La urgencia de un plan de acción

La conservación de los océanos es clave porque es el refugio de las especies, capta carbono y es el gran motor económico del mundo que contribuye al 60% del PIB global. Por eso la implementación y el financiamiento de las áreas protegidas en la región y la creación de instrumentos que incentiven la conservación resultan clave.

Hace pocos días se desarrolló la 5ta Conferencia Regional Novopangea, en Colombia, encuentro organizado por la Fundación MERI y el Ministerio de Medio Ambiente de Colombia. La instancia sirvió como oportunidad para que los estados, los científicos y la sociedad civil que trabajan en la conservación ambiental conocieran los últimos reportes de la región del Panel Intergubernamental de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (IPCC) y se iniciara un diálogo con el fin de acordar acciones conjuntas en miras a la COP 2030.

Sonia Español, directora ejecutiva de Fundación MERI

Ante la triple amenaza generada por el cambio climático, la contaminación y la progresiva extinción de la biodiversidad, las naciones deben implementar políticas concretas en torno a la protección de las áreas marinas y terrestres; como también para llevar adelante medidas de adaptación ante la crisis climática. El objetivo es que los países trabajen en bloque buscando implementar una agenda regional consensuada, de mínimos comunes, que permita tener un plan de acción en los próximos siete años en América Latina.

La conservación de los océanos es clave porque es el refugio de las especies, capta carbono y es el gran motor económico del mundo que contribuye al 60% del PIB global. Por eso la implementación y el financiamiento de las áreas protegidas en la región y la creación de instrumentos que incentiven la conservación resultan clave.

En la misma línea, se busca el resguardo de los espacios terrestres. Los estados ya se comprometieron el año pasado con el Acuerdo Kunming Montreal a detener y revertir la pérdida de la naturaleza, estableciendo la meta de proteger el 30% de los ecosistemas a 2030, la que contempla zonas terrestres, aguas continentales, costeras y marinas. Por eso, se requiere la implementación de proyectos destinados a la conservación.

La discusión en Colombia giró en torno a cómo las partes podrían aumentar progresivamente la superficie de áreas marinas protegidas; de qué manera se puede impulsar la reducción de la contaminación en los mares -como la acústica y de los plásticos-, además de definir cómo se podría producir un cambio en la visión “extractiva” de los océanos. Los países también deben impulsar la definición de estándares de conservación efectiva para que sea validada internacionalmente, lo que genera impulso de las alianzas públicas-privadas.

La meta de estos encuentros es hacer posibles las acciones y para ello requerimos la ayuda de las partes para alcanzar los objetivos. América es un todo; un laboratorio natural único en el mundo, el semillero de la humanidad y por eso debemos avanzar hacia una conciencia colectiva. Debemos dejar de pensar en el bienestar individual y adoptar una visión global.

Sabemos que queda poco tiempo. Por eso, buscamos promover que la región pueda avanzar en el cumplimiento de metas facilitando el diálogo entre los tomadores de decisiones para consensuar los principales temas a abordar de aquí a la COP 30 junto al sector privado y a las organizaciones civiles. Y este año se realizará otro encuentro en la región para que en la COP 29 se puedan presentar los acuerdos obtenidos a la fecha.

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