Informe advierte reducción del 94% de biodiversidad en América Latina

Según reporta el informe del Planeta Vivo de WWF la región presenta la mayor pérdida en mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces entre 1970 y 2016.

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El informe del Planeta Vivo, en su edición 2020, subraya que globalmente las poblaciones monitoreadas de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios han disminuido en 68% en promedio. Sin embargo, en América Latina el resultado es más impactante, con una reducción en promedio del 94%. Esta pérdida en biodiversidad se debería en un 51,2% a la degradación de los suelos.

El informe explica que el suelo es un componente crucial del entorno natural. Sin la biodiversidad del suelo, los ecosistemas terrestres pueden colapsar, pues hasta el 90% de los organismos vivos de estos ecosistemas, incluidos algunos polinizadores, pasan parte de su ciclo de vida en estos hábitats. Estos cambios en el suelo se deberían a la agricultura insostenible, la infraestructura, el crecimiento urbano, la producción de energía y la minería.

“Además de la producción de alimentos, la biodiversidad del suelo proporciona una amplia gama de funciones y servicios de los ecosistemas, incluida la retención y purificación del agua, el ciclo de los nutrientes, la degradación de algunos contaminantes y la regulación de los gases de efecto invernadero, así como el mantenimiento de plantas y animales”, puntualizó Luis Germán Naranjo, director de conservación y gobernanza de WWF Colombia.

Uno de los parámetros más importantes en el reporte de la World Wildlife Found (WWF), es el Índice del Planeta Vivo (IPV). Este mide la abundancia de más de 27 mil poblaciones de mamíferos, aves, peces, reptiles y anfibios a nivel global; con el fin de calcular sus cambios porcentuales medios en términos de abundancia entre 1970 y 2016. En este sentido, la disminución general del IPV de América Latina y el Caribe se debe a tendencias negativas en reptiles, anfibios y peces, grupos que se ven afectados por una variedad de amenazas, como la sobreexplotación, la fragmentación de su hábitat, enfermedades, entre otras. 

La conclusión es clara: la naturaleza está siendo transformada y destruida a una velocidad sin precedentes en la historia, con un costo muy alto para el bienestar del planeta y de la humanidad. La pérdida de biodiversidad es un auténtico reto para la economía, el desarrollo y la seguridad global”, indicó Roberto Troya, director regional de WWF para América Latina y el Caribe.

El informe previene que la pérdida de biodiversidad amenaza también la seguridad alimentaria, por lo que se necesitan acciones para transformar nuestro sistema alimentario mundial. El gran reto consistiría en modificar las prácticas agrícolas y pesqueras, buena parte de éstas insostenibles. Para el caso de la agricultura esto significa la aplicación de prácticas agroecológicas, reducir el uso de químicos, fertilizantes y pesticidas, así como proteger nuestros suelos y polinizadores.

También el reporte alerta sobre el creciente riesgo de extinción de especies vegetales. De hecho, la cantidad de estas especies extintas documentadas dobla la suma de mamíferos, aves y anfibios extintos. Se calcula que una de cada cinco especies vegetales (22%) se encuentra amenazada de extinción, en su mayoría en zonas tropicales. Su pérdida conlleva graves consecuencias, pues las plantas constituyen los pilares estructurales y ecológicos de virtualmente todos los ecosistemas terrestres. Por otro lado, cabe destacar que, según el informe existen evidencias de un declive reciente y acelerado de la abundancia de insectos, de su diversidad y biomasa, particularmente en Europa Occidental y en Norteamérica.

En el caso de Chile, se distingue su alta huella ecológica per cápita, siendo el único país de la región que se ubica en el rango de 3,5 a 5 hectáreas globales por persona (hag/persona). Los demás se ubican entre 1,6 y 3,5 hag/persona. Esto habla de los patrones de consumo, de los recursos naturales utilizados y del dióxido de carbono emitido para suministrar los bienes y servicios consumidos por los habitantes del país.

Las cifras del informe Planeta Vivo pueden parecer desalentadoras, pero lo cierto es que el reporte también muestra que aún estamos a tiempo para revertir las tendencias más preocupantes. Esto sin duda demandará un esfuerzo global para cambiar la manera en que producimos y consumimos alimentos y energía, y también avanzar hacia un modelo de desarrollo que instale al medio ambiente entre sus prioridades, considerando los límites de la naturaleza”, señala Ricardo Bosshard, director de WWF Chile.

La pérdida de la naturaleza amenaza con desacelerar y, en algunos casos, revertir las tendencias positivas de salud y bienestar. Un buen ejemplo de ello es la reciente emergencia de enfermedades zoonóticas, provocadas en gran medida por la degradación medioambiental. Si bien los orígenes exactos del coronavirus siguen siendo inciertos, hasta el 60% de las enfermedades infecciosas actuales proceden de animales, y casi las tres cuartas partes de éstas de animales silvestres.

La pérdida de hábitats, la modificación de ambientes naturales y, en general, la pérdida de biodiversidad son factores que han propagado las enfermedades infecciosas emergentes. Las enfermedades que se originan en animales causan casi 3 millones de muertes cada año. Para prevenir futuras pandemias tenemos que cambiar y restaurar la relación de la humanidad con la naturaleza”, comentó María José Villanueva, directora de conservación de WWF México.

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