Valoración del agua

Para garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos, es prioritario implementar la gestión integrada de los recursos hídricos a todos los niveles, con énfasis en la protección y restauración de ecosistemas relacionados con el agua.

Este 22 de marzo, en el Día Mundial del Agua, el Banco Mundial publicará su informe anual sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos en el Mundo 2021, enfocado en la Valoración del Agua.  Este informe enfatizará el hecho de que el agua posee una diversidad de significados para diferentes personas y sus entornos, por lo que relevar la diversidad de formas en que el agua hace posible y beneficia nuestras vidas, apunta a valorar el agua de manera adecuada y con ello protegerla de forma efectiva para todos nosotros.

Esta valoración es fundamental para alcanzar lo que propenden los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.  En particular, el Objetivo N°6 de Agua Limpia y Saneamiento, apunta a las dimensiones del problema hídrico mundial, fijando como meta para el 2030 el logro de un acceso universal y equitativo al agua potable y a su saneamiento e higiene, mejorando la calidad del agua y el uso en todos los sectores y con ello asegurar la sostenibilidad de su extracción y abastecimiento.

Para garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos, es prioritario implementar la gestión integrada de los recursos hídricos a todos los niveles, con énfasis en la protección y restauración de ecosistemas relacionados con el agua. Propiciar una cooperación internacional respecto al agua y la creación de capacidades para la captación, desalinización, uso y reutilización. Para lograr lo antes señalado, se requiere de una participación inclusiva y activa las de comunidades locales en la gestión y saneamiento del agua.

Valorar el agua en todas sus dimensiones implica incorporar políticas, estrategias y planes específicas para diversos sectores, las que deben estar apuntando de forma coherente, al logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de esta década.

En el entendido de que el agua es esencial para la realización del derecho tanto a una alimentación adecuada en el contexto de la seguridad alimentaria, como del derecho a agua potable sana y al saneamiento, se hace necesario promover la gestión y conservación sostenible de los ecosistemas a fin de mantener la disponibilidad, la calidad y la fiabilidad del suministro hídrico en favor de la seguridad alimentaria y nutrición, propiciando acceso equitativo al agua y mejorando eficiencia y diversidad del uso del agua para aumentar la productividad de los sistemas agrícolas e incorporando conocimientos y tecnologías relacionados al agua. En nuestro país cerca de ¾ del agua consumida se dedica a actividades agrícolas, fuente de recursos alimenticios fundamentales para el desarrollo del país.

En lo que respecta a los derechos humanos al agua y su saneamiento, es de vital importancia reducir la desigualdad en su acceso, asegurando el mantenimiento del acceso a servicios a gran escala. Es fundamental el desarrollo resiliente, para lo cual la adaptación al cambio climático y la protección del medio ambiente debe ser incorporado en las comunidades y los gobiernos locales y regionales, contemplando los sistemas con enfoque de cuenca. Las consecuencias negativas del cambio climático y la degradación ambiental incrementan estos riesgos.

El hecho de acoplar estas diversas miradas y necesidades sobre el agua requiere de un gran esfuerzo de coordinación entre todos los actores vinculados a su uso, en una gobernanza que asegure la consecución de sus expectativas respecto al agua. Nuestro país está avanzando en este camino al poner foco en la cuenca como unidad de análisis y acción respecto al agua, su sostenibilidad y disponibilidad. Desde la Dirección General de Aguas del Ministerio de Obras Públicas, el país se alinea con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 6, y fija para el término de esta década, planes estratégicos de gestión hídrica para cada una de las 101 cuencas del país.

Estos planes de cuenca, consideran una completa caracterización de todas las dimensiones de cada cuenca, actualizable en el tiempo y homologable con las otras cuencas, esto con el fin de relevar desde lo físico, ambiental, climático, infraestructura, hasta las relaciones y formas de acción de los actores de la misma.  La conciencia de todas estas dimensiones a escala de cuenca hídrica es el primer paso para poder valorar el agua.

En la caracterización de la demanda física y legal del agua de cada cuenca priman el consumo humano y el uso agrícola y todos los aspectos de eficiencia de uso y las series históricas tantos de estos, como en ámbitos mineros, industriales y otros menores en uso. Adicionalmente se consideran de forma relevante las necesidades mínimas ambientales, tanto desde ecosistemas como los caudales ecológicos asociados a los derechos de aprovechamiento y uso. Cautelar estas componentes de uso aportan activamente en las metas del ODS 6.

Toda esta demanda es soportada por una oferta cada vez más escasa y crítica, de un agua disponible tanto en sus cauces superficiales, como en sus aguas subterráneas y en algunos casos en sus glaciares. Oferta que tiene un comportamiento histórico a la baja, influenciado por una crisis climática a la que se le suma una megasequía, que presiona estas fuentes naturales a una condición de escasez que se corre activa y rápidamente hacia tierras australes del país.

El determinar oferta y demanda de agua en las cuencas con su características físicas, ambientales, legales y relacionales actualizadas, actualizables y comparables con las otras cuencas, habilitan la instalación de modelos numéricos que integran la hidrología superficial con la subterránea a una escala de cuenca, lo que harán más precisos que nunca el comportamiento hídrico de la cuenca, su historia y proyecciones hacia el 2030 y más adelante.

De ellos se obtienen escenarios hídricos que son consecuencia de posibles decisiones de los actores de la cuenca, lo que servirán de sustento a decisiones que, integrando todos los procesos, apuntan a una mejor valoración del agua en la cuenca.  La sustentabilidad hídrica de la cuenca se monitorea a través de indicadores que faciliten los procesos de gobernanza hídrica de la cuenca, incorporando en ellos a nuevas fuentes de agua, para el caso de cuencas en condiciones de escasez hídrica.

Esta mirada integradora de los diversos valores del agua, desde la cuenca y sus actores plantean desafíos de coordinación entre cuencas, en el que los datos e información actual y futura debe estar organizada y disponible para apoyar la toma de decisiones y de esta forma la consigna de este año para el día internacional del agua sea un tránsito desde la valoración a la acción mirando el 2030 con las metas hídricas logradas.

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