Tornados: Un fenómeno que Chile debe aprender a enfrentar

A raíz de la ola de tornados ocurridos en 2019, se inicia una investigación sobre este fenómeno, donde se estima que, esta mayor frecuencia, principalmente entre abril y agosto, es indicativo de una potencial “temporada de tornados” en Chile.

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La ola de tornados ocurridos a finales de mayo del 2019, en un país sin radares meteorológicos y sin advertencias de tornados establecidas, motivó la investigación “The Chilean Tornado Outbreak of May 2019: Synoptic, Mesoscale, and Historical Contexts”, publicada recientemente en la revista científica de la American Meteorological Society. El estudio fue liderado por José Vicencio, meteorólogo de la Dirección Meteorológica de Chile, y Roberto Rondanelli, investigador del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR)2 y académico del Departamento de Geofísica FCFM U. de Chile. 

Hasta antes de los eventos del 2019, el conocimiento que se tenía sobre los tornados era escaso, ya que no se contaban con las suficientes observaciones. Aun así, de acuerdo con las recopilaciones realizadas por el Servicio Meteorológico de la Armada y la Dirección Meteorológica de Chile (DMC), se destaca la zona entre las regiones de Ñuble y la de Los Ríos como la zona clave en la ocurrencia de estos eventos, y a mayo como el mes con mayor acumulación de estos fenómenos.

Esta preponderancia durante mayo en los tornados más importantes de este siglo y de los siglos anteriores, es un indicativo de que potencialmente existe una especie de temporada de tornados, o al menos una época en donde son más frecuente. Según los registros recopilados por el Servicio Meteorológico de la Armada y la DMC, actualmente tenemos registrados cerca de 50 tornados entre 1633 y 2020, con la mayor preponderancia entre abril y agosto. Sin embargo, se debe destacar de que esta información es muy preliminar, puesto que los registros de tornados están muy sesgados a la última década, gracias a un mayor número de observadores y sistemas de comunicación rápidos, como las Redes Sociales”, aclara José Vicencio. 

En cuanto a las diferencias y similitudes en la ocurrencia de tornados existentes en otras partes del mundo, como Estados Unidos, Vicencio señala que, los tornados en Chile son de una estación fría, parecidos a los observados en Australia durante otoño-invierno, mientras que en EE.UU tienden a ocurrir en primavera-verano. Añade además que, “la otra diferencia importante es la cantidad de eventos: mientras en Chile apenas tenemos cerca de 50 registros en al menos 200 años, en Estados Unidos ocurren cerca de 1000 tornados por año. Esto también se asocia a que un puñado pequeño de tornados es capaz de alcanzar intensidades catastróficas, que afortunadamente parecen muy improbables de ocurrir en Chile o Australia”.

Proyecciones

Una de las principales razones de continuar con el estudio de los tornados en Chile es la peligrosidad de este tipo de fenómenos, los cuales pueden tener impactos directos para las personas, siendo necesario contar con estrategias de manejos de desastres asociados. “Estos eventos son raros, pero potencialmente muy destructivos y pueden producir la pérdida de vidas humanas como ha ocurrido en Concepción en 1934 donde se registraron 27 muertos y cientos de heridos. Es necesario mejorar el conocimiento de los científicos y también de las agencias operativas encargadas del pronóstico”, afirma Rondanelli, investigador del (CR)2.

Al respecto Vicencio agrega que, “los tornados de mayo de 2019 demostraron que estos fenómenos sí ocurren en Chile, y que pueden producir graves daños a la infraestructura e incluso la muerte de personas. Hay que pensar que los tornados, a diferencia de otros fenómenos meteorológicos o geofísicos, no se encuentran en el ideario colectivo de desastres. Sabemos qué hacer ante un terremoto, aprendimos qué hacer ante un tsunami y ahora deberemos aprender a enfrentar los tornados”. 

Sobre los desafíos para continuar estudiando y conociendo más de estos eventos extremos, Roberto Rondanelli y José Vicencio coinciden en que lo principal es fortalecer la red de observaciones, incorporando fuentes de datos que antes no eran consideradas.

“Se pudo demostrar que utilizar los productos satelitales del GOES-16 permiten tener un acabo detalle de la estructura de las tormentas que potencialmente generan tornados, como lo son los signos de los topes de temperatura de estas nubes, entre otros. Estudiar estos fenómenos, permite acercarnos a su potencial predicción, cosa que los meteorólogos han comenzado a hacer cuando las condiciones atmosféricas son propicias para el desarrollo. Este es un pequeño paso que se suma a otras investigaciones ya desarrolladas y a futuros trabajos asociados a este tópico”, concluye Vicencio.

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