Cada 16 de septiembre, el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono se hace énfasis en la necesidad de proteger ese fino escudo que absorbe la mayor parte de los dañinos rayos ultravioleta.
La capa de ozono cuida de enfermedades como el cáncer de piel y las cataratas, y también protege a las plantas, los cultivos y los ecosistemas. En el año 2020 se cumplen más de tres décadas de esfuerzos globales para conservar y restaurar el ozono, con grandes frutos.
Los científicos alertaron por primera vez sobre los daños a la capa de ozono a fines de la década de 1970, cuando descubrieron que algunos productos químicos estaban destruyendo este escudo protector. Las sustancias que agotan la capa de ozono utilizadas en aerosoles, refrigeradores y acondicionadores de aire estaban degradando tanto la capa de ozono que a mediados de la década de 1980 se descubrió un agujero sobre la Antártida.
En respuesta, los gobiernos del mundo adoptaron el Convenio de Viena para la Protección de la Capa de Ozono en 1985. A través del Protocolo de Montreal de este convenio, los gobiernos, los científicos y la industria trabajaron unidos para eliminar 99% de todas las sustancias que agotan el ozono. Gracias a este esfuerzo mundial, este escudo protector se está recuperando y se espera que vuelva a su situación anterior al año 1980 para mediados de siglo.
“Necesitamos esta unidad hoy más que nunca mientras trabajamos para abordar la pérdida de la biodiversidad, el cambio climático y la contaminación después de la pandemia de Covid-19”, dice Inger Anderson, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente.
En 2019, la Enmienda de Kigali fue un paso más allá. Su objetivo es reducir la producción y el consumo de hidrofluorocarbonos (HFC) -gases de efecto invernadero con un gran potencial de calentamiento climático- en más de 80% durante los próximos 30 años. Los HFC son compuestos orgánicos utilizados frecuentemente en los acondicionadores de aire y otros dispositivos como refrigerantes alternativos a las sustancias que agotan la capa de ozono, reguladas por el Protocolo de Montreal.
Si bien los HFC no amenazan la capa de ozono, son peligrosos gases de efecto invernadero con un potencial de calentamiento global que puede ser muchas veces mayor al del dióxido de carbono.
La enmienda, que entró en vigor el 1 de enero de 2019, superó recientemente las 100 ratificaciones.
“Alcanzar 101 ratificaciones es un hito y un logro del que deberíamos estar orgullosos. Es fundamental que mantengamos este impulso y sigamos trabajando para lograr la plena implementación de la Enmienda de Kigali si queremos asegurarnos de aprovechar sus beneficios», dijo la secretaria ejecutiva de la Secretaría de Ozono, Tina Birmpili.