La proliferación de bacterias y virus en invierno nos recuerda cuán imprescindible es la ventilación para el funcionamiento adecuado de los edificios y, más aún, en los recintos hospitalarios. Mientras en otros ámbitos la ventilación se diseña pensando en mantener el nivel adecuado de CO2 para el desarrollo de actividades al interior, en el caso de hospitales la ventilación se diseña con foco en remover microorganismos, por lo que la cantidad de aire en circulación es bastante mayor.
Evidentemente, el diseño de los sistemas de ventilación en edificios de oficinas, habitacionales y educacionales no se ha hecho pensando en la prevención de contagios, un tema que por estos días ha surgido como prioritario. Sin embargo, la pandemia nos impuso el desafío: aumentar significativamente la ventilación. Actualmente, gran parte de los edificios utiliza solo ventilación natural de forma directa, lo que implica que en condiciones frías como las que nos presenta el invierno, las personas tienden a ventilar menos para evitar las pérdidas de calor.
Afortunadamente, este aspecto tan importante para las edificaciones es perfectible, en el caso de ventilación natural, a través de elementos de diseño; o en el caso mecánico, con incorporación de elementos adicionales. En condiciones frías, la tecnología nos ha permitido incorporar artefactos como los recuperadores de calor, que ayudan a mantener el nivel de ventilación sin elevar los costos de calefacción. A ello se pueden sumar las características de diseño pasivo (ventilación natural) o eficiencia energética en los equipos (ventilación mecánica).
Actualmente, la gran mayoría de los sistemas de aire acondicionado y/o calefacción no incorporan ventilación, lo que generalmente hacen es que calientan o enfrían el mismo aire de la habitación o solo recirculan el aire. Pero es tiempo de empezar a cambiar. Debemos incorporar un sistema de ventilación adecuado ya sea natural o mecánica. Hoy la pandemia nos obliga a pensar y diseñar las cosas de otra manera.