El pasado jueves, la Mesa de Emergencia Hídrica, encabezada por el Gobierno Regional y el programa Escenarios Hídricos de la Fundación Chile, anunció una cartera de proyectos para evitar el racionamiento de agua potable en la Región Metropolitana. La iniciativa, planteó cinco mecanismos, entre los que se cuentan medidas de eficiencia hídrica; nuevas oficinas y proyectos locales; reutilización de aguas grises; de aguas residuales; y gobernanza del Consejo de Cuenca del Río Maipo. Entre ellos, tres proyectos piloto implementados a escala regional, demostrativos de alto impacto positivo relacionados con soluciones basadas en la naturaleza, eficiencia hídrica y reúso de aguas residuales rurales.
Si bien en principio se observa una buena disposición e intención, no parece abordar la problemática de forma concreta y con soluciones en el corto plazo que efectivamente produzcan los recursos adicionales requeridos para evitar el racionamiento anunciado, puesto que no considera las aguas subterráneas como parte de una solución definitiva y se desconoce el verdadero impacto y efectividad de estas medidas en el largo plazo.
De acuerdo a un estudio realizado por Hidrogestión, consultora de ingeniería hidráulica especialista en aguas subterráneas, la variación real del acuífero principal de la Región Metropolitana durante estos últimos 14 años de tremenda sequía, solo ha disminuido a un 96% de su volumen de regulación histórica, en circunstancias que la pluviometría ha llegado a ser, en el año 2019, solo el 27% del promedio histórico y los caudales superficiales del río Maipo han disminuido al 51% de su media.
Eugenio Celedón Cariola, especialista en hidrogeología, socio fundador de Hidrogestión y autor del estudio, explica que “al verificar las condiciones pluviométricas e hídricas, tanto superficiales como subterráneas que se describen en el comportamiento histórico de los datos y antecedentes recogidos de la información que maneja y administra la Dirección General de Aguas (DGA), se puede concluir con propiedad objetiva que el embalse subterráneo de Santiago sigue siendo el pulmón o salvavidas natural para estas épocas críticas, representando un volumen cercano a 100 embalses de El Yeso de pura agua subterránea para atender los déficits superficiales y las necesidades de abastecimiento de la población, a través de soluciones estratégicas de largo plazo que terminen de una vez por todas con las amenazas de racionamiento de agua y de restricciones de riego para la pequeña agricultura”.
El documento aborda la evolución en el tiempo de los niveles de agua subterránea en el gran acuífero de la Región Metropolitana para un periodo estudiado que va desde 1965 a 2021, que considera el periodo de extensa sequía reciente (2006 a 2021) así como el 2019, que fue el de menor valor de agua caída, analizando las mediciones históricas en la RM obtenidas de 69 estaciones de la DGA- pluviométricas, fluviométricas y de niveles del acuífero – dando cuenta que la baja pluviometría regional ha tenido un efecto significativo en los cursos y disponibilidad de las aguas superficiales, pero que, en relación al agua subterránea, su impacto es marginal y muy poco significativo en la disminución del volumen almacenado de los recursos en el acuífero.
“Bajo el prisma histórico, es posible observar cómo es de resiliente este recurso en materia de solución a épocas de escasez hídrica. Si bien la utilización de este acuífero se puede mejorar en criterios de seguridad, desarrollando proyectos sencillos de recarga artificial en épocas húmedas, la inversión en el uso intensivo de las aguas subterráneas resulta una solución muy efectiva, de gran valor, sostenible, segura y significativa para reemplazar la ausencia de los recursos de agua superficiales”, destaca Celedón.
Cabe señalar además que, de acuerdo al estudio de Hidrogestión, el aprovechamiento de estos recursos subterráneos como compensación de la falta de agua superficiales en épocas de sequía, no es una novedad en nuestro país. El Estado, a través de la Corfo, fundadora de la especialidad de agua subterránea en nuestro país, desarrolló entre los años 1968 y 1969 la campaña denominada Plan Sequía, descargando agua subterránea en los canales que no tenían la disponibilidad de aguas superficiales, por la disminución significativa de las lluvias, mediante la construcción de pozos para aprovechamiento agrícola.
La diferencia con esa época, explica Celedón, es que en la actualidad se dispone de mayor conocimiento técnico y métodos de modelación numérica predictiva que, asociados al desarrollo de la tecnología, permiten mejorar las características y capacidades de ese tipo de soluciones al determinar de mejor forma y con más exactitud dónde existen las mejores condiciones para maximizar la obtención de caudales de extracción de aguas subterráneas y con ello disminuir el valor total de la inversión y costos de operación necesarios en obras de captación, generando en el corto plazo nuevos recursos de agua adicional como fuente de abastecimiento de las demandas de agua potable y riego agrícola de la RM, que compense los déficit ocurridos con la disminución de las aguas superficiales de los últimos años.
“Esa es la evaluación que creemos debe hacer el Estado y los privados relacionados al uso y distribución del recurso. Actualmente existen todas las herramientas para que los fondos comprometidos sean bien utilizados y con resultados asertivos. No tiene sentido seguir desperdiciando recursos en soluciones de corto plazo que no garantizan la disponibilidad de agua potable en los años futuros. Tenemos una fuente natural de socorro para resolver los problemas de abastecimiento en épocas de precariedad hídrica y un análisis empírico que permite su explotación y aprovechamiento para un objetivo de tipo social sin atentar contra su sostenibilidad en el tiempo”, enfatiza.
De acuerdo al estudio de Hidrogestión, aun cuando en un plazo de 30 años se multiplicaron por más de seis veces los derechos de aprovechamiento de aguas subterráneas (14 m3/s en 1980 a 90 m3/s en 2010) y, por consiguiente, la demanda al acuífero en la Región Metropolitana, el descenso del nivel estático no refleja cambios significativos en el tiempo por ese aumento de extracción, en cambio sí es más sensible a las variaciones de la pluviometría y, por consecuencia, de la recarga directa asociada a ella. En efecto, durante el periodo 1990 a 2010, a pesar del crecimiento de la demanda, los niveles del agua del acuífero mejoraron en el rango de hasta 7 m. producto del aumento de la recarga natural de una década con una gran pluviometría, que tuvo entre esos años al más lluvioso de nuestra estadística (2002), incluyendo una tormenta de periodo de retorno centenario.
Datos estudio «Resiliencia histórica del acuífero de Santiago 1965 a 2021»
Después del periodo seco entre 1965-1971, con una existencia muy menor de pozos de explotación, el acuífero «subió su nivel» alcanzando en el ´79 un volumen de aguas subterráneas de 30.000 millones de m3. Luego, en la década del 2000, época de la lluvia centenaria y mucha pluviometría, aumentó por sobre los valores históricos conocidos, con una variación que alcanzó para el volumen del acuífero un valor de hasta un 104% de su regulación estadística.
Bajo la perspectiva histórica, la variación real del acuífero principal de la Región Metropolitana durante estos últimos 14 años de tremenda sequía, sólo ha disminuido a un 96% de su volumen de regulación (lo que se ha «perdido» es equivalente a lo que habíamos «ganado»), mientas que desde el año 2006 a la fecha la media de lluvia anual se ha reducido desde 293 mm a 177 mm (61%), alcanzando en 2019 el valor más bajo de 82 mm, es decir, solo el 27% de la media pluviométrica, impactando negativamente en los caudales del río Maipo que pasó de tener 3.346 Mm3/año a una media de 2.531 Mm3/año y con un mínimo del año 2019 de 1.707 Mm3/año, es decir, solo el 51% del caudal medio histórico.
Frente a esa simetría en los cambios temporales de las variables lluvia y caudal superficial, en cambio, el volumen total de agua subterránea en el acuífero de la RM pasó de una media o 100% de 30.000 Hm3 a un periodo de crecimiento del 4% (32.000 Hm3) luego de la década lluviosa del 2000, para disminuir solo un 4% (30.000 Hm3) en la situación actual después de más de 14 años de sequía y un año de sequía extremo como el 2019.
Así, siendo el volumen útil total del embalse El Yeso de 230 Hm3 una medida de seguridad para el abastecimiento anual de agua potable de la RM y el volumen disponible actual del acuífero de Santiago del orden de 30.000 Hm3, es decir, más de 100 veces El Yeso, debería la concesionaria iniciar en forma inmediata la construcción o aprovechamiento intensivo de pozos profundos, que aumente su proporción de las aguas subterráneas, cuyo uso actual apenas alcanza al 20% del abastecimiento total de la demanda de la RM, pudiendo llegar a más del 50% del mismo.
En un escenario de persistencia de la sequía que largamente nos aqueja, para que efectivamente pueda evitarse el racionamiento, no bastan medidas de ordenamiento y búsqueda de eficiencia en uso y gobernanza, cuyas respuestas se verán en el mediano y largo plazo generando solo una parcialidad de los déficits existentes. Para resolver con eficacia el problema del corto plazo, se requiere de obras concretas que produzcan más agua, aumentando la disponibilidad real para la sanitaria en sus fuentes y liberando los recursos de la agricultura que ya son débiles, reforzando además un periodo de crisis alimentaria mundial en ciernes, protegiendo al país en su capacidad de producción agrícola.