos, coordinadora de Biodiversidad Marina y Políticas Oceánicas de WWF Chile. En esta línea, el tratado es un aporte a la conservación del llamado Corredor Azul del Pacífico, que comprende las rutas migratorias de grandes cetáceos a nivel continental y que requiere esfuerzos multilaterales para una protección concreta.

Por otro lado, la experta señaló que si bien Chile estaría cumpliendo con el porcentaje de protección del 30% de sus océanos, no es suficiente para lograr la protección del 30% de los océanos a nivel global al 2030. Por este motivo, es necesario un tratado como el de BBNJ que establezca figuras de conservación basadas en áreas de manera coordinada en aguas internacionales. Esto para el manejo de recursos pesqueros de importancia global y la protección de las ballenas que tienen un rol ecosistémico esencial y que transitan por todos los océanos del mundo.

Impactos y próximos pasos

Tras su adopción, el tratado queda abierto a la firma de los Estados miembros de la ONU y entrará en vigor cuando lo ratifiquen 60 países.

Además de la creación de Áreas Marinas Protegidas en alta mar, el tratado establece un marco para la evaluación del impacto ambiental en alta mar y llenará los vacíos del actual mosaico de organismos de gestión. El resultado previsto será una mejor cooperación y un menor impacto acumulativo de las actividades en alta mar, como el transporte marítimo, la pesca industrial y la explotación de otros recursos.

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