Investigación determina los tipos de microplástico más abundantes en especies marinas en la zona central de Chile

La invasión de microplásticos y contaminantes químicos persistentes es un fenómeno global presente también en las costas y especies marinas chilenas: una potencial amenaza a la salud humana, animal y de los ecosistemas.

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“A pesar de la relevancia del sector pesquero en Chile, no se dispone de suficientes datos científicos sobre la incidencia de los microplásticos en los productos marinos”, advierte Karla Pozo, investigadora de la Facultad de Ingeniería y Tecnología de la Universidad San Sebastián.

Se estima que las personas consumen entre 74.000 y 121.000 partículas de microplástico al año, principalmente a través del agua y alimentos como peces y mariscos, además de inhalarlas. Chile es uno de los diez países pesqueros más importantes del mundo, y sus más de 4.000 kms de costa albergan ricos ecosistemas y biodiversidad única, por lo que estudiar esta problemática es de suma importancia.

Durante la última década, la Dra. Pozo ha estudiado las bahías cercanas a la costa en la Región del Biobío analizando la presencia, distribución, transporte y destino a lo largo de Chile de microplásticos y otras sustancias químicas tóxicas como son los COPs (Contaminantes Orgánicos Persistentes). Asimismo, la presencia de estos contaminantes a lo largo de la cadena alimenticia.

Las investigaciones de la Dra. Pozo, en colaboración con otras instituciones nacionales e internacionales, revelaron la presencia de microplásticos en peces y mariscos de importancia comercial en la zona costera de Chile central. Esto, tanto en especies oceánicas como el jurel chileno, la sardina y la merluza, y especies costeras como el róbalo, jerguilla y pejerrey.

Los más abundantes: Tereftalato de polietileno, polietileno y poliéster

Las especies costeras mostraron mayor presencia de microfibras de plástico en comparación con las especies oceánicas, sugiriendo que las especies marinas que habitan cerca de la costa tendrían una mayor probabilidad de estar expuestas a microplásticos dada su proximidad a las actividades humanas. La ingesta de plástico les causaría daños físicos y químicos, siendo el tereftalato de polietileno (PET) el más abundante, seguido del polietileno -derivado de bolsas de plástico, botellas, etc.-, y el poliéster, utilizado como base para productos textiles.

Estos estudios, además, han determinado diferentes patrones de acumulación y cantidad de residuos plásticos en las costas. “A nivel nacional, la preocupación por esta problemática llevó a la conformación de ‘SPLACH Network’, una red interinstitucional de más de 20 investigadores que abordan de manera multidisciplinaria el problema del plástico en nuestro territorio”, agrega Karla Pozo, quien es bióloga y doctora en Ciencias Ambientales.

Asimismo, mantiene una activa colaboración con investigadores de República Checa, Italia, Francia, Brasil y Argentina abordando este problema a escala global, ya que si bien se ha descubierto que los microplásticos dañan la vida silvestre y las células humanas en laboratorio, se desconoce el verdadero impacto en la salud de las personas. 

Karla Pozo, investigadora de la Facultad de Ingeniería y Tecnología de la Universidad San Sebastián.

La amenaza de los COPs

Los llamados “Contaminantes Orgánicos Persistentes” son sustancias químicas tóxicas que afectan significativamente a la salud humana, animal y del medio ambiente en todo el mundo. Persisten durante largo tiempo y pueden acumularse y pasar de una especie a otra a través de la cadena alimentaria. Se derivan principalmente de plaguicidas y químicos industriales, y se caracterizan por su capacidad de transportarse a grandes distancias.

Se los ha asociado a un mayor riesgo de cáncer, trastornos reproductivos, alteración del sistema inmunológico, deterioro neuroconductual, alteración endocrina, y aumento de los defectos de nacimiento, entre otros.

La Dra. Pozo y sus colaboradores han estudiado el ciclo y destino de estas sustancias a lo largo de los ambientes chilenos, abordando actualmente desafíos como “la identificación de la fuente de los deshechos plásticos y productos químicos asociados que hemos hallado en las zonas costeras del centro de Chile”, señala.

En estos estudios se han encontrado, por ejemplo, residuos de retardantes de llama y pesticidas clorados adsorbidos en restos de plástico en la costa central, incluyendo el componente principal de la mezcla comercial “DecaPBDEs”, actualmente prohibida en el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes, firmado por Chile en 2003 y ratificado en 2005.

Así, existen diversas incógnitas por despejar, tales como el impacto real de la ingesta de microplástico a lo largo de la cadena alimenticia, y el rol que tendrían los residuos plásticos como transportadores de COPs. El nuevo conocimiento generado permitirá diseñar estrategias y ayudará a crear las políticas pertinentes para reducir estos contaminantes y sus impactos.

En esta línea, uno de los proyectos actuales de la Dra. Pozo busca cuantificar el intercambio de residuos plásticos y sustancias químicas entre la cuenca del río Biobío y la zona costera a nivel regional. 

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