Cuando por primera vez fui consciente del impacto que generan los residuos, no pude volver a verlos de la misma forma. Fue mayor mi sorpresa, cuando aprendí que hace muchos años existen tratamientos para valorizar residuos y aprovecharlos, pero por alguna razón aún no los incorporamos en nuestra cultura.
Como sociedad estamos acostumbrados a delegar la responsabilidad de nuestros residuos a terceros. Primero, recoge todos los residuos el camión de basura (o mejor dicho de limpieza), luego los disponen en un enorme agujero en la tierra (relleno sanitario) y los tapan: Lugar donde no se aprovecha nada de ellos y, en vez, contaminan el aire, la tierra y el agua que los rodea y todo su ecosistema. Tenemos una gran deuda con el planeta.
Lo increíble es que realmente los residuos son materia prima que está “en el lugar incorrecto”. Dentro de los tipos de residuos, los orgánicos son, por así decir, energía química acumulada con una dosis de micro y macronutrientes. Mediante tratamientos, como el compostaje o la biodigestión, podrían transformarse en biofertilizantes y/o combustibles. Tenemos una gran oportunidad de desarrollo.
En Chile, ya contamos con algunas iniciativas como el programa Reciclo Orgánicos del Ministerio de Medio Ambiente para disminuir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) del sector de residuos, que contribuyen un 4% de las emisiones totales. Pero, a pesar de estas iniciativas, existe una gran brecha en términos de valorización, según SINIA solo valorizamos el 1% de nuestros desechos a nivel país. Entonces, ¿qué se puede hacer al respecto? Para avanzar en esta materia, es necesario involucrar a toda la sociedad para fomentar y facilitar la valorización como tal, generando cultura en gestión integral de residuos.
El camino para disminuir las brechas y alcanzar una “industria” de valorización, es identificar el problema o los desafíos. En primer lugar, falta generar más vinculaciones y colaboraciones entre los actores, es decir, acompañarse porque solos no se puede lograr el gran cambio.
Por otra parte, falta mucha capacidad técnica y profesional en el área de tratamientos. Siguiendo esta misma línea, la educación ambiental a nivel cívico también está al debe. Para cambiar la cultura es necesario enseñarnos desde pequeños sobre desechos, así generar buenos hábitos y responsabilidad social.
Por último, falta investigación y desarrollo en torno a los tratamientos y usos de los residuos, ya que hay muy pocos laboratorios de investigación aplicada o espacios de experimentación y creación. Sumado a todo lo anterior, es urgente tener mejores leyes, regulaciones y normas que faciliten el rubro.
El llamado es a no cerrar los ojos ante el problema de los residuos y aportar desde los conocimientos y herramientas que tengamos al alcance. Creo que actuando sobre las brechas mencionadas lograremos facilitar y fomentar la valorización de residuos a nivel nacional e incluso internacional, pero el camino todavía es largo y debemos trabajar en conjunto.