Balance de la COP26: Una decisión insuficiente para la justicia climática

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La COP26, terminó el sábado 13 de noviembre con la aprobación de la decisión denominada “Pacto Climático de Glasgow”. Tras dos semanas de negociaciones y anuncios, pese a que hay algunos avances, el resultado fue absolutamente débil respecto de las respuestas que se necesitan tomar para hacer frente a la grave emergencia climática que vivimos.

En medio de la pandemia y con muchas restricciones y dificultades de participación para los países del sur global, el objetivo de la COP26 era clave: mantener a salvo la meta del Acuerdo de París y la recomendación del IPCC de limitar el aumento de la temperatura mundial a 1,5 °C por sobre los niveles preindustriales y dar apoyo a los países más devastados por los impactos del cambio climático. Para eso las partes del Acuerdo de París debían presentar sus compromisos nacionales de mitigación y adaptación (o contribuciones determinadas a nivel nacional “NDC”), aportar fondos y acordar nuevas metas de financiamiento. Así, la primera semana de la COP escuchamos diferentes anuncios de líderes políticos, vimos a Estados Unidos (uno de los mayores emisores de gases de efecto invernadero) de vuelta en las negociaciones y conocimos el reporte de síntesis de los compromisos y NDCs presentadas hasta entonces.

Una primera semana de anuncios y compromisos

En primer lugar, de las conclusiones del informe de síntesis sobre todas las contribuciones nacionales presentadas, se estima que el nivel agregado de gases de efecto invernadero será un 13,7% superior (al nivel de 2010) en 2030. Es decir, las actuales promesas de reducción de emisiones siguen sin cumplir los objetivos del Acuerdo de París, lo que sitúa al mundo en la senda de un aumento de la temperatura de 2,4 grados, lo que provocará impactos climáticos significativos, incluso irreversibles.

Sin embargo, a estos compromisos, se fueron sumando otros anuncios como un compromiso conjunto de casi 40 países e instituciones (liderado por UK) de poner fin a la financiación pública de proyectos de petróleo, gas y carbón en el extranjero, la iniciativa de más de 100 países (incluido Brasil) para poner fin a la deforestación en 2030, la alianza liderada por Estados Unidos para reducir el metano en un 30% a 2030, y el acuerdo de este último país con China para trabajar juntos durante esta década para lograr la meta del 1.5 grados sin mayores detalles. Por último, la Alianza Más Allá del Petróleo y el Gas, lanzada por 12 países y regiones, y liderada por Dinamarca y Costa Rica, es la primera iniciativa diplomática que reconoce la necesidad de que los gobiernos gestionen la eliminación de la producción de todos los combustibles fósiles como herramienta clave para afrontar la crisis climática.

Todas estas iniciativas, pese a que no hay mayores detalles al respecto y que algunas no son nuevas como en el caso de la deforestación, se requiere que se conviertan en compromisos reales y que aumenten la ambición de las NDCs de los países en línea con el objetivo del 1.5 º C, o de lo contrario, no serán más que palabras.

Las negociaciones de las reglas de los denominados mercados de carbono

La segunda semana, comenzaron a cerrarse los textos de la negociación que estaban pendientes, en particular los relativos al artículo 6 del Acuerdo de París que trata los mecanismos de cooperación internacional para el logro de los compromisos de reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero, incluyendo los denominados mercados de carbono. Lo esencial en estas discusiones era acordar reglas de transparencia que permitieran regular estos mecanismos y mercados evitando la doble contabilidad de las reducciones, resguardando la integridad ambiental y los derechos humanos de los ecosistemas y comunidades que soportan estas iniciativas, y por último, evitar el traspaso de antiguos créditos desde los mecanismos establecidos en el Protocolo de Kyoto.

Estas reglas fueron acordadas, sin embargo, no logró evitarse este traspaso de créditos del antiguo esquema del Protocolo de Kyoto (desde 2013 en adelante), lo que amenaza la integridad misma y éxito del Acuerdo de París.

El insuficiente financiamiento de la acción climática

Otro punto que se negoció en Glasgow fue el financiamiento que los países desarrollados debían aportar a los países en desarrollo para poder implementar sus compromisos climáticos. La meta hasta 2020 era movilizar 100 mil millones de dólares anuales, lo que hasta la fecha no se ha cumplido y que se acordó extender hasta 2025, sin metas claras para el futuro. Por otra parte, se insta a duplicar el financiamiento para la adaptación en 2025 hasta lograr un balance con el financiamiento de mitigación, sin compromisos concretos.

Pero el punto más problemático fue la demanda de los países y comunidades más afectadas por los impactos del cambio climático. Esto, porque después de los anuncios de países como Escocia, había grandes expectativas de que la COP26 ofreciera por fin un apoyo real a las comunidades que necesitan recuperarse y reconstruirse tras las catástrofes climáticas que están ocurriendo, creándose un nuevo mecanismo de financiación para las pérdidas y los daños.

El denominado “tercer pilar” del Acuerdo de Paris es abordado en el texto del compromiso bajo la “Red de Santiago” como un mecanismo que brinda apoyo tecnológico a los países impactados por estas pérdidas del cambio climático y que es operacionalizado con funciones e institucionalidad. Sin embargo, pese a la presión del los países del G77 más AOSIS para el establecimiento de un mecanismo de apoyo financiero independiente, los países ricos no cedieron y finalmente sólo se acordó iniciar un “diálogo” al respecto (Glasgow Dialogue).

La discusión sobre los combustibles fósiles

Uno de los aspectos más complejos, fue la negociación de la mención a los combustibles fósiles en el texto del compromiso. Es primera vez en la historia que se mencionan en estas negociaciones acuerdos de mitigación y “transición justa” relativos al uso, producción y financiamiento de los combustibles fósiles, que son los mayores causantes del cambio climático. El texto propuesto inicialmente por la presidencia de Reino Unido hacía un llamado a eliminar el uso del carbón y los subsidios a los combustibles fósiles en general. Luego, un segundo texto, mencionaba sólo eliminar gradualmente la quema de carbón “unabated” o que se realiza sin algún tipo de mecanismo que atrape y que almacene el carbón en el ambiente y sólo a los subsidios “ineficientes”. Sin embargo, este texto fue muy criticado por no incluir otros combustibles fósiles en la eliminación como el gas y el petróleo.

Finalmente, frente a la presión de países como India y China, se cambió este texto a última hora y se acordó sólo instar a una “reducción” del carbón, sin mayores detalles.

Hacia la COP Africana: la deuda con la sociedad civil y la emergencia climática

La COP26 será recordada como una conferencia que restringió la participación significativa de la sociedad civil en las negociaciones y esto no puede ser un precedente para futuras COP. Además, de garantizar la participación, durante los próximos meses, se necesitan compromisos concretos para luchar contra la emergencia climática. Esto incluye una rápida eliminación (no sólo reducción) de todos los combustibles fósiles (no sólo carbón) mediante una transición energética justa y la revisión de los objetivos climáticos nacionales de acuerdo con el objetivo de 1.5º.

Necesitamos urgentemente que, sobre todo, las grandes economías conviertan esto en realidad, volviendo en 2022 a la COP27 en Egipto, con compromisos climáticos alineados con este objetivo, aportando los tan esperados 100 mil millones de dólares al año para ayudar a los países vulnerables a adaptarse a un futuro cada vez más impredecible y peligroso.

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