Comienza la fase de crecimiento exponencial de contagios por coronavirus, y se nos dice por distintos medios que mantengamos la calma, pero vemos como las autoridades actúan sobre la marcha y a destiempo. Se nos reitera que mantengamos la calma, mientras los que trabajan de forma independiente están a la deriva de la inactividad, y los dependientes con la incertidumbre de perder su fuente de ingresos.
Se nos aconseja mantener la calma, que nos quedemos en nuestras casas, y que para disminuir las posibilidades de contagio, sigamos una simple tarea que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS): “lavarse las manos”. Se nos dice que debemos realizar esta simple tarea frecuentemente en el día, e incluso que contemos hasta 20 o 30 segundos mientras nuestras manos se enjuagan bajo el chorro de agua y jabón. Un lavado de manos puede consumir entre 2 a 4 litros de agua, dependiendo de si se corta o no la salida de agua mientras se refriegan las manos con jabón.
En Chile, sin embargo, esta simple actividad preventiva de lavado de manos no es posible para gran parte de la población.
A marzo de 2020 existen 136 comunas de Chile con decretos de escasez hídrica, lo que afecta a un millón de chilenos, muchos de los que no tienen la fuente de agua en su domicilio ni pueden acceder a ella en cantidad y calidad necesaria para cumplir tan vital recomendación.
Por estos días, además, empresas sanitarias han anunciado que al producirse el inminente colapso del sistema de salud, su operación podría afectarse, lo que constituye una amenaza directa a la disponibilidad de agua en las ciudades.
Se nos dice que mantengamos la calma, ¿será posible?
