El desafío de las industrias sustentables para transitar hacia la paridad de género

El aporte que ha ofrecido la formación dual en Alemania ha resultado muy interesante. Al sumar a mujeres al estudio de carreras técnicas, desde muy temprano las empresas que abren sus puertas para formarlas pueden comprobar, en la práctica, que los talentos pueden hallarse en todas las personas, sin importar el género. La mejor prueba de ello se da precisamente en varias generaciones de mujeres ya egresadas de carreras con perfil técnico.

Cuando las empresas privadas y los gobiernos de distintas partes del mundo deciden trabajar de la mano, se consiguen interesantes resultados. Basta con mirar los avances que han tenido varios países que se comprometieron ante la ONU a ser carbono neutrales para 2050. Si bien es una meta ambiciosa, gracias al esfuerzo de las naciones y de las industrias que operan en sus territorios, muchas de ellas están dando pasos agigantados para conseguir ese objetivo.

En Alemania, por ejemplo, se ha fomentado la industria 4.0, que no solo es más eficiente desde el punto de vista energético, sino que también más productiva. Por su parte, en Chile se ha apostado fuertemente por transitar hacia una matriz energética basada en energías renovables variables, que ahora busca integrar el hidrógeno verde como un pilar fundamental. Tales resultados han sido posibles, en parte, por el esfuerzo de sus propios gobiernos, pero también gracias al respaldo que han dado las empresas al alinearse con estos objetivos.

Un escenario como este nos alienta para seguir avanzando en otros temas que permitan que ambos actores puedan generar alianzas, como es el caso de la paridad de género. Según datos entregados a inicios de este año por el programa Energía + Mujer del Gobierno de Chile, la fuerza laboral femenina en este sector llega al 23% y sus sueldos son, en promedio, un 24% menor que los de los hombres. En términos de liderazgo, solo el 18% del total de cargos gerenciales son ocupados por mujeres.

Tales diferencias no son solo locales. A nivel mundial la participación laboral de las mujeres en la industria de las energías limpias se estima en solo el 35%, por lo que este sector sigue manteniendo una brecha importante en términos de paridad de género. En ese sentido, terminar con esa desigualdad es también parte de los objetivos macro, puesto que la transición energética, solo será posible si se atraen a todos los talentos de la industria, independientemente de si son hombres o mujeres.  

En lo inmediato hay propuestas a nivel mundial que pueden servir como guía para trabajar por la inclusión de mujeres en el área. Una de ellas está fomentada por el Clean Energy Ministerial (CEM) y corresponde al Clean Energy Education and Empowerment (C3E).

Esta iniciativa cuenta con cinco grandes focos: fortalecer el reconocimiento y la premiación de organismos que alcanzan objetivos de paridad; trabajar por el levantamiento de datos y evaluación comparativa de datos de género; favorecer el desarrollo de carreras de liderazgo y de mentorías en mujeres; promocionar el diálogo y la comunicación; y por último, adherirse a la campaña “Equalby30” que busca conseguir igualdad de condiciones para liderazgos femeninos y masculinos, sin diferencias de sueldo por género, tanto en empresas privadas como en organismos públicos.

Por otra parte, si pensamos a largo plazo, existe un valioso rol que juegan los organismos educacionales, ya que tienen la tarea de avanzar hacia la eliminación de estereotipos en las industrias que hoy están catalogadas como exclusivas para hombres o bien, únicamente para mujeres.

El aporte que ha ofrecido la formación dual en Alemania ha resultado muy interesante. Al sumar a mujeres al estudio de carreras técnicas, desde muy temprano las empresas que abren sus puertas para formarlas pueden comprobar, en la práctica, que los talentos pueden hallarse en todas las personas, sin importar el género. La mejor prueba de ello se da precisamente en varias generaciones de mujeres ya egresadas de carreras con perfil técnico.

Imitar estas prácticas que apuntan a cambios culturales a través de la educación, contribuyen a preparar el camino para tener buenos modelos de mujeres líderes. Y eso es sin duda un gran desafío que tanto los gobiernos como la industria deben considerar y hacerse cargo, para lograr una mayor paridad de género. 

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