Concientización sobre el agua: una tarea pendiente en la educación chilena

Formar ciudadanos más conscientes, que impulsen un cambio cultural profundo, nos acerca a una solución basal para transformar la manera en que gestionamos este factor clave para la vida humana.

Cedida por Fundación Amulén.

Marzo marcó el comienzo de un nuevo año escolar y, a su vez, nos ha invitado a conmemorar el mes del agua. Es el momento preciso para reflexionar sobre este recurso vital y su relación con la educación en Chile. ¿Estamos creando conciencia desde la primera infancia sobre la importancia de cuidar el agua? ¿Estamos enseñando a preservarla de cara al futuro?

Javiera Acuña, directora ejecutiva de Fundación Amulén

Dar respuesta a estas interrogantes resulta fundamental para que las nuevas generaciones se comprometan con soluciones integrales que enfrenten de manera efectiva la escasez hídrica en el país.

Los últimos estudios indican que el 47,2% de la población rural no tiene acceso formal al agua potable. La misma problemática afecta al 40,4% de las escuelas que se encuentran fuera del radio urbano, arriesgando la suspensión de al menos 15 días de clases al año debido a cortes o mala calidad del suministro. ¿En qué condiciones están comenzando un nuevo ciclo escolar los alumnos y alumnas de estos 1.350 establecimientos? Es difícil reducir la brecha educacional entre el campo y la ciudad si es que en pleno 2025 aún enfrentamos este tipo de realidades.

Por eso es indispensable avanzar en la concientización. Durante años, los programas de reciclaje (3R) han logrado que niños y niñas aprendan sobre el manejo de residuos. Del mismo modo, necesitamos promover acciones concretas que apunten a una mayor responsabilidad en el uso del agua, comprendiendo su valor, pero también el impacto que genera su carencia.

En esta línea, el programa “Agua para Aprender” de Fundación Amulén no solo impulsa proyectos innovadores -como la implementación de sistemas de captación de agua lluvia y de reutilización de aguas grises- para garantizar el acceso seguro y sostenible al agua potable en escuelas, sino que también desarrolla instancias formativas sobre el ciclo hidrológico y la cuantificación del consumo diario. Esta experiencia nos ha demostrado cuán genuino es el interés de las nuevas generaciones por la sustentabilidad.

Formar ciudadanos más conscientes, que impulsen un cambio cultural profundo, nos acerca a una solución basal para transformar la manera en que gestionamos este factor clave para la vida humana.

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