El Día Internacional de Limpieza de Playas es una fecha en la que prolifera la reflexión en torno a la importancia de cuidar nuestras costas. Vemos entonces a cientos de entusiastas voluntarios que con tanto afán recogen lo que otros irresponsablemente arrojaron. Si bien estas iniciativas contribuyen, lo cierto es que debemos detenernos a pensar en la urgente necesidad de generar iniciativas y cambios “tierra adentro” para evitar que los residuos que se filtraron del sistema lleguen al mar y a las playas.
Esta fecha especial, que se celebra en más de 150 países, nos ha llevado a estudiar lo que ocurre en nuestras costas. En años previos a la pandemia, con la participación de 14.500 voluntarios, que recogieron más de 180 toneladas de basura, se registró que del total de desechos recogidos, un 72% eran plástico o tenían un componente plástico.
Este alto porcentaje no nos deja indiferentes. Por ello, desde la misma industria del plástico tenemos la convicción de que el plástico nunca es basura. Se trata de un material que, utilizado en forma responsable, puede ser usado como materia prima una y otra vez. Este material es y será clave para el desarrollo de esta ansiada economía circular, porque es vital para el desarrollo de soluciones concretas que le den una nueva vida, asegurando que este material se reincorpore al ciclo productivo. Las empresas debemos atrevernos a cruzar fronteras. El Estado debe proporcionar un marco legislativo que incentive el reúso y reciclaje de materiales y, las comunidades, por su parte, debe tener más conciencia y responsabilidad respecto de la disposición final de sus residuos y de la elección de productos y empaques más sustentables.
Ojalá en el futuro próximo, en este Día Internacional de Limpieza de Playas, celebremos el desarrollo de iniciativas de economía circular que finalmente eviten que los residuos lleguen a ser basura contaminante para los océanos. Cuando esto ocurra, tendremos valientes voluntarios dedicados a misiones más inspiradoras que recoger desechos de la arena.