[Opinión] La función de las plantaciones forestales en el cambio climático: El caso de Chile

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  • Santiago JM Del Pozo Donoso, ingeniero Forestal y ex director de CONAF Región Metropolitana [@santiagodelpozo]

La Historia de los Bosques Naturales y Forestal de Chile identifica cinco etapas que muestran la declinación de los bosques nativos y el incremento de las plantaciones en los últimos 200 años[i]. En los primeros 40 años desde la creación de la República el bosque nativo continuaba siendo diezmado, entre otras causas, por la aplicación de “denuncios de bosques” por parte de la minería. Entre 1850 y 1891 surgieron las primeras leyes para proteger los bosques naturales, las que sin mucho efecto tampoco fueron capaces de frenar la erosión generada por el inicio de la producción de trigo exportado a California. Desde 1891 y hasta la dictación de la Ley de Bosques de 1931 se crearon las primeras instituciones forestales del país. En los siguientes 43 años y hasta la dictación del D.L. 701 de 1974, utilizando beneficios tributarios contemplados en la Ley de Bosques de 1931, créditos CORFO y Convenios de Forestación (COREF) se forestaron mas de 800.000 hectáreas, casi exclusivamente con pino radiata. En los 41 años que van desde 1974 a la fecha se forestaron con subsidio poco más de 900.000 hectáreas adicionales, utilizando mayoritariamente la especie señalada.

A continuación se examinan las características de la participación de las plantaciones forestales en cada una de las cinco etapas señaladas, ocurridas en los últimos 200 años, que conforman la historia de los bosques naturales y forestal de Chile, a saber:

1.- La primera etapa cubre desde 1810 a 1850, en la que los bosques naturales aún eran abundantes, no obstante las denuncias de Claudio Gay Mouret (1800–1873) y la Sociedad Nacional de Agricultura (SNA), respecto de que estos eran fuertemente depredados por la minería (norte del país) y por el uso del fuego para despejar terrenos (centro y sur de Chile). A pesar de la acelerada disminución de la vegetación nativa, todavía no existía preocupación por reforestar los terrenos que habían sido talados o incendiados. 

2.- En el período siguiente, que abarca desde 1850 a 1891, comienza a producirse escasez de madera y leña, sobre todo en las regiones mineras del norte del país, lo que es “solucionado” a partir de 1860 mediante el uso de carbón fósil traído desde la Región del Bío-Bío. En este período Rodulfo Philippi comienza en 1876 la creación del Jardín Botánico de Santiago, llegando en los 10 años siguientes a cultivar más de 2.200 especies, muchas de las cuales eran especies forestales.

3.- Es en el periodo que va de 1891 a 1931, que la forestación adquiere importancia en el país debido a la desaparición de los bosques nativos que rodeaban las ciudades de Santiago, Valparaíso y Concepción, actividad que comienza con el establecimiento de plantaciones de pino marítimo (Pinus pinaster) con fines de producción de leña. Federico Albert publica en 1907 un listado de 15 especies forestales que recomienda para reforestar las zonas erosionadas del país[ii] y en 1908 un listado de 150 especies seleccionadas que se cultivan en los viveros fiscales creados bajo su administración. A partir de 1906, el ingeniero forestal Konrad Peters, trabajando para la Compañía Minera de Lota, desarrolló un plan en el que llegó a probar 200 especies buscando identificar aquellas con madera resistente que pudiera servir como postes en las minas de carbón. En 1915, la Compañía Minera de Lota poseía 34.339 hectáreas de plantaciones de pino marítimo, eucaliptos y diversos cipreses. Es importante señalar que en ninguna de las iniciativas señaladas se pensó siquiera en utilizar especies nativas.

4.- El período que va de 1931 a 1974 se caracteriza por un cambio de política en lo que a forestación se refiere. El estado pasó de la promoción de decenas y cientos de especies a llegar al final del período a  fomentar solo una, promoviendo el monocultivo en base a pino radiata. A inicios de 1931 ya no se utilizaba leña en los hornos de fundición utilizados por la minería, también habían concluido las exportaciones de trigo a California y Australia y había cesado la quema de bosques con fines de “habilitación” de terrenos para la colonización, procesos que dejaron como herencia un pasivo ambiental de millones de hectáreas erosionadas. En 1912 Federico Albert estima que a esa fecha se habían perdido más de 13 millones de hectáreas de bosque nativo. En este período se identifican las tres siguientes subetapas:

a) De 1931 a 1943: La Ley de Bosques de 1931 permite que se potencie la forestación de las zonas erosionadas, utilizando la modalidad de parcelas-bosque, que consistía en plantar una hectárea donde se establecían 2.500 plantas de pino radiata dejando media hectárea entre parcelas. Además, los viveros fiscales (creados por Federico Albert) entregaban plantas de pino radiata a los privados. El Estado, a través de la Corporación de Fomento de la Producción (CORFO), impulsó diversas iniciativas tendientes a facilitar créditos blandos para la forestación y a propiciar la formación de sociedades forestales. En 1943, CORFO estimaba que había realizado préstamos que permitieron la forestación de 4.000 hectáreas.

Un estudio realizado ese mismo año determinó que  existían más de 4 millones de hectáreas afectadas por la erosión. En la Cordillera de la Costa, en las provincias de Valparaíso, Santiago, Colchagua, Curicó, Talca, Maule, Ñuble y Concepción, se encontraban afectadas alrededor de 2.500.000 hectáreas, lo que representaba el 33% de la superficie de estas provincias. Tan solo en las provincias de Arauco, Bio-Bío, Malleco y Cautín, la erosión abarcaba alrededor de 1.500.000 hectáreas, es decir, el 31 por ciento de la superficie de las mismas [iii]

b) De 1944 a 1964: En 1944 la Compañía Manufacturera de Papeles y Cartones (CMPC) inició extensas plantaciones de pino radiata destinadas a producir celulosa, utilizando créditos de forestación entregados por CORFO y acogiéndose a los beneficios tributarios contemplados en la Ley de Bosques. Es interesante destacar que en 1885 ya existía en Chile la primera planta industrial de celulosa, que estaba ubicada en la comuna de Puente Alto y funcionaba con celulosa importada, empresa que en 1920 pasó a llamarse CMPC. En 1915 funcionaban en nuestro país 139 pequeñas fábricas artesanales de papel para escribir y envolver, las que utilizando paja de trigo como materia prima, producían unas 2.000 toneladas anuales de papel. A mediados del siglo pasado CMPC inició la construcción de tres plantas: la fábrica de papel de Valdivia que inició sus operaciones en 1951; la Planta Bío Bío de papel periódico que se inauguró en 1957 y la Planta Laja, primera unidad de celulosa en Chile, que entró en operación en 1959. Estas plantas necesitaban materia prima barata que sería provista por plantaciones de pino radiata.

Los resultados de un nuevo estudio de suelos realizado en 1951, concuerdan en estimar que la zona entre la región de la costa y las provincias de Bío Bio a Cautín es la más erosionada del país, coincidiendo en sus resultados con lo señalado por Elgueta y Jirkal[iv] . Dos años después se  realizó el primer inventario de plantaciones de pino, entre las provincias de Linares y Malleco, el que arrojó una superficie de 136.358 hectáreas para ese monocultivo.

c) De 1964 a 1974: Bajo la aplicación del modelo de industrialización por substitución de importaciones, se creó el Plan de Forestación de 1964 en base a plantaciones de pino radiata, con el doble fin de recuperación de suelos degradados y de industrialización planificada, el que inicialmente se basó en aumentar los viveros del estado y entregar a los propietarios pinos gratuitos o a muy bajo costo. En este período se envió al parlamento un proyecto de ley para fomentar la forestación, el que fue resistido fuertemente por la CORMA [v], al punto que el proyecto de ley no fue aprobado. El 2 de febrero de 1970 se creó la Corporación de Reforestación (COREF) cuya función fue promover el pino radiata bajo la modalidad de Convenios de Forestación.

Con la construcción por parte del estado de las plantas Celulosa Arauco S.A. (1967) y Celulosa Constitución S.A. (1969) se inicia un período en el que la recuperación de suelos degradados mediante plantaciones forestales pasa a segundo plano, siendo la generación de riqueza el principal objetivo de la actividad de forestación con pino radiata. Este nuevo enfoque se vería reforzado con la creación del D.L. 701 de 1974 y la posterior privatización de las dos plantas de celulosa señaladas en este párrafo.

5.- De 1974 a la actualidad

El valor de una plantación forestal adulta está dado por el volumen de madera (aserrable o celulosa) que contiene, la facilidad de su extracción y la distancia al lugar de destino. Por este motivo la cercanía de las plantaciones a los aserraderos y a las plantas de celulosa eran determinantes para la decisión de forestar.

a) De 1974 a 1989: Al inicio de este período el Estado toma la decisión de eliminar todas las modalidades de forestación utilizadas hasta esa fecha (Créditos de Forestación y Convenios de Forestación) y, manteniendo los beneficios que otorga la Ley de Bosques de 1931, entregó a los privados mediante un subsidio los financiamientos en que incurría el estado para realizar la actividad de forestación. Cuando se trataba de forestación de predios grandes el subsidio forestal alcanzaba para forestar y amortizar la compra del terreno. La COREF, que había pasado a formar parte de la Corporación Nacional Forestal (CONAF), seguiría produciendo plantas de pino radiata en sus viveros, remedos de los viveros fiscales que pensando en el país había creado Federico Albert. Es en este período en el que a partir de la actividad de forestación se comienza a hablar de sustitución de bosque nativo y habilitación de terrenos con bosque nativo degradado con fines de forestación, evidenciándose de esta forma la falta de sustentabilidad de la actividad de forestación en Chile.

b) De 1990 a 2002: Es a fines de la década de los ’80 del siglo XX y en la medida que las plantaciones forestales (pino radiata y eucalipto) se expandieron a otras regiones y tipos de suelos, fue posible observar otras debilidades asociadas a su cultivo en nuestro país, entre las que se puede mencionar aspectos sociales (falta de agua para riego y consumo humano, contratación de mano de obra solo en época de plantación, elevada pobreza en comunas con mayor superficie forestada), aspectos ambientales (pérdida de biodiversidad, sustitución de bosque nativo y reemplazo de bosque nativo degradado por plantaciones, persistencia de erosión laminar en los predios forestados), aspectos económicos (nula relación con la economía local, reemplazo de actividades económicas que originan migración de la población local).

El año 1995 el poder ejecutivo envió al parlamento un proyecto de ley que buscaba dar continuidad al D.L. 701, el que fue aprobado no obstante que ya eran conocidas las debilidades de la actividad de forestación. En la justificación del proyecto de ley se argumenta que “uno de los objetivos que persigue esta iniciativa legal es precisamente el de facilitar el acceso a este beneficio a los pequeños propietarios forestales que constituyen aproximadamente 240.000 unidades productivas, de las cuales el 67% tiene suelos de aptitud preferentemente forestal, lo que representa aproximadamente dos millones de hectáreas en el país” [vi]

c) Del 2002 a la fecha: Con la creación del Protocolo de Kioto en 1997, se posiciona como parte de la solución del cambio climático la mitigación por medio del secuestro de carbono que realizan las especies de rápido crecimiento como pino radiata y eucaliptus spp. Sin embargo, el problema del cambio climático no tiene que ver solo con emisiones o secuestro de CO. Sabemos que el incremento de la temperatura media del planeta significa la aceleración del proceso de aridización que también afecta a Chile, lo que significa menores precipitaciones, irregularidad en el régimen de lluvias, retroceso de los glaciares, descenso de las napas freáticas, etc, convirtiéndose el agua en un bien entre escaso a muy escaso en algunas regiones. Sabemos también del alto consumo de agua de las especies de rápido crecimiento. Con la ratificación del Protocolo de Kioto realizada por Chile en agosto de 2002, el problema de la disponibilidad de agua pudo convertirse en el eje de la agenda climática.

Para la Conferencia de las Partes de 2015, que se realizará en París en diciembre de este año, Chile se ha comprometido[vii], entre otros aspectos, con: a) El manejo sustentable y recuperación de 100.000 hectáreas de bosque, principalmente nativo, que representará capturas y reducción de Gases de Efecto Invernadero en alrededor de 600.000 toneladas de CO2 equivalente anuales. a partir del año 2030, y b) Forestar 100.000 hectáreas, en su mayoría con especies nativas, que representarán capturas entre 900.000 y 1.200.000 de toneladas de CO2 equivalente anuales a partir del año 2030.

Se observa que el Gobierno de Chile elude incorporar las plantaciones de pino radiata en los compromisos relacionados con cambio climático, no obstante utiliza como “caballo de Troya” la COP de París para intentar asegurar la prórroga del Decreto Ley 701, ya que ambas metas están condicionadas en ese compromiso gubernamental a la aprobación de la continuidad de dicho decreto ley de fomento a la forestación y a la modificación de la ley de fomento del bosque nativo. La forestación de 100 hectáreas se convierte de esta forma en el “huevo de la serpiente” en el tema de la forestación en Chile.

RESULTADOS

Llama la atención que el acento de las políticas forestales de Chile formuladas durante los últimos 200 años estuviera puesto en la recuperación de suelos degradados y no en la conservación del bosque nativo. Quizás se entienda bien ese criterio si se observa desde la perspectiva de un país cortoplacista que ha basado su economía en la explotación del salitre, la exportación de trigo y luego la producción de cobre, intentando finalmente aprovechar las ventajas del monocultivo de pino radiata, el que por su rápido crecimiento y aptitud para la producción de pulpa y celulosa ha sido llamado “oro verde” en algunas latitudes. Es evidente que se ha pensado en la economía pero no en el país.

Se observa nuevamente que las estadísticas forestales no son consistentes, refiriéndose en este caso a la disponibilidad de suelos erosionados en el país. En 1942 y en 1951 se calculó que la superficie de suelos erosionados dejados por la producción de trigo de la segunda mitad del siglo XIX era de 4 millones de hectáreas, las que se ubicaban entre Valparaíso y Concepción. El proyecto de ley de continuidad del D.L. 701 de 1995 señala que los pequeños propietarios agrícolas poseen 2 millones de hectáreas aprox. de suelos forestales susceptibles de ser forestados. También es conocido que existen casi 3 millones de hectárea de plantaciones forestales en el país.  Entonces:  4 millones de hectáreas reportados en 1942 menos 3 millones plantados arroja una diferencia de 1 millón de hectáreas. Pero el estado señala que los pequeños propietarios poseen 2 millones de hectáreas sin forestar. Entonces hay 1 millón de hectáreas de suelos erosionados que no tiene explicación.

Es extraño que en un país con tanta variabilidad climática solo exista preocupación por plantaciones de rápido crecimiento que originan madera de bajo precio. Este enfoque monocromático hizo que se vieran frustrados los esfuerzos de Federico Albert, y también de Konrad Peters, por crear una matriz diversificada de plantaciones forestales. La orientación que tomó la actividad forestal en Chile con el aprovechamiento de los beneficios de la Ley de Bosques de 1931 tuvo un punto de inflexión, el que está representado en la iniciativa que impulsó CMPC en 1944, consistente en establecer plantaciones de pino radiata para producción de celulosa.

En 1953, entre las provincias de Linares y Malleco, se habían plantado 136.358 hectáreas. Entre 1931 y hasta la dictación del D.L. 701 de 1974, en un período de 43 años, utilizando beneficios tributarios contemplados en la Ley de Bosques de 1931, créditos CORFO y Convenios de Forestación (COREF), se forestaron más de 800.000 hectáreas en el país, casi exclusivamente con pino radiata. En los 41 años que van desde 1974 a la fecha se forestaron con subsidio alrededor de 900.000 hectáreas adicionales, utilizando mayoritariamente pino radiata. Es evidente que con la creación del D.L. 701 el estado  cedió toda posibilidad de asegurar la aplicación del criterio de racionalidad del uso del suelo en cuanto a plantaciones forestales se refiere: solo el mercado orientó el uso del subsidio forestal. En este contexto debieran explicitarse los criterios utilizados a partir de 1990 para insistir en la prórroga del D.L. 701.

Al observar los resultados obtenidos es posible concluir que el D.L. 701 no se justificaba, porque al comparar la superficie subsidiada en sus 40 años de aplicación (900.000 ha aprox.) con igual período anterior a su vigencia, se observa que entre 1931 y 1973, con distintos instrumentos de política, se obtuvieron los mismos o mejores resultados. Es necesario entonces que los instrumentos de política forestal (modalidades de forestación, subsidios, gestión  de las instituciones públicas) se orienten hacia nuevos propósitos, esta vez marcados por la sustentabilidad y en sus componentes de biodiversidad, intereses de desarrollo local y adaptación al cambio climático, contexto en el que el D.L. 701 no tiene cabida. Una de las primeras decisiones de Federico Albert fue la creación de viveros fiscales diversificados: sabía bien que la disponibilidad de plantas marca el resultado de la forestación. Dicho de otro modo: CONAF debe dejar de producir pino y eucalipto y orientar sus viveros a la producción de las plantas que demanda la lucha contra el cambio climático, la conservación y la biodiversidad.

Ratifica lo señalado el compromiso de Chile para la COP 2015 que se realizará en París, donde en el ámbito de las plantaciones forestales se comprometen 100 hectáreas conformadas principalmente por especies nativas. CONAF queda en evidencia cuando condiciona esa meta a la aprobación de la continuidad del D.L. 701. Sabemos que las plantaciones forestales contribuyen a la lucha contra el cambio climático cuando disminuyen el albedo, capturan CO2, regulan el ciclo hídrico y presentan una mayor biodiversidad y composición florística, beneficios que las especies de rápido crecimiento en monocultivos no son capaces de generar. Me viene a la memoria el planteamiento de Federico Albert quien en 1910, en el segundo centenario de la independencia, proponía establecer plantaciones con combinaciones de especies en un mismo lugar, quizás con el fin de reconocer en la naturaleza la capacidad de amoldarse a los distintos ambientes del terreno y asegurar, junto con la creación de riqueza, también la generación de beneficios ambientales, sociales y culturales en el tiempo. De esta forma la generación de riqueza queda condicionada a mejorar las condiciones del país y no al revés.

 

[i]           Diario LA TERCERA. Miércoles 30 de octubre de 2013. pg.40. http://diario.latercera.com/2013/10/30/01/contenido/opinion/11-149614-9-nueva-ley-de-fomento-forestal.shtml

[ii]          Albert, 1907. Plan General para el Cultivo de Bosques. http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-9208.html

[iii]         Elgueta y Jarkil. 1942. Erosión de los suelos en Chile. Santiago :Impr. La Sud-América,1942. 31 p. http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-93722.html

[iv]         RODRÍGUEZ Z.,M., CO-AUTOR ; DÍAS VIAL, CARLOS. Factores que determinan la erosión en Chile . 1951. Publicado en: Agricultura Técnica, v.11, n.1, pp.25-53

[v]          Elizalde. .La sobrevivencia de Chile. http://www.memoriachilena.cl/archivos2/pdfs/mc0027346.pdf

[vi]         Historia de la Ley No 19.561. Modifica el Decreto Ley No 701, de 1974, sobre Fomento Forestal              www.leychile.cl/

[vii]        Ministerio de Medio Ambiente. 2015. Contribución Nacional Tentativa de Chile (INDC) para el Acuerdo Climático de París 2015.http://portal.mma.gob.cl/asamblea-general-de-la-onu-chile-compromete-reduccion-de-un-30-de-emision-de-gases-de-efecto-invernadero-al-ano-2030-2/

 

 

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