¿Cuántas toneladas de residuos genera su empresa? ¿Se pueden volver a vender esos residuos en su cadena de valor o a otra industria? ¿Se pueden utilizar como fuente de energía? Todas estas preguntas son parte de un proceso de mitigación ambiental que las empresas a nivel global han comenzado a hacerse y trabajar para mejorar sus métricas ESG (ambientales, sociales y de gobernanza corporativa), pero también como una oportunidad de monetizar los flujos de desechos para ahorrar costos o aumentar los ingresos.
Según el sexto reportaje del medio ambiente, publicado en 2021 por el Ministerio de Medio Ambiente, un 55,6% o casi 10,9 millones de toneladas de residuos en Chile tenían un origen industrial y un 39,9% o aproximadamente 7,7 millones de toneladas tenían un origen municipal (lo cual incluye pymes y hogares), no obstante, solamente un 21% de estos fue valorizado en busca de otros beneficios, de acuerdo a los datos recogidos en 2019.
Según explica Whitney Ellis, gerente del Departamento de Investigación y Consultoría Corporativa de Evalueserve, que apoya a empresas identificando oportunidades financieras en residuos y asesorando sobre cómo integrarse en las cadenas de valor de residuos en una variedad de industrias, “muchas empresas internacionales han cambiado su forma de mirar la basura, considerándola como un tesoro de oportunidades financieras y, en lugar de dejar que sus residuos fluyan a los vertederos, se cuantifican los diferentes tipos generados e identifican todas las formas potenciales de monetizarlos.”
Ejemplo de ello son los fabricantes de productos de consumo, los cuales se están centrando cada vez más en optimizar y rediseñar los formatos y envases de sus productos. Imagine vender champú en barra sólida en lugar de líquido en botella. “El volumen total de ese champú podría disminuir entre un 65% y un 80% al eliminar el agua, reduciendo drásticamente, a su vez, los costos generales de logística por requerir menos pallets del empaque secundario y terciario debido a su tamaño menor, así como su huella de CO2. Asimismo, se puede generar un ahorro al disminuir el gasto comercial en los minoristas por el menor espacio lineal utilizado en los estantes para ese champú en barra”, ejemplifica Ellis.
Si bien es cierto que frente a un hecho como el descrito las marcas tendrían que convencer a los consumidores de usar una barra de champú sólida en lugar de la usual botella líquida, “afortunadamente, estamos viendo a los consumidores cambiar rápidamente hacia productos sostenibles después de un esfuerzo de marketing educativo, el cual las marcas pueden financiar con los ahorros de costos mencionados” agrega.
Otra alternativa es la oportunidad que genera la basura en las empresas manufactureras, las que están comenzando a cuantificar el potencial de retorno de vender sus residuos a otros actores en su cadena de valor o el potencial de retorno de reutilizar sus residuos o los de otros para reemplazar materiales vírgenes. “La mayoría de los principales fabricantes de bebestibles a nivel mundial ahora tienen objetivos corporativos para alcanzar ciertos porcentajes de contenido reciclado en sus envases. ¿Qué significa eso en la práctica? Por ejemplo, que una lata de aluminio tendría que estar hecha con un 50% de aluminio reciclado -a partir de basura de consumo o desechos industriales- y un 50% de aluminio virgen”, indica Ellis.
Los residuos no necesariamente tienen que ser una mercancía costosa, como el aluminio, para tener valor financiero. Un ejemplo de ello son los fabricantes de combustible de aviación, que compran, por ejemplo, desechos sólidos municipales para fabricar biocombustibles que luego se mezclan con combustibles fósiles, lo que ayuda a la industria a reducir el uso de combustibles fósiles y genera una fuente de ingresos relacionada con la sustentabilidad. “Si bien esta tecnología aún es incipiente y está impulsada principalmente por las regulaciones de reducción de emisiones de GEI, la ventaja de ser pioneros en el espacio sostenible es fuerte si se considera la tendencia global general”, detalla Ellis.
Finalmente, Ellis señala que la basura puede compensar los costos operativos. “A medida que los precios del petróleo y el gas natural continúan aumentando, junto con la creciente presión de los gobiernos, los consumidores y los inversores para cambiar a fuentes de energía renovables, una de las soluciones más rápidas que las empresas están implementando es la conversión de residuos en energía”. Idealmente, después de revender cualquier desecho funcional y con inversiones iniciales en infraestructura de bioenergía, las empresas pueden crear biogás, disminuyendo así la dependencia de las fuentes de combustible tradicionales y contrarrestando esos costos crecientes.
Estos esfuerzos comienzan a formar la base para una economía circular en los espacios en los que se trabaja, a cambiar su estrategia corporativa hacia un modelo comercial sostenible y a ayudar a hacer de nuestro planeta un lugar más limpio.