Centro UNAB implementará tecnologías en agroindustria para reducir residuos

Las empresas que se asocien para co desarrollar proyectos de investigación y desarrollo con el centro podrán convertir sus residuos orgánicos en abonos agrícolas o en ingredientes de alto valor, reducir su huella hídrica y de carbono y avanzar hacia una agricultura ecoeficiente.

Con la adjudicación de un fondo Corfo de $1.650 millones para ejecutar en los próximos cinco años, el Centro de Biotecnología de Sistemas de la Universidad Andrés Bello (CSB UNAB) ayudará a empresas a aumentar su competitividad implementando tecnologías para optimizar sus procesos productivos en forma sostenible y con menores emisiones de gases de efecto invernadero.

Este es el objetivo de “Simbiosis Agroindustrial”, proyecto liderado por CSB UNAB que forma parte del Programa Tecnológico de Transformación Productiva ante el Cambio Climático (PTEC) de Corfo, y que hoy está abierto a empresas de los rubros agrícola, pecuario, de bebidas y alimentos que quieran sumarse.

“El financiamiento estatal permitirá al centro de la UNAB co desarrollar proyectos de I+D con empresas de las regiones de Coquimbo, Metropolitana, Valparaíso, O’Higgins, Maule, Ñuble y Biobío que quieran abordar brechas de competitividad asociadas a desafíos de la crisis climática. Las empresas conformarán además una red para desarrollar negocios colaborativos”, explica Carolina Peña, coordinadora del programa y encargada de Desarrollo de Negocios del Centro de Biotecnología de Sistemas UNAB.

Cuatro líneas de trabajo

Simbiosis Agroindustrial abarca cuatro líneas de investigación, desarrollo e innovación:

  1. Optimización del uso de agua y suelo:

Junto a Eurecat, el Centro Tecnológico de Cataluña, como coejecutor, se implementarán herramientas de agricultura de precisión para hacer más eficiente el uso de recursos hídricos, así como analizar la biodiversidad de microorganismos en suelos de cultivo.

“A partir de la sensorización del proceso productivo y del análisis de microorganismos que mejoran la disponibilidad de nutrientes en el suelo y potencian el crecimiento de cultivos, entregaremos a las empresas agrícolas indicadores físico-químicos y biológicos que les permitan ajustar parámetros como el riego, el uso de fertilizantes y el de bioestimulantes agrícolas. Así lograremos optimizar el uso de agua y la biodisponibilidad de nutrientes para sus cultivos”, explica Catalina Lagos, investigadora líder de esta línea.

  1. Servicios ecosistémicos para una producción agrícola sostenible. 

Esta considera medir un conjunto de seis factores, incluyendo presencia de flora nativa, abejas polinizadoras e insectos controladores de plagas, para conocer el grado de sostenibilidad de la producción agrícola en cultivos de importancia económica.

Sobre esto, la investigadora líder, Sharon Rodríguez, señala que “este enfoque considera la implementación de un Modelo de Producción Ecoeficiente que permitirá desarrollar un sello ambiental y productivo, así como certificar la producción sostenible, abarcando desde los atributos del paisaje agrícola hasta la producción de fruta”.

  1. Obtención de bioproductos de alto valor desde la agroindustria

Un ejemplo es la adquisición de antioxidantes, conservantes o ingredientes funcionales a partir de materias primas y residuos no utilizados por industrias agrícolas y de alimentos, contribuyendo así a reducir el desperdicio de alimentos y satisfacer la creciente demanda por “etiquetas limpias”, libres de ingredientes artificiales.

Freddy Urrego, líder de investigación de esta línea, explica que “una vez identificadas las propiedades de los bioproductos, empleamos técnicas como la microencapsulación y la liberación controlada de los componentes activos para incorporarlos como ingredientes inteligentes en alimentos, nutracéuticos y cosmecéuticos”. 

  1. Valorización de residuos orgánicos para producir bioestimulantes agrícolas destinados a aportar mayor productividad y salud a los cultivos

A través de un proceso de economía circular las empresas que se asocien al programa podrán degradar sus residuos orgánicos, como restos de podas, de cultivos o alimentos procesados, así como lodos residuales o purines de ganado, entre otros, para convertirlos en bioestimulantes con características de compost clase A.

“Al inocular microorganismos especializados a estos residuos se obtienen bioestimulantes de rápida producción que, además de reducir el volumen y costos asociados al desecho de residuos, aportarán nutrientes y microorganismos beneficiosos a suelos de cultivo”, explica Andrés Arroyo, líder de esta línea de desarrollo.

El programa Simbiosis Agroindustrial posibilitará a las empresas cumplir objetivos de la Ley Marco de Cambio Climático, que fija metas de reducción de emisiones de gases de  efecto invernadero a los sectores productivos; la Ley de residuos orgánicos, que busca evitar que estos terminen en vertederos; y las certificaciones internacionales de productos y servicios sostenibles, entre otras regulaciones que apuntan a una agroindustria ambientalmente amigable.

Para más detalles sobre detalles y beneficios del programa, ingrese al formulario UNAB CSB.

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