No ha sido fácil el camino recorrido de lo que será la primera norma de olores en nuestro país, y es que desde el año 2013 se ha trabajado en varios frentes, para poner la problemática de los olores como un de las prioridades regulatorias.
En una primera etapa la Estrategia para la Gestión de Olores se enfocó en aumentar el conocimiento de los sectores que generaban alguna problemática con el olor. Luego se realizó un trabajo estandarizado a través de metodologías de muestreo reconocidas internacionalmente, ya que no se puede regular, lo que no se puede medir. Es por ello que homologar y estandarizar la medición de olores, fue uno de los pilares importantes y se construyó en conjunto con el Instituto Nacional de Normalización.
Luego se diseñó una normativa de olores que se adecuara a la realidad de nuestro país. Tenemos múltiples actividades que generan problemas de olor, y en cada una de ellas existe heterogeneidad tanto en su realidad productiva como en las fuentes emisoras. Además, se encuentran distribuidas en distintas zonas del país, que tienen una realidad meteorológica particular, y una topografía variable y diversa.
Se eligió pensar en un marco regulatorio que aborde la emisión de olores para cada una de estos sectores, para desmenuzar y analizar cada proceso por separado y así abordar de forma integral la problemática de olores de cada sector. Por otro lado, no parecía suficiente el poner solo un límite basado en la emisión, por lo que se priorizó desarrollar normativas que intenten no solo disminuir emisiones si no que hacer crecer a la industria enfocada en mejoras tecnológicas y las reducciones desde el origen. Así, el Ministerio del Medio Ambiente definió priorizar cinco sectores, y en noviembre de 2018 se inició el proceso de elaboración de la “Norma de Emisión de contaminantes en planteles porcinos que, en función de sus olores, generan molestia y constituyen un riesgo a la calidad de vida de la población”. Ya hemos publicado el anteproyecto de norma, y según los plazos del reglamento de dictación de normas ambientales, el 2021 esperamos tener publicada la primera norma de olores de Chile.
Para la estructura de esta regulación se ha trabajado con un enfoque integrado, con especial énfasis en las tecnologías, ya que para poder establecer el contenido de la regulación es necesario contar con la mayor cantidad de antecedentes, de forma que la regulación sea posible de cumplir tanto por quien debe implementarla como para para quien deba fiscalizarla. Por esto, es que se realizaron dos estudios en 2018 y 2019, que sirvieron como insumo para poder obtener una línea de base consistente con la realidad de nuestro país.
De esta manera, los límites de emisión, las exigencias en porcentajes de reducción y las prácticas operacionales de la regulación, fueron desarrollados a partir del análisis de la información y son específicos para este sector. Probablemente la estructura general de la norma será la utilizada para las siguientes regulaciones, sin embargo, como cada actividad tiene su propia realidad se deberá realizar un análisis tan exhaustivo como el realizado para el sector porcino, para determinar los límites, fuentes que puedan ser reguladas para una posible reducción y las prácticas operacionales de cada sector que pudieran generar emisiones de olor y que pueden ser abordadas desde esta mirada.
No ha sido un trabajo fácil, tampoco rápido, pero esperamos que esta primera regulación ayude a mejorar la calidad de vida de las personas y también a mejorar el estándar con que operan los planteles porcinos del país, promoviendo que el sector porcino sea más competitivo a nivel internacional. Porque esta norma no apunta a que tengamos menos planteles, si no a que tengamos mejores planteles.