Según el registro en los anillos de los árboles, hace mil años, las largas sequías se producían aproximadamente cada 300 años, lo que cambió en el último siglo, cuando la frecuencia se aceleró y aparecieron cada 50 a 70 años.
Hoy el país atraviesa una de las sequías más largas y geográficamente extensas de su historia, la que acumula casi ocho años en algunos sectores, y se extiende desde la Región de Coquimbo hasta la Región de La Araucanía. Los expertos estiman que en el futuro estos ciclos aumentarán. De acuerdo a un análisis realizado por el (CR2) en 2015, estas megasequías serán aún más comunes, presentándose en Chile cada 20 años hacia 2050, si siguen aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero.
A la fecha, 17 de las 22 estaciones de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC) están con déficit. Coihaique es la que presenta la situación más extrema. Allí, la precipitación ronda los 220 mm, lejos de lo normal a la fecha según el período climatológico 1981-2010, que es 884,5 mm, lo que arroja un déficit de 75%. El nivel de precipitaciones es el más bajo del registro para la zona (que comienza en 1960), aunque se proyecta que en los próximos tres meses las lluvias se presenten dentro del rango normal, indica Catalina Cortés, meteoróloga de Servicios Climáticos de la DMC. Con todo, el año debería terminar en déficit.
Seguimos bajo la megasequía, dice el climatólogo René Garreaud, investigador del Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile y subdirector del CR2. “Agregamos un año más. Si bien ha estado lloviendo desde Concepción al sur, los números siguen siendo bajos. En Concepción están a la mitad de lo normal, en Chillán aún menos. En Coihaique y Balmaceda ha llovido un cuarto de un año normal”, dice.
A pesar de las tormentas que afectaron a la zona centro, y que dejaron un superávit momentáneo, 2016 sigue siendo un año normal a seco. La situación del sur es crítica, sostiene Nicolás Bambach, director ejecutivo del Centro Cambio Global, de la U. Católica, “y difícilmente las precipitaciones que puedan ocurrir al final del invierno o temprano en la primavera, lograrían compensar el déficit existente”, dice.
Lo mismo señala Nicolás Butorovic, meteorólogo de la Universidad de Magallanes. “Cuando tienes un déficit y pasan los meses y no logras recuperarte, es difícil que en dos meses precipite el doble o triple”, dice.
Proyecciones
Tras el fuerte fenómeno de El Niño -que no provocó muchas lluvias en Chile-, se esperaba entrar a su fase contraria, La Niña, que en Chile provoca sequías. No obstante, la temperatura del Pacífico ecuatorial (donde se origina) si bien ha bajado, no es suficiente aún para declararla, por lo que estamos en una fase neutra, donde cualquier cosa puede pasar. Con todo, aún bajo estas fases, desde comienzos de este milenio que los fenómenos no tienen el mismo impacto en el país, como lo tenían notoriamente en los años 80 y 90, dice Garreaud.
Según el análisis de la DMC para el trimestre, en la Región de Coquimbo -límite norte de la megasequía- se esperan rangos de precipitación normal, excepto al sur de la región y en la estación Rivadavia que podría estar bajo lo normal, señala Catalina Cortés. “También existe una mayor probabilidad de la categoría bajo lo normal en la Región de Valparaíso y en el norte de la Región de O’Higgins. Desde Rancagua al sur se esperan precipitaciones dentro de la categoría normal para el trimestre, excepto en las ciudades de Osorno y Puerto Montt que se espera estén sobre lo normal”, asegura.
Si durante lo que queda del año no llueve en Santiago, la capital llegará a un déficit de 33% (el año pasado fue de 36%), con lo que se cumplirían ocho años con escasez. Hacia el sur, si en Valdivia llueve en torno a lo normal, terminarían con un déficit de 26% (2015 terminó con 10% de superávit) y bajo el mismo escenario, Osorno finalizaría con un déficit de 32% (2015 fue de 5%).
¿Por qué ha llovido menos? Garreaud explica que la precipitación en Chile está asociada a sistemas frontales, que ahora han sido escasos, bloqueados por una anomalía anticiclónica (alta presión) que los desvía hacia más al sur, al Mar de Drake o la península antártica. “El actual déficit de precipitaciones está probablemente asociado a elementos de variabilidad climática, pero también a cambio climático. Estudios recientes han confirmado que la presente sequía es explicada de manera importante por los cambios del clima a escala global”, dice Bambach.
Aunque en el caso de la zona austral se combinó el paso de El Niño -que a diferencia de lo que provoca en el centro, hace al sur más propenso a la sequía- con la transición hacia La Niña, es un hecho que la megasequía está expandiendo su zona que, hasta el año pasado, cubría hasta La Araucanía.
Fuente: La Tercera