Clasificación de especies en Chile: 56% de anfibios y 23% de mamíferos están en peligro de extinción

0
1537

 

El Tuco Tuco de Magallanes, roedor herbívoro de pelaje suave, denso y largo, es endémico del sur de Chile y Argentina. Es la única especie del género Ctenomys -que incluye puercoespines, chinchillas y coipos- que habita Tierra del Fuego.

 

De sus cinco subespecies, la que habitaba el extremo nororiental de isla Riesco (magellanicus dicki), desapareció. Ya en los 80 se sospechaba su estado crítico, pero este año el Proceso de Clasificación de Especies -dirigido por el Ministerio de Medio Ambiente- lo declaró definitivamente extinto. Otras cuatro subespecies están vulnerables en distintas zonas del país.

 

No es el único. La chinchilla de cola corta y el zarapito boreal también están en peligro crítico, según el último proceso de clasificación que analizó 110 especies.

 

El proceso, que acaba de finalizar su novena versión, ha logrado clasificar 718 especies que habitan el país. Sumando otros sistemas de clasificación, son 1.009 especies las catastradas, de un total de más 30 mil especies nativas.

 

De ellas, los grupos de peces continentales, anfibios y mamíferos están casi completos. En el caso de los primeros, 23 especies están en peligro o peligro crítico: el 73% de su población total. En los anfibios el 56% está amenazado y el 23% de los mamíferos. Del resto de los grupos, como insectos o plantas, no es posible llegar a un porcentaje tan certero, pues son tantas las especies que sólo se han enfocado en los que se sabe que tienen riesgo.

 

En el caso de los mamíferos, ballenas, roedores y felinos están entre los amenazados. Además de la caza y pérdida de hábitat, sufren la escasez de sus alimentos. “Las poblaciones de ballenas eran muchísimo más abundantes, la sobrecaza llevó al colapso de las poblaciones, en especial de la ballena azul. Algunas, como las francas, que pasan por nuestra la costa, llegaron a tener menos de 200 ejemplares en todo el litoral”, dice José Yáñez, jefe científico del Museo Nacional de Historia Natural.

 

Ahora que la caza está prohibida, la amenaza es la degradación de su hábitat por tráfico marítimo, ruidos, superposición con la acuicultura y basura, entre otras.

 

Los felinos, como el gato montés andino, el gato güiña o el puma (vulnerables o casi amenazados) necesitan gran territorio para subsistir y como son pocos, la persecución y matanza los pone fácilmente en peligro.

 

El tamaño de su población, su período reproductivo y el número de avistamientos están entre los criterios para establecer el peligro en que se encuentra una especie. Pero entre las causas de vulnerabilidad, la mayoría es por el hombre. “Los humanos ocupamos los hábitat silvestres cada vez más; urbanizando, transformando ecosistemas en agroecosistemas. En ellos no tienen cabida los que estaban en el ecosistema natural antiguo y se extinguen”, dice Yáñez.

 

Lohengrin Cavieres, académico de la U. de Concepción e investigador del Instituto de Ecología y Biodiversidad, agrega que “especialmente entre las regiones de Coquimbo y Los Lagos es donde han ocurrido las mayores transformaciones del paisaje y donde más han estado y siguen estando las especies bajo amenaza ”, dice.

 

No sólo la tala de bosques y su reemplazo por plantaciones de uso forestal y agrícola han modificado la cadena alimenticia, también la entrada de especies foráneas que afecta, sobre todo al archipiélago Juan Fernández, donde un gran porcentaje de su biodiversidad es endémica.

 

Un caso similar se está advirtiendo en Paposo, al suroeste de Antofagasta, donde la vaquita del desierto, un coleóptero de 18 mm de longitud, el michay de Paposo, especie endémica que habita sólo en las quebradas costeras del lugar, y la dalea -arbusto endémico de la zona- están en peligro. “En el pasado hubo una gran cantidad de cabras que ahora ha ido disminuyendo. Estas, bajo malos sistemas de manejo, son tremendamente nocivas para la vegetación nativa y consumieron muchas de estas especies”, explica Charif Tala, jefe del departamento de Biodiversidad del Ministerio del Medio Ambiente.

 

“Paposo es un lugar extraordinario en términos de endemismo, biodiversidad y distribuciones restringidas, no sólo de artrópodos. Se hace necesario dejar a Paposo como una Reserva Nacional”, dice el entomólogo Jaime Pizarro, académico de la U. de La Serena.

 

Fuente: La Tercera

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Ingrese su nombre aquí