Urbanismo regenerativo: transformando ciudades para un futuro resiliente

Es imprescindible revisar los conceptos tradicionales del urbanismo y desarrollar nuevos enfoques que puedan enfrentar los grandes desafíos que vivimos hoy. Desde el cambio climático hasta las crisis geopolíticas, económicas y sociales, estamos obligados a replantear la planificación urbana y el diseño urbanístico, incorporando herramientas y metodologías innovadoras y sostenibles.

Ciudad de Santander, España.

Según estimaciones de la ONU, más del 55% de la población mundial vive en áreas urbanas, y se estima que para 2050 esta cifra aumentará a un 70%. Este acelerado crecimiento urbano plantea retos críticos frente a la crisis climática, con consecuencias directas que afectan la calidad de vida de los ciudadanos, como olas de calor extremo, inundaciones, contaminación, pérdida de biodiversidad, entre otras. La vulnerabilidad de las infraestructuras urbanas ante estos fenómenos incrementa las desigualdades sociales, afectando en mayor proporción a las comunidades más vulnerables, que a menudo viven en áreas urbanas con menor capacidad para enfrentar estos impactos.

Claudia Crovetto

Por esto es imprescindible revisar los conceptos tradicionales del urbanismo y desarrollar nuevos enfoques que puedan enfrentar los grandes desafíos que vivimos hoy. Desde el cambio climático hasta las crisis geopolíticas, económicas y sociales, estamos obligados a replantear la planificación urbana y el diseño urbanístico, incorporando herramientas y metodologías innovadoras y sostenibles.

El urbanismo regenerativo nos permite reconocer las necesidades, oportunidades, los límites y potencialidades de las ciudades y territorios, considerando las diferentes escalas de análisis, desde la ecorregión hasta el espacio público. Además, ayuda a fortalecer la cohesión social mediante la participación activa de la ciudadanía en la toma de decisiones, que ayuda a establecer un modelo de gobernanza y de autogestión de las comunidades locales, abarcando los retos diarios con estrategias especificas que impactan en toda la ciudad, desde lo local a lo global.

Este enfoque, que ha adquirido mayor relevancia en las últimas décadas desde la publicación del libro Regenerative Design for Sustainable Development de John Tillman Lyle en 1994, se centra en que las ciudades, además de ser funcionales y estéticamente atractivas, deben ser también regenerativas, circulares, inclusivas, resilientes y amigables con el medio ambiente.

A diferencia del urbanismo convencional, que suele enfocarse en el desarrollo de nuevas áreas, el urbanismo regenerativo busca revitalizar y transformar los espacios ya construidos, otorgándoles una nueva vida. Es un proceso endógeno que se basa en utilizar y gestionar de manera eficiente los recursos ya presentes en el territorio.

Cuando hablamos de ciudades más resilientes, nos referimos a la capacidad de, no sólo resistir los impactos climáticos, sino de adaptarse y transformarse para enfrentar futuros desafíos. Esta adaptabilidad debe ser dinámica y flexible, asegurándonos que las estrategias adoptadas sean sostenibles a largo plazo.  La planificación urbana juega un papel crucial en la construcción de ciudades resilientes. La zonificación climáticamente sensible debe integrar criterios que permitan minimizar los riesgos e impactos derivados de eventos climáticos extremos, como inundaciones, tormentas o incendios.

En este contexto, la ciudad de Santander ha dado un paso firme hacia el urbanismo regenerativo, comenzando en 2020 con el proceso de consulta ciudadana #ParticipaPGS. Este proceso buscaba conocer de primera mano las necesidades concretas de la población y contribuir a definir las propuestas que se desarrollarían en un nuevo modelo de ciudad. Luego, en el verano de 2021, Santander organizó un concurso de ideas para seleccionar al equipo responsable de desarrollar el Modelo de Ciudad Santander 2055. El jurado del concurso incluyó a expertos de gran renombre en urbanismo y sostenibilidad. Este comité eligió la propuesta de la UTE Landlab-Paisaje Transversal, destacada por su enfoque de urbanismo regenerativo.

El proyecto para el Modelo de Ciudad Santander 2055 se fundamenta en cuatro estrategias clave que abordan el desarrollo urbano a diferentes escalas para construir una ciudad más integrada y sostenible.

  1. Santander, vital e inclusiva: Esta estrategia promueve una ciudad vibrante, accesible y acogedora para todas las personas, garantizando espacios de convivencia que fomenten la cohesión social y el bienestar comunitario.
  2. Santander, vertebrada y conectada: Aquí se busca mejorar la conectividad y la movilidad, creando una red de transporte eficiente y accesible que facilite el desplazamiento dentro de la ciudad y su conexión con el entorno regional, fortaleciendo así la cohesión territorial.
  3. Santander, activa y próspera: Esta estrategia impulsa el dinamismo económico de la ciudad, incentivando el empleo, la innovación y el desarrollo de sectores productivos que promuevan una economía urbana inclusiva y sostenible.
  4. Santander, sostenible y resiliente: Con un enfoque en la sostenibilidad ambiental, esta estrategia prioriza la adaptación al cambio climático y la resiliencia, promoviendo infraestructuras verdes y soluciones ecológicas que protejan los recursos naturales y fomenten la regeneración urbana.

Cada una de estas estrategias se adapta a las características y necesidades de cada escala, asegurando que tanto los barrios como la ciudad en su conjunto se beneficien de un desarrollo equilibrado y orientado al futuro. Con esta visión, Santander busca no solo revitalizar sus espacios urbanos, sino también fomentar la cohesión social y la sostenibilidad ambiental. A través de un diseño urbano que respeta el entorno y responde a las necesidades de los ciudadanos, la ciudad proyecta un futuro en el que la regeneración y la resiliencia sean los pilares del desarrollo urbano para las próximas décadas.

En el contexto nacional, Chile enfrenta aún múltiples desafíos para avanzar hacia un urbanismo regenerativo efectivo. Aunque los instrumentos de ordenamiento territorial incluyen, por ley, un proceso de Evaluación Ambiental Estratégica, estos procedimientos suelen ser lentos y, dado el carácter dinámico de los territorios, muchas de las propuestas resultan obsoletas cuando finalmente son aprobadas.

A este desafío se suman problemas estructurales como la desigualdad socioeconómica, que limita el acceso equitativo a servicios y espacios verdes; la intensa presión sobre los recursos naturales; y la resistencia al cambio que persiste en varios sectores, agravada por la falta de conciencia ambiental y los elevados costos financieros. Superar estos obstáculos requerirá una acción rápida y coordinada entre los sectores público, privado y la ciudadanía, adoptando modelos de planificación urbana más ágiles y adaptativos que permitan responder eficazmente a las necesidades de los territorios y sus habitantes.

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