El megaproyecto inmobiliario que pone en riesgo a los acantilados de Quirilluca

El proyecto inmobiliario Maratué, de la familia Lería, triplicaría la población existente en la comuna de Puchuncaví. 14.180 viviendas se pretenden construir en un sitio declarado como prioritario para la biodiversidad. El proyecto ha ido más allá de la normativa y contempla un área de conservación, pero no es protección suficiente según la comunidad vecinal. Distintas organizaciones se han levantado a defender lo que para ellos es la mayor riqueza natural de la zona.

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En los acantilados de Quirilluca, a 5 kilómetros de Horcón, todo permanece intacto. Al acercarse es posible ver una gran cantidad de aves volando sobre el mar. Cuando atardece y los bañistas dejan la playa, todo el sector queda en paz. El silencio irrumpe y las aves tranquilamente bajan del acantilado para posar sus patas en la arena y disfrutar de la comida que el mar les entrega. A la distancia, en el océano, se visibilizan entre las olas a algunos chungungos, quienes con ágiles movimientos buscan a sus presas.

Sin embargo, todo está por cambiar. A 150 metros de esta zona se ubicarán las viviendas más caras del proyecto inmobiliario Maratué, con un valor que llega a los 5.000 UF. Las más baratas serán las viviendas subsidiables, las cuales costarán 500 UF. Un 70% de las construcciones pretenden destinarse a primera vivienda, entre casas y departamentos, e incluso habrá un centro comercial.

La inmobiliaria El Refugio pretende empezar en un año y medio las construcciones, si logra la aprobación de los distintos organismos en el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA). Se contempla que en 1.045 hectáreas (ha) urbanas se construyan 14.180 viviendas en un periodo de 45 años.

Quirilluca es un sitio categorizado como prioritario Nº1 para la conservación de la biodiversidad por CONAMA Región de Valparaíso, en el marco de la “Estrategia Regional para la Conservación de la Biodiversidad”. Ubicado en la comuna de Puchuncaví, es el principal sector de anidación del piquero común y de la gaviota dominicana. Particular importancia tienen los piqueros en el lugar, al ser la única colonia de este tipo localizada en territorio continental, según Codeff. Por lo demás, es una especie sumamente sensible a agentes externos, como la luz, el ruido y las personas. Así, este lugar cumple con las condiciones precisas para que los piqueros se desarrollen.

Se destaca también la presencia de bosques de belloto del norte, especie arbórea declarada Monumento Nacional y vulnerable. En estos bosques se encuentran una gran diversidad de especies tales como cururos, en peligro de extinción, zorros chilla y quiques, también declarados vulnerables, entre muchas otras más. Es además un lugar de alto valor geológico al encontrarse distintos conchales y restos arqueológicos de la tradición Bato. Por ello es uno de los seis geositios declarados en la quinta región. Se trata del último gran terreno que permanece virgen en la zona.

En consecuencia, las organizaciones de la comuna, tales como Mujeres en Zona de Sacrificio Quintero-Puchuncaví, Ni Un Fierro Más, Agrupación Proyecto Geoparque Puchuncaví, Sindicato de Pescadores, artesanos y las juntas de vecinos están uniendo sus fuerzas para proteger este lugar. El Estudio de Impacto Ambiental (EIA) se hizo público el 7 de septiembre. Desde entonces, las organizaciones empezaron a averiguar los alcances que tiene y la repercusión del proyecto para la comunidad. Una de las principales preocupaciones es que cada verano se sobrepasará la capacidad de carga que tienen las 4 pequeñas playas del lugar, alterando la vida de los animales que las habitan.

Los vecinos señalan que hay organización pero que aún están trabajando de forma muy independiente. Afirman que es momento de unirse, juntar a más personas y crear conciencia sobre el tema. “Mucha gente está interesada en frenar esto porque comprenden que corrompe con el sistema de vida que deciden vivir”, asegura Mario Rubiño, licenciado en Derecho y residente de Puchuncaví.

Maratúe

En el 2011, la inmobiliaria El Refugio, perteneciente a Osler Inversiones, tomó posesión de los terrenos. Oscar Lería, junto a su hermano Jaime, llegó a ver un pequeño campo al sector, cuando de pronto se percató que estaba a la venta el Ex Fundo Quirilluca. Le preguntó a su hermano por qué no ese, a lo que él le respondió que por temas ambientales era complicado. “Lo que mi tío vio como complicado, mi papá lo vio como un atributo”, dice Claudia Lería, titular del proyecto Maratué y directora de Osler Inversiones.

Con una inversión de 2.000 millones de dólares, el proyecto involucra un desarrollo urbano de 889 ha y un área de conservación de 125 ha. “Poner los atributos ambientales primero y después ver dónde se puede desarrollar. Generalmente los inversionistas no entienden que se puede conservar y proteger en paralelo”, señala Felipe Lizana, gerente a cargo de Maratué y gerente inmobiliario de Osler Inversiones. Esa es la visión que la empresa dice tener para este proyecto, razón por la cual pretenden postular un porcentaje del área de conservación como Santuario de la Naturaleza.  Además, preservarán los dos humedales que se encuentran dentro del terreno.

Los inversionistas están yendo más allá de la normativa, ya que los planos reguladores no protegen los acantilados ni los humedales. Lo único realmente protegido es el bosque de belloto. “Acá te tienes que imaginar un gran parque, donde fomentaremos la visita guiada y controlada con el foco de conservar y educar”, señala Lería.

En un principio, el proyecto no tenía contemplado un Santuario de la Naturaleza, pero luego de conversaciones con vecinos y expertos, entre ellos el Grupo de Acción Ecológica Chinchimén, la empresa decidió proponer dicha connotación. “En términos de biodiversidad, creo que el proyecto viene muy bien porque se aleja un kilómetro y medio de los piqueros, conserva el belloto del norte y se aleja del borde costero”, comenta Javier Trivelli, presidente del Grupo de Acción Ecológica Chinchimén. También afirma que como organización están dispuestos a trabajar con ellos por la conservación.

Sin embargo, esto no ha sido suficiente para que la comunidad se muestre a favor. Alegan que la preservación real es una parte muy pequeña considerando el tamaño del proyecto. Del total, 12% se destinará a zona de conservación pero sólo 6,3% del terreno se propone como Santuario de la Naturaleza. Javiera López, activista de la Agrupación Proyecto Geoparque Puchuncaví y residente de Horcón, sostiene que si bien este proyecto tiene consideraciones que otros no, no quiere decir que sea un buen proyecto. “Tendrá un impacto terrible por la magnitud que tiene”, agrega.

Manuel Millones, director de la Comisión de Patrimonio del Consejo Regional, argumenta que 14.000 viviendas sobre un ecosistema frágil significaría la destrucción de dichos lugares. “Hasta el momento el proyecto no garantiza hacerse cargo de estas inquietudes”, dice. Millones recomienda aumentar la cantidad de hectáreas destinadas a la conservación. “Es prácticamente una ciudad, no es un tema menor”, declara.

Desarrollo urbano

Puchuncaví es una comuna conformada por 22 localidades, donde habitan 17.762 personas, según el Instituto Nacional de Estadísticas. Allí no hay hospitales, sólo consultorios, ni tampoco hay colegios particulares pagados. Existe un colegio particular subvencionado y 14 municipales. Conforme a CASEN, 15% de la población está en situación de pobreza por ingreso.

Es conocida por los lugareños como una “zona de sacrificio” por velar por el desarrollo económico nacional por sobre la salud de la población. En la comuna hay al menos cuatro termoeléctricas y dos plantas de productos químicos. Desde el 2011, 91 escolares han resultado intoxicados por la emanación de gases.

López asegura con firmeza que la comuna no está preparada para recibir a 56.000 personas, lo que sería aproximadamente la población de Maratué. No obstante, desde Osler Inversiones afirman que se destinarán 25 ha para hospitales y colegios creados a medida que aumente la demanda. “El proyecto no crece solo. Crece Puchuncaví”, manifiesta Lería.

Pero justamente a eso apelan las organizaciones. El proyecto busca urbanizar un sector que es rural, cambiando el ritmo de vida de los locales. Desde las oficinas de Osler Inversiones lo ven como algo sumamente positivo, pero las organizaciones señalan que para la gran mayoría de Puchuncaví es algo más bien negativo. Otro elemento positivo, argumenta la empresa, es que dará trabajo directo a 656 personas como máximo en cada año de construcción. Luego está el trabajo indirecto, tales como técnicos electricistas, guardaparques, jardineros, comerciantes y todo lo que involucra una zona urbanizada.

Las organizaciones responden que el número de trabajos directos corresponde sólo al 3,6% de la población de Puchuncaví. “No está pensando para la gente de acá y quienes sufrirán las consecuencias somos nosotros. La gente ha decidido vivir de forma rural, tranquila, valorando la riqueza natural”, expresa López.

Por otro lado, la magnitud del proyecto tiene su justificación. Desde la empresa dan razón a esta cantidad de viviendas por la necesidad habitacional que hay en la región, donde la tasa de crecimiento poblacional es del 1,1% anual. Del total, Maratué tiene contempladas 2.101 viviendas subsidiables. La empresa decidió incorporar esta categoría luego de las reuniones con los vecinos, quienes les expresaron que de otra forma, no serían capaces de acceder a ellas. “Sí hay falta de viviendas, sí hay falta de vivienda social, pero hay que ser muy cuidadoso con el impacto ambiental”, afirma Millones.

Otro problema para la comunidad es que aseguran que perderán a Playa Luna, el único balneario nudista del país, donde los habitantes y turistas se dirigen para practicar naturismo, ejercicio de quienes sostienen que la desnudez es conveniente para un equilibrio físico y moral. Si bien la inmobiliaria extendió el santuario hacia el lado sur para darle privacidad a la playa, habrán departamentos a 150 metros de ésta.

Sin respuesta

El abastecimiento de agua potable y el tratamiento de aguas servidas produce particular inquietud en las autoridades, ya que este sector no cuenta con agua ni alcantarillado. En el EIA la empresa no especifica cómo resolverán el problema. Si bien, la inmobiliaria cuenta con la factibilidad por parte de la sanitaria Aguas Santiago Norte, ésta no tiene los permisos de la autoridad sanitaria regional. En el pronunciamiento de la municipalidad de Puchuncaví sobre el EIA, se establece que “de solicitar conectarse con las redes existentes en la comuna, éstas sólo están diseñadas para la población actual y no para dar conexión o abastecer un proyecto que triplica la población”.

La misma inquietud declara la SEREMI de Medioambiente y la Superintendencia de Servicios Sanitarios en sus respectivos pronunciamientos. Si hay intervención en las napas subterráneas, peligrarían los dos humedales que la empresa busca proteger y también el bosque de belloto, que necesita esta agua para subsistir. Desde Osler Inversiones no supieron dar respuesta a esta interrogante por el momento.

El tema de los residuos sólidos es otro asunto que queda sin respuesta. La inmobiliaria no indica dónde dispondrá sus residuos, tanto en la etapa de construcción como operación del proyecto, considerando que el vertedero de Puchuncaví se cierra en diciembre de este año. El municipio afirma no tener los medios para dar factibilidad de retiro de los residuos domiciliarios que estipula el proyecto.

Los animales domésticos son otro peligro para la fauna nativa. Un informe de Conaf sobre ataques de perros y gatos a fauna silvestre mostró que entre 2007 y 2012 hubo 429 animales nativos afectados por ataques de perros y gatos. Rodrigo Villalobos, veterinario de la Universidad de Chile y PhD candidate of Conservation Sciences de la Universidad de Minnesota, señala que particularmente perros y gatos depredarían sobre reptiles, roedores, aves y polluelos en Quirilluca. “Además de depredar, podrían contagiar enfermedades como distemper y sarna sacróptica a los zorros chilla, quiques y probablemente hasta a los chungungos que viven en el sector”, explica.

El experto asegura que animales domésticos y nativos pueden convivir en un entorno pero con un control estricto de número y cuidado de las mascotas. No dejar sueltos a los perros, siempre pasearlos con correa, estar desparasitados, vacunados y recoger sus deposiciones serían algunas de las reglas básicas para evitar una masacre en la fauna nativa.

El legado

Oscar Lería apuesta por crear un lugar en donde la gente joven de clase media opte por salir de los barrios más saturados de la quinta región. Su hija Claudia, declara que su papá tiene una visión muy armónica de cómo tienen que ser las viviendas de las personas. No deben vivir en calles chicas, en poblaciones mal armadas, en casas de mal aspecto. Por el contrario, deben contar con espacios y áreas verdes donde la gente pueda ir a pasear. “Por la etapa de vida en la cual está Oscar, él lo ve como un legado”, dice Lizana.

Los inversionistas afirman que con el proyecto se le dará una protección a los acantilados que actualmente no existe y que será un legado para la misma gente de la comuna. “Creen que por ser prioritario el sitio es de ellos, pero no es así. La realidad no dice eso”, declara Lería, proponiendo un desarrollo urbano, pero un “desarrollo armónico y ordenado”, agrega.

Quienes están a favor o en contra del proyecto concuerdan con una cosa: se conocerá como la ciudad de Lería. Sobre el legado del empresario, Rubiño comenta reflexionando: “Cuando mis nietos me pregunten qué había en esos hoyos de los acantilados les diré que antiguamente eran nidos de piqueros. Ese será su legado”.

Ya ha habido una manifestación para luchar por el patrimonio ambiental y cultural de la comuna y los activistas pretenden apelar a más. Afirman que es de las únicas herramientas que les quedan y lamentan la situación, acusando la negligencia y falta de voluntad política de las autoridades por no haber solucionado el tema a tiempo. “Quirilluca siempre ha cumplido con los requisitos para ser declarado área protegida”, sostiene Rubiño.

Macarena Herrera escribió este reportaje en el curso Taller de Prensa Escrita de la Facultad de Comunicaciones UC.

 

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