Hoy, Día Internacional sin bolsas plásticas, es un momento para reflexionar sobre su consumo que aún existe en Chile y las graves consecuencias que esto tiene para el medio ambiente, a pesar de que desde 2018 contamos con la Ley 21.100 que prohíbe su uso.
En este contexto, durante julio, en Chile se busca profundizar en la concientización de las personas, levantando el tema sobre los plásticos de un solo uso regulados bajo los parámetros de la Ley 21.368, PUSU o Ley de Plásticos de un solo uso.
A nivel global, campañas de esta índole buscan fomentar cambios en los hábitos de consumo para priorizar el uso de productos reutilizables que promuevan la economía circular. Esto consiste en dejar de pensar en el reciclaje como una alternativa sostenible y preferir la reutilización para evitar la generación de los residuos, bajo el lema “El mejor residuo es el que no se genera”.
Cifras alarmantes
En 2024, el consumo global de bolsas plásticas sigue siendo una preocupación significativa debido a su impacto ambiental. A nivel mundial, se estima que se utilizan cientos de miles de millones de bolsas plásticas cada año, con una duración media de uso de sólo 12 minutos antes de convertirse en residuos. Según The World Counts, esta breve vida útil contrasta con el tiempo que tardan en degradarse, que puede ser de hasta 1.000 años.
Desde 2018, en Chile la Ley 21.100 o Ley Chao Bolsas prohíbe la entrega de bolsas plásticas en el comercio. Así se ha logrado una importante disminución de este tipo de bolsas en nuestro país, pero aún se mantiene el uso de un importante número de ellas, de las cuales solo se recicla en Chile el 19,23%, según datos del último reporte de ANIR.
El resto de las bolsas plásticas tradicionales, o bien, las bolsas plásticas biodegradables (que igualmente están prohibidas para el comercio) van a parar a la basura, llegando a rellenos sanitarios, a la vía pública o terminan contaminando los ecosistemas.
Microplásticos y sus consecuencias
Las bolsas plásticas, principalmente hechas de polietileno (PE) y polipropileno (PP), ambos derivados del petróleo, no se biodegradan fácilmente. En lugar de descomponerse por completo, se fragmentan en partículas más pequeñas, conocidas como microplásticos, los cuales entran a la cadena alimenticia y ya están presentes en varios de los alimentos que consumimos.
Recientes estudios señalan que los seres humanos ingerimos en promedio el plástico equivalente a una tarjeta de crédito por semana. Se ha detectado microplástico en la placenta humana, en la leche materna, en la sangre humana, tejido vascular y vasos sanguíneos. Aunque la investigación está en curso, algunos estudios sugieren que los microplásticos pueden causar inflamación, toxicidad celular y otros efectos adversos para la salud.
Otras alternativas
Para evitar las consecuencias nocivas que provoca el uso de bolsas plásticas, se promueve el reemplazo de estas por alternativas más sostenibles que generen un menor impacto ambiental global. En esa línea, desde Unibag, empresa líder en la fabricación de bolsas reutilizables en Chile, proponen el uso de bolsas reutilizables vegetales fabricadas de almidón de maíz y compostables.
Según Eliana Moreno, cofundadora de Unibag, “Es importante que las alternativas que reemplacen las bolsas plásticas de un solo uso consideren la medición de todos sus impactos ambientales completos, lo que se logra a través de un análisis de ciclo de vida de las bolsas (ACV). Según un ACV realizado sobre las bolsas reutilizables vegetales de Unibag, la cantidad de CO2 anual emitida por una bolsa, que tiene una duración estimada de 1 año, es 2.500 veces menor a la cantidad de CO2 emitida por las bolsas de papel en ese mismo período, aun suponiendo que se le dan dos usos a cada bolsa de papel”.
Chile ha tomado pasos significativos hacia la reducción del uso de bolsas plásticas, productos desechables en general y la promoción de su reciclaje. Y con la combinación de legislación efectiva, fiscalización municipal, iniciativas privadas, educación y aporte de la ciudadanía, el país está en camino de mejorar sus prácticas de gestión de residuos plásticos y lograr un menor impacto ambiental de estos.