Pagar por la basura que se genera, ¿es posible en Chile?

El pago por generación de residuos o PAYT (por sus siglas en inglés, pay-as-you-throw) es un mecanismo económico que establece un precio unitario por disponer de los residuos no reciclables en los rellenos sanitarios. En la práctica, un modelo PAYT obligaría a chilenos y chilenas a pagar una suma proporcional a la cantidad de material recolectado por cada vez que el camión retire su basura domiciliaria. El principal objetivo de los sistemas PAYT es disminuir la generación de residuos y aumentar la clasificación para el reciclaje a través del principio “el que contamina paga”.

Sin lugar a duda, hoy Chile avanza a paso firme hacia la implementación de una economía circular a través de iniciativas como una oficina especializada y la elaboración de una hoja ruta. Esta última, fue un proceso colaborativo coordinado por el Ministerio del Medio y cuyo resultado es un plan de acción multisectorial para promover sistemas circulares en el territorio nacional. Países como Holanda, Eslovenia y España han sido pioneros en el uso hojas de ruta para la economía circular y sus resultados nos dan espacio para ser optimistas respecto a su potencial impacto.

Nicolás Labra, asesor científico de Fundación Basura.

En la versión chilena de la hoja de ruta se abordan temas como la inclusión de los recicladores de base y la extensión de la responsabilidad extendida del productor, los cuales vienen a consolidarse como políticas públicas luego de años de discusión y trámites. Sin embargo, dentro del documento existen también otras líneas de acción que han sido menos exploradas. Una de estas es el pago por generación de residuos.

El pago por generación de residuos o PAYT (por sus siglas en inglés, pay-as-you-throw) es un mecanismo económico que establece un precio unitario por disponer de los residuos no reciclables en los rellenos sanitarios. En la práctica, un modelo PAYT obligaría a chilenos y chilenas a pagar una suma proporcional a la cantidad de material recolectado por cada vez que el camión retire su basura domiciliaria. El principal objetivo de los sistemas PAYT es disminuir la generación de residuos y aumentar la clasificación para el reciclaje a través del principio “el que contamina paga”.

Existen varios tipos de sistemas PAYT. Entre los más comunes está el modelo de pago por bolsa, en el que el municipio establece un precio unitario por un tipo único de bolsa de basura que se comercializa en los supermercados. En el momento del retiro de la basura común desde las estaciones de transferencia, los camiones recolectan exclusivamente este tipo de bolsa. En este sistema, quien más basura genera se ve obligado a comprar más bolsas. Los resultados de este modelo en municipios de países como Suiza y España muestran que la generación de residuos comunes puede disminuir hasta en un 71% luego de su implementación.

Otro sistema ampliamente explorado es el modelo de peso por contenedor. En este modelo, el municipio define un precio por kilogramo de residuos comunes y concesiona contenedores habilitados con tecnología de reconocimiento para los hogares generadores. En el momento del retiro, los camiones pesan los residuos y le asignan un costo proporcional al peso retirado a través de tecnologías de seguimiento y rastreo. Países como Suiza, Bélgica y Alemania han experimentado una disminución de entre un 44 – 54% luego de aplicar este modelo.

La situación en Chile está lejos de ofrecer un pago proporcional a la generación. En la actualidad, el financiamiento de los servicios de retiro y gestión de residuos quede definido por la Ley de Rentas. Esta normativa establece un cobro único por servicio de aseo y ornato, del cual los generadores quedan exentos en caso de que el avalúo fiscal de sus hogares sea menor a un mínimo establecido de 25 UTM. En la práctica, más de la mitad de la población nacional no paga por el servicio de generación de residuos. Quienes sí pagan, habitan en las comunas con mayor tasación territorial, es decir, aquellas de mayores ingresos. Esta situación genera un desequilibrio en el cual existen dos tipos de municipalidades. Las primeras que sí recaudan ingresos y que utilizan, por ejemplo, para financiar mejor infraestructura de recolección o mejores sistemas de reciclaje. Las segundas que no perciben ingresos y en las cuales los sistemas de gestión de residuos alcanzan apenas a satisfacer los estándares mínimos para una recolección segura. Ni hablar de sistemas de reciclaje para este grupo de municipalidades.

El pago por generación pareciera ser una forma de democratizar los costos por gestión de residuos en un país en el que el costo de disponer en el relleno sanitario está por debajo del sugerido por la ONU. Sin embargo, existen enormes desafíos estructurales y culturales que dificultan la implementación de los sistemas PAYT en Chile.

En primer lugar, la falta de infraestructura crítica para implementar una logística inversa y hacer un seguimiento de los flujos de generación parece ser un desafío desalentador. En muchas de las comunidades del país, la acumulación de los residuos comunes que se obtienen desde los hogares se realiza en espacios improvisados o comúnmente aceptados por la comunidad. En relación con las infraestructuras de reciclaje, se estima que solo un 17% de la población tiene acceso a puntos limpios y verdes en todo el país, los cuales se encuentran centralizados en la Región Metropolitana.

En segundo lugar, la existencia de basurales y vertederos ilegales es un punto conflictivo que pone en riesgo la implementación del pago por generación. ¿Cuáles son las motivaciones que tiene un generador económicamente racional de pagar por un servicio cuando existe una alternativa (a simple vista) libre de costo? En este sentido, promover una educación y cultura ambiental es tan crucial como el control y cierre de los vertederos. Aunque esto último ha sido un objetivo recurrente que se aborda tanto en la Política Nacional de Residuos y como en la hoja de ruta, hoy existen más de 3.735 basurales y microbasurales a lo largo del país, que en su conjunto representan una superficie equivalente a la comuna de Providencia.

El tercer desafío, y quizás el más complejo de abordar, es la evidente desigualdad económica que caracteriza a la sociedad chilena. Pagar $300 por una bolsa de basura oficial registrada por el municipio pareciera ser un costo menor para una familia de altos ingresos, sin importar la cantidad que se utilicen. Por el contrario, este costo puede significar un enorme impacto económico para aquellas familias que apenas logran sobrevivir con los ingresos formales de los sostenedores. Recordemos que según la fundación SOL, el 54.5% de los trabajadores chilenos no logra sacar a una familia promedio de la línea de la pobreza, por lo que asumir un nuevo costo que hasta ahora estaba “invisibilizado” pareciera afectar de sobremanera a los más pobres.

Más allá de la magnitud de estos desafíos, es importante comprender que las medidas que apuntan a disminuir la generación de residuos desde su origen son fundamentales para alcanzar sistemas circulares y, en particular, modelos basura cero a una escala municipal. El pago por generación es un eslabón mínimo que, guiado por nuestra hoja de ruta, nos veremos obligados a adoptar. Es imperativo abordar su aplicación como una oportunidad para restructurar la escala de la gestión ambiental y avanzar hacia sistemas más democráticos. En este sentido, tarifas proporcionales a la capacidad de pago y pilotos que involucren a las comunidades en su diseño y ejecución parecieran ser claves a la hora de concretizar la ejecución de sistemas PAYT.

Mientras los obstáculos de infraestructura y cultura para abordar el pago por generación pueden ser abordados a través de nuevas y mejores políticas medioambientales, la desigualdad pareciera ser la “canción que suena de fondo” cada vez que hablamos sobre desarrollo. El pago por generación es solo uno de los muchos casos que nos muestran que la única manera de promover un desarrollo sostenible es a través de una agenda ambiental, económica y política que evolucione en armonía y hacia un mismo horizonte.

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