Acorde al Banco Mundial, alrededor de 37 millones de latinoamericanos no tiene acceso al servicio de agua potable. Si se coteja este dato con los del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sobre la desigualdad de género a la hora de asignar la carga para conseguir el recurso, entonces es posible afirmar que más de una decena de millones de mujeres en la región ven reducidas sus horas de formación y trabajo remunerado por esta brecha.
Es decir, de acuerdo con el BID, cuando un hogar latinoamericano no posee las conexiones para el servicio o este se ve interrumpido, en el 72% de los casos será una mujer o una niña la designada para el abastecimiento, lo que termina disminuyendo las posibilidades de desarrollo educativo y profesional de este grupo.
Ante esta realidad, y a propósito de la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, la Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua, (Aladyr), hizo un llamado a las instituciones gubernamentales para incluir la infraestructura de agua potable y saneamiento en las políticas de género y remarcó que las mujeres deben seguir incorporándose en el ámbito de la gestión hídrica porque este sector está “incompleto” sin su participación.
Adicionalmente, los representantes de la asociación subrayaron que, según el Informe Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) Latinoamérica es especialmente vulnerable a los efectos de este fenómeno y que las mujeres serían profundamente perjudicadas por la escasez hídrica que vaticinaron para varios países de la región.
El ODS 6 y la brecha
El Objetivo de Desarrollo Sostenible sobre agua limpia y saneamiento trazado por la Organización de las Naciones Unidos se propone para 2030, lograr el acceso equitativo a servicios de saneamiento e higiene adecuados para todos y poner fin a la defecación al aire libre, prestando especial atención a las necesidades de las mujeres y las niñas y las personas en situaciones vulnerables.
Sin embargo, representantes del BID sostienen que para alcanzar el 100% de la cobertura de agua y saneamiento según los parámetros de los caducos Objetivos de Desarrollo del Milenio, que son menos exigentes que los ODS y no implican tratamiento de efluentes recolectados, se necesitaría triplicar el ritmo actual de inversiones pasando de 7 mil millones al año aproximadamente a 20 mil millones al año durante esta década.
El organismo recomienda el fortalecimiento institucional y es aquí donde desde Aladyr se considera que la incorporación del género femenino a la gobernanza del agua es imprescindible para dar una visión que incorpore la vulnerabilidad de las mujeres y niñas en entornos de escasez.
La representante de Aladyr, Marisol Salamanca, habló sobre la necesidad de que a la ampliación de la infraestructura para la conexión al servicio se añadan la desalinización -tanto de agua de mar como de pozos salobres- y el reúso como fuentes complementarias para robustecer la seguridad hídrica de los países latinoamericanos.
Añadió que a medida que se masifique el uso de las tecnologías de tratamiento de agua y efluentes, así como de desalación, será posible revertir las brechas de acceso y generar sociedades más justas y productivas. “Una sociedad con desigualdad de género es menos productiva y estudios como el de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) dan cuenta de ello al ser enfáticos en una cosa: la reducción de la disparidad de género produce un crecimiento económico más rápido” puntualizó.
Explicó que es preciso evaluar en cada país las condiciones de vulnerabilidad en torno al acceso y administración del agua por parte de las mujeres y grupos menos favorecidos a fin de orientar esfuerzos de gobiernos y asociaciones para solventar esta situación.
“En los congresos internacionales de Aladyr vemos que la mayor cantidad de asistentes, más de un 80%, son hombres. Estos congresos son espacios para el intercambio de conocimientos y experiencias, para aportar soluciones y ofrecer alternativas…es necesario que cada vez participen más mujeres para que las propuestas integren aspectos como la vulnerabilidad del género ante el acceso al agua potable. Este 08 de marzo, más que reconocer el valor y derecho de las mujeres, es preciso que procuremos formas de participar activamente en la toma de decisiones para mejorar las condiciones de millones de mujeres y niñas. En el rubro de la gestión hídrica existen miles de mujeres exitosas con maravillosas iniciativas y proyectos. Mi invitación es a que participen”, dijo Salamanca.
Recalcó que las tecnologías existen y que sus beneficios son múltiples. En el caso particular de la desalación –dijo- su empleo permite garantizar agua potable en regiones que antes resultaba impensable contar con ella y que es vital reorganizar metas y estrategias de gestión hídrica.
Para finalizar invitó a ser empáticos con los sectores más vulnerables. “Un mediodía normal en La Guajira colombiana es de 42 grados centígrados de temperatura. Para esa hora, una mujer o una niña ya habrá ido tres veces a buscar agua en caminatas que pueden prolongarse por kilómetros. Este es solo un ejemplo de muchas realidades en América Latina y no podemos ser indiferentes ante estos padecimientos” reflexionó.