La biodiversidad y su implicancia en una agricultura sostenible

Es necesario replantearse el diseño o rediseño de los agroecosistemas a una escala de paisaje, considerando aspectos tales como la distribución en el espacio y tiempo de los elementos cultivados y naturales de la biodiversidad, que permita potenciar los efectos de estas acciones y mejorar su biodiversidad funcional.

La agricultura representa hoy una de las principales actividades que impactan de manera continua en nuestro medio ambiente. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) ya en el año 1999 el 37% del uso de suelos a nivel mundial estaba destinado a pastos y cultivos y casi dos terceras partes del agua utilizada por el hombre se destina a la agricultura.

Claudia Crovetto

Los impactos ambientales de la producción de alimentos son variados; es una de las principales fuentes de contaminación hídrica por nitratos, fosfatos y plaguicidas. Casi 5 mil millones de toneladas de CO2 eq/año provienen de la producción agrícola y ganadera. A su vez, las actividades agropecuarias, forestales y pesqueras se consideran las principales causas de pérdida de biodiversidad a nivel mundial debido a la fragmentación y pérdida de hábitat natural.

Paradójicamente, esta actividad productiva podría ser utilizada como una herramienta importante para contrarrestar estos efectos; desde una perspectiva sostenible, podría aportar al almacenamiento de carbono en los suelos, mejorar la infiltración de agua y conservar paisajes rurales y su biodiversidad.

En este contexto la conservación de la biodiversidad juega un papel fundamental para enfrentar los desafíos de una agricultura sostenible. No sólo genera efectos positivos en el medio ambiente, sino que afecta directamente la sustentabilidad de los agroecosistemas que dependen de los servicios ecosistémicos que ella nos provee, aumentando su productividad, estabilidad y resiliencia. De la biodiversidad dependen procesos tales como el ciclado de la materia orgánica y nutrientes, fijación de carbono y nitrógeno, manejo de la erosión del suelo, regulación biótica, polinización, entre otros.

El aumento de la biodiversidad funcional, presente en zonas de cultivo, promueve las relaciones comunitarias positivas sobre las negativas, propiciando una disminución en la aparición de plagas y enfermedades, aumentando su capacidad de autorregularse y resistir los impactos ambientales antrópicos o naturales que afectan directamente la productividad de un sistema agrícola. Esto promueve la disminución del uso de insumos externos y minimiza los impactos ecológicos, económicos y sociales derivados de su uso.

Existen diferentes técnicas de manejo de biodiversidad en la agricultura. Entre ellas encontramos la conservación y protección de parches o zonas remanente de hábitat natural dentro y fuera de las zonas de cultivos (a una escala de paisaje); el desarrollo de corredores biogeográficos,  disminución de zonas extensas de monocultivos, el manejo holístico de predios ganaderos, la conservación de suelo, el manejo hídrico sustentable, entre otros. Para potenciar la biodiversidad funcional de estos sistemas es necesario el uso combinado de algunas de estas prácticas, ya que utilizando una sola técnica o práctica aislada no podremos potenciar o aprovechar al máximo los beneficios que ellas nos entregan.

Para ello, es necesario replantearse el diseño o rediseño de los agroecosistemas a una escala de paisaje, considerando aspectos tales como la distribución en el espacio y tiempo de los elementos cultivados y naturales de la biodiversidad, que permita potenciar los efectos de estas acciones y mejorar su biodiversidad funcional.

También es clave entender que el contexto cultural y económico influirá en el diseño que le queramos dar a nuestros agroecosistemas, no sólo depende de las características ecológicas o medio ambientales, sino que debe existir un equilibrio entre estos tres aspectos para asegurar que nuestras acciones sean sostenibles. Esto implica que cada escenario o caso es particular se debe adaptar a las condiciones propias del territorio donde se inserta, siendo un diseño único a una escala determinada y muchas veces no es replicable para otros lugares.

Es importante destacar también que el cambio climático impacta directamente esta actividad, por lo que adoptar métodos sustentables, que promuevan medidas de adaptación y mitigación de los efectos provocados por él, es esencial para asegurar su productividad, disminuyendo sus impactos negativos y potenciando los resultados positivos de implementar una agricultura sostenible.

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