Importancia del árbol urbano

Si consideramos que en los próximos años más del 50% de la población mundial vivirá en zonas urbanas, nos daremos cuenta que el árbol urbano se presenta como un elemento esencial al momento de mitigar el impacto causado por la deforestación generada por este cambio de uso de suelo.

Las celebraciones entorno a la importancia de los árboles existen desde hace muchos años y en diversos lugares. Sin embargo, fue el 28 de junio de 1969, en la ciudad de Roma, cuando se instauró la celebración del Día Mundial del Árbol, promulgado por el Congreso Forestal Mundial. Su objetivo principal era destacar la enorme importancia que tienen los árboles y el papel que juegan en la conservación del medio ambiente.

Los árboles cumplen diversas funciones ecosistémicas, purifican el aire, ayudan a la prevención de la erosión del suelo, son captadores esenciales de CO2, regulan la temperatura, reducen el ruido, producen biomasa, entre otros servicios medioambientales que realizan para al ser humano y la naturaleza.

Actualmente, una de sus principales amenazas es el crecimiento urbano. Si consideramos que en los próximos años más del 50% de la población mundial vivirá en zonas urbanas, nos daremos cuenta que el árbol urbano se presenta como un elemento esencial al momento de mitigar el impacto causado por la deforestación generada por este cambio de uso de suelo.

Desde la perspectiva de la ecología urbana, los árboles cumplen un papel primordial en el desarrollo de distintas funciones del ecosistema urbano. Por ejemplo, participan de la eficiencia energética de las ciudades; colocados en forma adecuada en torno a edificios pueden reducir las necesidades de climatización entre un 30% a 50%. Mejoran la salud física y mental de los habitantes, debido a que el contacto con ellos aumenta los niveles de energía y disminuye el estrés.

Son también esenciales a la hora de conservar o aumentar la biodiversidad urbana, sirviendo como hábitat o conformando corredores biogeográficos de especies que han sido desplazadas. A su vez, sirven como filtro de contaminantes atmosféricos y ayudan a la oxigenación de las ciudades, entre otros muchos beneficios.

En Chile existen distintas normativas respecto al arbolado urbano de las ciudades, principalmente ordenanzas municipales de las direcciones de aseo y ornato, que entregan las directrices de los tipos de árboles y su manejo. Sin embargo, no existe una visión integral para la planificación y gestión a nivel global de los árboles en las ciudades, lo que se traduce en que la trama urbana en su totalidad presente diferencias significativas respecto a la ubicación, tipo de especies (en su mayoría encontramos especies introducidas y en menor porcentaje nativas) y estado fitosanitario de los árboles según la comuna en que se encuentren.

En muchas comunas no existen catastros actualizados de las especies que se encuentran en calles y avenidas; tampoco de su estado fitosanitario el que en diversas ocasiones observamos que es deficiente, provocado por podas mal realizadas, antigüedad del ejemplar, enfermedades y plagas no controladas. Otro problema importante es el que tipo de especie seleccionada muchas veces no es la adecuada para este uso, por ejemplo, las raíces rompen el pavimento, o sus frutos lo tiñen y deterioran. Junto con esto, el porcentaje de especies nativas o ecológicas equivalentes utilizadas es bajo, lo que desde el punto de vista ambiental o ecosistémico no es sustentable. 

Es en este contexto que la planificación urbana pasa a ser una herramienta importante al momento de gestionar la presencia de los árboles en las ciudades. Hoy en Chile existen muchas zonas urbanas residuales o pequeños sitios eriazos que son producto de un crecimiento sin planificación territorial; donde encontramos retazos de terrenos como bandejones, esquinas, rotondas, entre otros; que se presentan como “no lugares”, espacios sin una función aparente, muchas veces destinados a convertirse en basurales o zonas aptas para la delincuencia o el narcotráfico.

Actualmente, existe una iniciativa del gobierno de plantar un árbol por cada habitante del país; pero creemos que esto no se puede hacer solamente con el objetivo de completar un número (aproximadamente 18 millones de árboles), sino que se debe considerar una estrategia más integral para dar cumplimiento a este objetivo. Por ejemplo, podría enfocarse en hacer primero un catastro de estas áreas residuales, que principalmente se encuentran en comunas de bajos recursos, con una notable desigualdad territorial, y poder orientar  la plantación de los árboles en estas zonas, creando pequeños pulmones verdes que cumplirían más de un objetivo como ya lo mencionamos anteriormente.

Es desde este enfoque que consideramos que la planificación y gestión del arbolado urbano es uno de los ejes importantes a considerar si queremos crear ciudades más sostenibles y eficientes.

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