Para muchas personas, una concha marina como adorno en una casa es quizás el recuerdo explícito de unas lindas vacaciones en la playa. Pero lo que parece ser una actividad inocente y casual, puede llegar a traer graves consecuencias al ecosistema marino. Así lo señala la bióloga marina, Varinia Morales, en entrevista con Codexverde.
La profesional, titulada de la Universidad de Valparaíso y actual docente de la carrera de Ecoturismo en DUOC UC, especifica los beneficios significativos que las conchas marinas entregan al desarrollo del medio ambiente. “Proporcionan refugio al cangrejo ermitaño, usando las conchas de moluscos gasterópodos. Además, algunas de estas pueden ser bioindicadoras, o sea que reducen la posibilidad de erosión en las playas, convirtiéndose en nutrientes para otros organismos”.
Sin embargo, la existencia de estos exoesqueletos ha sido intervenida negativamente por la presencia de turistas, quienes suelen llevarse estas piezas como forma de recuerdo, actividad que aumenta notablemente en verano cuando hay más personas en la costa. “A veces creemos que es una acción inofensiva, pero si todos pensamos lo mismo, la cantidad de extracción de conchas de una playa puede ser bastante alta, trayendo consecuencias negativas para el ecosistema”, comenta Morales.
Con relación a esto, la experta llama a implementar una educación ambiental, con el fin de conseguir un turismo sustentable en las playas del país. “No creo que sea justo culpar al turismo en sí, sino a la falta de conocimiento, que en muchos casos muestra una clara necesidad de educar a la comunidad”.
Otros impactos
Otra acción con un fuerte efecto negativo en el ambiente marino son los cigarrillos, los cuales pueden llegar a causar estragos en la arena, conchas, agua y la fauna marina. Esto ocurre aún con la existencia de una ley que prohíbe fumar tanto en playas, ríos y lagos (Ley 21413), pero que a falta de fiscalización, queda a responsabilidad de la ciudadanía y de sus propios valores morales.
Otro impacto es la presencia de vehículos motorizados en la playa, como camiones o jeeps, los cuales pueden llegar a aplastar huevos o polluelos, o erosionar las playas o dunas. Similar a la actividad anterior, esta también se encuentra prohibida pero carente de fiscalización (Orden Ministerial N°2 del Ministerio de Defensa, 1998).
En ese contexto, Varinia Morales hace un llamado a destinar los recursos necesarios para continuar realizando investigaciones científicas acerca de este tema presente en las costas del país. “Se hace necesario tener la información actualizada sobre lo que ocurre en las playas y costas de Chile, donde se puede estudiar desde los sedimentos y los organismos que habitan el fondo marino”.
