La gestión del paisaje como herramienta para el manejo de áreas silvestres protegidas

Si bien hoy en día existe una importante superficie de Áreas Silvestres Protegidas en Chile (alrededor del 21% del territorio continental), la gestión y restauración de estas zonas ha sido deficiente y ha afectado el potencial que poseen para conservar su biodiversidad.

El 24 de agosto se celebra el Día Internacional de los Parques Nacionales, una de las categorías de conservación utilizada para declarar Áreas Silvestres Protegidas (ASP) en nuestro país. Los parques nacionales son áreas generalmente extensas, con ecosistemas representativos de la diversidad biológica natural del país, que no han sido alterados significativamente por la acción humana y sus componentes bióticos y abióticos son de especial interés educativo, científico o recreativo.

Claudia Crovetto

Si bien hoy en día existe una importante superficie de ASP en Chile (alrededor del 21% del territorio continental), la gestión y restauración de estas zonas ha sido deficiente y ha afectado el potencial que poseen para conservar su biodiversidad.

Una de las principales causas es el enfoque con que se abordan al momento de crear planes de restauración y manejo; considerando estas unidades como espacios aislados, delimitados geográficamente, sin conexión aparente con su entorno. Es necesario tener en cuenta que los procesos y servicios ecosistémicos no pueden ser limitados a un área específica, ya que en estas zonas existe un constante intercambio de materia, energía e información con su entorno; lo que influye en cómo se desarrollan los procesos ecológicos dentro de ellas y por ende cómo se ve afectada su capacidad de resguardar la biodiversidad que poseen.

Es en este ámbito que la escala de intervención en que se aborda la gestión de un parque nacional o de una ASP es fundamental a la hora de asegurar su sustentabilidad; donde la utilización de una escala de paisaje sería la más adecuada para comprender los procesos que se desarrollan dentro de un ASP y asegurar su conservación y restauración en el largo plazo.

¿Qué es el paisaje?

Desde la perspectiva de restauración y manejo de ASP, el paisaje se considera como el conjunto de parches o sistemas que se originan y se estructuran a través de la interacción, no sólo ecológica de sus componentes, sino que también a través de los procesos ocasionados por la incidencia de factores culturales, sociales y económicos del territorio en que se inserta. Es importante destacar que la interacción de los distintos elementos del paisaje genera diferentes propiedades emergentes, que lo caracterizan y distinguen de otros paisajes que pueden tener, a simple vista, los mismos componentes. Estas propiedades, como lo son la biodiversidad, tipo o características de los servicios ecosistémicos, dinámica de fragmentación de hábitat, entre otros; permiten entender el paisaje como una entidad integradora y sistémica, que no es sólo útil, sino esencial para el análisis y gestión de problemáticas locales y globales asociadas al manejo de una ASP. El paisaje resultante es el indicador clave de las interacciones de los distintos componentes que se presentan en un territorio.

Existen diferentes escalas de actuación al momento de manejar o restaurar una ASP. Podemos encontrar la escala de sitio, que hace referencia al manejo o restauración de un lugar acotado, principalmente enfocada a una especie en particular. Luego encontramos la escala de ecosistema que hace referencia a una escala mayor de intervención y su objetivo es principalmente restaurar sus características ecológicas. Y por último, tenemos la escala de paisaje, que considera no sólo los factores ecológicos, sino también características culturales, económicas y sociales del territorio. Esto nos permite una escala de intervención más amplia, lo que, si bien representa un desafío técnico y económico, favorece la sustentabilidad de las acciones de manejo y restauración a largo plazo, ya que considera la multifunción que posee un paisaje y por ende una ASP.

A nivel internacional existen diferentes iniciativas que se enfocan en la restauración y manejo a escala de paisaje. Entre ellas destacan el Desafío de Bonn, que aspira a restaurar 350 millones de hectáreas para el año 2030. También encontramos la iniciativa 20×20, que tiene por objetivo restaurar 50 millones de hectáreas al 2030.

A partir de esto, se estableció que la estrategia en Chile debía basarse en un Plan Nacional de Restauración de Paisajes (PNRP) entre el año 2020 al 2030. A través de los ministerios del Medio Ambiente y de Agricultura se desarrolla una agenda biministerial única y sinérgica en favor de la restauración de paisajes en el país. En este plan se define la restauración y manejo del paisaje como el “Proceso continuo de mejoramiento del bienestar humano y recuperación de la funcionalidad ecológica de paisajes de gran extensión y diversidad de usos, actores y ecosistemas, tanto terrestres como de aguas continentales y marino-costeros”, enfatizando que se trata de un proceso de largo plazo con el objetivo de restituir la funcionalidad ecológica y la calidad de vida de las comunidades.

El objetivo principal es promover el enfoque de restauración integral a escala de paisaje orientado a recuperar la funcionalidad de los ecosistemas y suelos degradados mediante la generación de los servicios ecosistémicos, la resiliencia de los territorios y comunidades ante los impactos del cambio climático.

El PNRP reconoce entre los distintos elementos que constituyen los paisajes a restaurar las ASP, corredores ecológicos, bosques nativos, sistemas agroforestales, bosques plantados, franjas ribereñas, humedales, zonas marino-costeras, asentamientos humanos, entre otros. Estas zonas interactúan constantemente con los distintos componentes del territorio donde se insertan, lo que hace prioritario abordar estos lugares desde una perspectiva global e integradora como lo es el paisaje.

Dentro de estas zonas cobra vital importancia la restauración y manejo de los bosques, tanto bosques naturales como plantados, en donde se pretende evitar o disminuir la fragmentación de hábitat, evitar la degradación y deforestación de estos ecosistemas y mantener la conectividad generando bosques sustentables en áreas degradadas como paisajes agrícolas o silvoagropecuarios, conciliando actividades productivas y de conservación. Es aquí donde la escala de Paisaje nos permite detectar zonas son prioritarias de conservación, de manera de asegurar la protección de los servicios ecosistémicos que éstas poseen.

Es relevante también destacar la importancia que tienen los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS) como ejes estructuradores de las políticas y planes en relación a la restauración de una ASP, específicamente los ODS 14 (Vida Submarina) y 15 (Ecosistemas Terrestres), junto con el ODS 17 (Alianzas Estratégicas), que es esencial para establecer las relaciones e interacciones de todos los componentes del Paisaje, incluidos sus actores sociales, a la hora de restaurarlo y protegerlo.

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