Cuando se habla de la historia de la gestión de residuos en Chile resulta inevitable no citar a Marcel Szantó. Dentro de este submundo, la palabra del ingeniero en Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid es respetada. Ya sea por el hecho de ser miembro del Consejo Nacional del Medio Ambiente de Chile y representante científico del Consejo de Rectores de Universidades de Chile o bien, porque es autor de una centena de publicaciones e investigaciones, la mayoría de relevancia internacional. Entre ellas destaca: “Optimización energética de un vertedero controlado frente a la contaminación en aguas” del año 1986, época en que ese tema era casi futurista, o el “Programa de actuaciones para la gestión de los residuos sólidos en Iberoamérica y propuesta a la problemática social y laboral”, de 2000, trabajo con el que fue premiado por la empresa de residuos de Cantabria (España) y condecorado por el Príncipe de Asturias en el Palacio Real de Madrid.
Más allá de estos reconocimientos, Szantó reconoce que su pasión va de la mano de su trabajo como académico en la Universidad Católica de Valparaíso y con la responsabilidad social que esa actividad conlleva.
En eso predica con el ejemplo, pues pocos pueden decir, como él, que han cubierto la ruta de la basura personalmente y sin intermediarios, desde el barrido de las calles hasta la recolección en los camiones. Y sin arriscar la nariz en los vertederos. “Muchas personas piensan que cuando hago estos recorridos estoy fiscalizando o preparando estadísticas para un proyecto futuro; sin embargo, lo que hago es presenciar el comportamiento de los individuos que están insertos en la gestión de residuos, desde el recolector hasta la señora que está sacando la basura de la casa”, aclara Szantó.
A ello indica que luego de tanto tiempo estudiando sobre la forma y el diseño de la disposición final, su nuevo énfasis está puesto en el comportamiento y educación de la sociedad. “La experiencia europea así lo confirma: la educación es la clave para una eficiente gestión de residuos”, argumenta.
Según el académico, una de las principales barreras que se deben derribar en Chile es la escasa valorización de los residuos. “En Madrid, donde fui encargado de la caracterización de los residuos durante quince años (1985-2001), esto se solucionó en parte con la obligación de que todos tenían que pagar por su basura, con descuentos importantes en el cobro a las personas que hacían la separación en origen. Si bien fue una política agresiva, esta ciudad es un ejemplo en la actualidad en esta temática, junto al País Vasco y Cataluña”, señala Szantó.
Si bien esa realidad se ve lejana de aplicar en Chile, para el docente existen ciertos matices. Señala que durante el paro de recolectores en julio pasado, presenció que un porcentaje importante de vecinos de Viña del Mar, donde reside actualmente, pagaron a “cartoneros” para que les retiraran su basura. “Fuera de que no era lo recomendado, pues esos residuos tenían un paradero desconocido, confirmé que parte de la población tiene la disposición de pagar por su basura”. Sin embargo, esta situación de asequibilidad, según Szantó, no es aprovechada por los municipios, que solo recaudan el 30% de los costos de recolección y disposición final a través de los cobros de contribuciones a la población, haciendo que la gestión de residuos se convierta en un bolsillo roto para las comunas.
“Pese a que la realidad socioeconómica nacional no es comparable con la que tiene Europa y, por ende, no se podría establecer al corto plazo una política similar a la de Madrid, existe un elevada número de personas que según la ordenanza municipal puede y debe pagar por la gestión de sus residuos, pero no lo hace. Los municipios tampoco incurren en muchos esfuerzos para que ello se cumpla, pues en la mayoría de los casos les sale más caro financiar un sistema de cobranza”, complementa el docente.
A juicio de Szantó, los actores que cierran este “círculo vicioso” en el que se ha convertido la gestión de residuos municipal, son los trabajadores que prestan el servicio de recolección. Si bien comparte sus demandas laborales, puesto que “he presenciado las deficientes condiciones en las que trabajan muchos de ellos; poca seguridad, mala higiene y perjuicios en la salud en el mediano plazo como la escoliosis”, el docente no está de acuerdo en que toda la protesta se haya traspasado al ámbito salarial. “El dinero no es sinónimo de calidad de vida. Ellos alegan que sus sueldos son bajos en relación al trabajo que hacen; no obstante creo que si bien todos queremos siempre un pasar económico mejor, su meta tendría que haber apuntado hacia un mayor estándar laboral, que les asegurara una continua capacitación y seguros médicos ante eventuales accidentes. El tema de los sueldos invisibilizó toda esa discusión”, acusa Szantó.
Círculo virtuoso
Para Szantó, sin embargo, no todo es negativo en el panorama actual de la gestión de residuos, ya que asegura que en términos de cobertura, política e institucionalidad, Chile está bien posicionado en comparación a países de América Latina y el Caribe. Según el académico, eso se refleja en el establecimiento de la responsabilidad extendida del productor (REP) −que a principios de septiembre ingresó al Parlamento para su tramitación−y de la que espera sea el comienzo de en un círculo virtuoso. A ello, señala que tanto empresas nacionales como extranjeras están preparadas para una ley como ésta, puesto que gracias a la economía liberal que presenta el país, han alcanzado una “madurez importante” en cuanto a su solvencia financiera. “Cuando los privados llegan a este punto de consolidación, pueden abarcar cualquier tipo de política si tienen voluntad de establecer nuevas estrategias. Por ejemplo, si el gobierno indica que las tarifas de la disposición final subirán a un punto máximo, este tipo de empresas buscará la estrategia para destinar lo menos posible de basura hacia los rellenos, trayendo consigo que las tasas de valorización y reciclaje se eleven”, manifiesta Szantó.
Añade que existen iniciativas empresariales exitosas en cuanto a la valorización de residuos junto a la comunidad−como el proyecto EcoChilectra, que insta a las personas a reciclar a través de descuentos en sus cuentas de luz o la reutilización de aceites de Copec−, los que han cimentado el camino de la REP en el país, por lo que la ley debiera funcionar dentro de lo proyectado, según el académico.
Otra materia que Szantó cita para establecer que Chile tiene buenos índices en la región con respecto a este tipo de gestión, son los altos niveles de residuos que son destinados para su disposición final en rellenos sanitarios (más del 60% a nivel nacional). Sobre estos sitios, indica que el país posee el relleno más eficiente en cuanto a la recuperación energética, como lo es Lomas del Colorado en Til Til, (KDM) y otros dos de buena calidad (Santa Marta en Talagante y Santiago Poniente en Maipú).
En el contexto de que la deuda sigue estando en regiones, Szantó celebra la apertura de los rellenos El Molle (Valparaíso) y Lo Hormiga (San Felipe). “Estos proyectos son un hito para la Quinta Región, pues la única disposición final que se conocía hasta ahora era la de vertederos y basurales, con todo el perjuicio ambiental que ello conllevaba”. El académico agrega que en los últimos años, ocho vertederos han cerrado sus ciclos de vida, entre ellos los de Papudo, Quintero y Villa Alemana, y otros cinco se encuentran en proceso de clausura. Esta acción fue promovida por la Universidad Católica de Valparaíso, en lo que Szantó destaca que “no hay otra región que posea un organismo como la PUCV, que autorizó en su momento a éstos y recomienda cerrarlos, porque ya están causando graves impactos ambientales, dándole de este modo continuidad y transparencia a la gestión, en el contexto de la evolución de la disposición final”.
Sobre El Molle, Szantó señala con orgullo que ingenieros de su casa de estudios fueron los encargados del diseño y la construcción del relleno ubicado en el Camino la Pólvora, lugar donde también está el vertedero de Valparaíso. Según el académico, que estuvo en la génesis del relleno como ingeniero y en el que ahora se desempeña como consultor, el proyecto ha considerado desde un principio un Plan de Seguimiento con monitoreos permanentes en cuanto a los componentes ambientales físicos que pudieran ser impactados (agua y aire), ambiental biota (vegetación y fauna) y de las directrices socioeconómicas y culturales.
“El plan permitirá medir y documentar la evolución de los parámetros ambientales, permitiendo verificar el cumplimiento de las normativa tanto ambiental y sanitaria vigentes”, argumenta Szantó.
Teniendo en cuenta esta larga historia de disposición final en vertederos, ¿vislumbra interés por parte de las municipalidades de la región en cuanto a destinar sus residuos hacia estos rellenos sanitarios, que por consiguiente resulta ser una operación más costosa?
La apuesta de la empresa (Stericycle) es arriesgada. Si bien solo el relleno sanitario El Molle tiene capacidad de albergar los residuos de toda la región, no puedo asegurar que todas las comunas vayan a adecuar sus presupuestos hacia este tipo de disposición. De hecho, la visión del gobierno regional, por recomendación de la PUCV, ha sido la de mantener algunos vertederos en operación al mediano plazo, para que el cambio sea de manera gradual.
Lo positivo es que la ciudadanía conoce en la actualidad sobre las diferencias ambientales que existen entre una disposición y otra. Ese conocimiento, en el futuro puede transformarse también en un factor que considerará la población al momento de elegir sus representantes.
Pese a esta evolución en la disposición final de residuos que ha vivido Chile en la última década, Szantó señala que su aspiración es que el país apunte en el largo plazo hacia los rellenos sanitarios de rechazo, sitios que son empleados en Europa y que albergan una mínima cota de basura, principalmente los no se han podido tratar durante una larga línea de valorización−clave de la gestión europea−, como los residuos hospitalarios.
Para ello, el académico indica que tanto la REP como las metas de reciclaje que se fijen, como el plan gubernamental Santiago Recicla (20% al 2020), más la capacidad profesionales, son índices positivos con los que cuenta el país para pensar en que esto pueda suceder. “En lo único que veo carencia es en la educación sobre la valorización de residuos. Detrás de los residuos hay seres humanos, por lo que las políticas que se implementen tienen que considerar fuertes programas de capacitación hacia la población”, finaliza Szantó.