La inteligencia ambiental nació como un concepto tecnológico, enfocado en crear entornos adaptativos e inteligentes mediante la integración de tecnologías. Con el reciente auge tecnológico, nos podemos maravillar con sistemas de denuncia ciudadana que aumentan nuestra inteligencia ambiental como ciudadanía. Un ejemplo de ello es la exitosa app China “Blue Maps”, que ha jugado un rol crucial en descontaminar Beijing.
Pero, en su esencia más profunda, la inteligencia ambiental es la alineación de la conciencia humana para integrarnos de manera más armoniosa con nuestro entorno.
Para entender mejor cómo opera, podemos utilizar el concepto de círculos de influencia, una herramienta que visualiza los diferentes niveles de acción y cambio en la existencia humana:
- Nivel Personal: El punto de partida donde cada individuo puede educarse sobre el cambio climático, optar por transporte sostenible (caminar, bicicleta, transporte público) y adoptar hábitos de consumo consciente.
- Nivel Doméstico: Donde implementamos prácticas sostenibles en el hogar, como la gestión de residuos, el ahorro de energía y agua, el compostaje doméstico y la adopción de principios de economía circular. En este sentido, la recientemente publicada guía De Economía Circular desde tu casa es un gran punto de partida.
- Nivel Social: Donde expandimos nuestro impacto compartiendo bienes materiales, enseñando sobre cambio climático, persuadiendo y apoyando a otros, o liderando iniciativas comunitarias. Por ejemplo, plataformas como Wikipedia han permitido visibilizar lugares naturales que luego han pasado a ser lugares protegidos.
- Nivel Organizacional: Como por ejemplo compartir ideas innovadoras, modificar procesos e implementar prácticas sostenibles.
- Nivel Público: En este nivel se encuentra el incidir en políticas públicas, por ejemplo a nivel local o nacional. Este nivel incluye participar en procesos democráticos y generar debate constructivo. Un buen ejemplo de diferentes ejemplos nacionales son las propuestas de ideas para implementación local que la Fundación Ecosur detalló en una guía Transición Socioecológica Justa desde la adaptación.
Pero, ¿Qué tienen que ver estos niveles o círculos de influencia con la inteligencia ambiental?
Si bien la inteligencia ambiental tiene raíces tecnológicas, su verdadero poder emerge cuando entendemos que el humano es quien incide en el ambiente a través de acciones personales, sistemas sociales, políticos o empresariales.
El cambio climático generará pobreza y menor calidad de vida. Eso significa que va a ser cada vez más difícil satisfacer nuestras necesidades. Por ello, es bueno destacar algunos ejemplos listados en esta guía.
Un ejemplo práctico de la guía de economía circular es colocar una botella llena de agua en el estanque del inodoro, lo que reduce el consumo de agua en cada descarga, ahorrando litros diarios de forma sencilla y económica. Por su parte, la guía de transición socioecológica destaca iniciativas como el proyecto «Solar Buin» en Chile, donde la instalación de paneles solares en un CFT ha permitido reducir su cuenta de la luz mientras generan energía limpia. Ambos casos demuestran cómo acciones concretas pueden tener un impacto significativo y a la vez ahorrar.
En definitiva, la inteligencia ambiental se multiplica en varias dimensiones cuando aplicamos la idea de círculos de influencia para abordar el cambio climático desde lo personal hasta lo público. Cada nivel ofrece un sinfín de oportunidades y recursos para implementar, cooperar y generar soluciones que, en conjunto, fortalecen nuestra inteligencia colectiva y preparan para un futuro que será más difícil e inestable.
