Desde 2015 a la fecha el proceso erosivo en las playas del litoral de Chile Central se ha acelerado,–pero el aumento se observa en playas desde la Región de Coquimbo a la Región de Biobío–, de acuerdo a estudios realizados por el centro científico FONDAP, CIGIDEN y otras universidades. El resultado es que hoy los ecosistemas costeros que incluyen costa, campos dunares y humedales, entre otros, se encuentran en una preocupante fragilidad.
Un nuevo informe llamado “Hacia una ley de costas en Chile: criterios y desafíos en un contexto de cambio climático”, advierte sobre la urgencia de levantar una nueva normativa que le otorgue a la “zona costera” y no solo al “borde costero”, una figura de proyección. El policy paper fue elaborado por científicos de CIGIDEN, Instituto de Geografía UC, Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales UC, y por el Secretaría Técnica de la Comisión Regional de Uso del Borde Costero en Biobío.
El policy paper fue lanzado durante el seminario “Borde Costero en Chile: desafíos para una nueva forma de gobernanza de la costa en un contexto de cambio climático”, donde asistieron senadores de la República, científicos y representantes de ONGs. “Este documento debe ser el puente para a nueva gobernanza y que ponga en tela de juicio lo que entendemos hoy por borde costero”, planteó el senador Ricardo Lagos W., que junto con la senadora Carolina Goic, y la investigadora de CIGIDEN y de Geografía UC, Carolina Martínez, participaron de una mesa de discusión.
Menos costas, más exposición
El impacto del oleaje extremo y de las marejadas, que son cada vez más frecuentes y más intensas debido al cambio climático, sumado al uso no sustentable de la costas, incluyendo extracción de áridos, la construcción de viviendas y servicios turísticos, más la intervenciones sostenidas que se han realizado en humedales y cuencas de ríos costeros, se encuentran entre la razones de su estado actual.
“Hablamos de una morfología diversa a lo largo de todo Chile, con ecosistemas únicos, y diversidad de especies que muchos aún desconocen. Es justamente esa zona que hoy en el contexto de cambio climático y aumento de eventos extremos, como marejadas, es que vemos que muestra signos de erosión irreversible”, explica Carolina Martínez, una de las autoras del informe. Rodrigo Cienfuegos, director de CIGIDEN, complementó durante su presentación, que “existe evidencia científica sobre la importancia de sistemas naturales en la costa para la disminución del riesgo de desastres como los tsunamis”.
Por es razón, es imperativo sostiene la geógrafa UC, revisar la Política Nacional de Uso del Borde Costero (PNUBC), que ya cumplió 25 años, y especialmente la figura de protección de “borde costero”. “Esta figura de protección incluye 200 metros desde la línea de marea, es decir, deja sin protección humedales costeros y campos dunares. Se requiere por lo tanto, una Ley de Costas, que resuelva los problemas de figuras individuales de protección y permita, entre otras cosas, contar con instrumentos de planificación territorial a nivel local”, plantea.
El informe entrega, además, un diagnóstico sobre la protección actual de la costa e insta a trabajar en una gestión integrada de las costas desde los municipios costeros. Es decir, que permita la gobernanza efectiva y sustentable de la costa, y asegurar actividades que no impacten en los procesos naturales de recuperación de la playas y del ecosistema costero en general. De acuerdo, al senador Kenneth Pugh, en “Chile tenemos 83 mil kilómetros de borde costero, pero cómo mitigamos el riesgo en un territorio tan extenso es un gran desafío. Crecer en equilibrio y con mejores políticas públicas para ser la mejor respuesta”.
Planificación territorial
La nueva normativa de protección de borde costero, plantea el informe, debe contener instrumentos de planificación territorial que promuevan su conservación y transformación sostenible. “Relevar el concepto de zona costera; establecer una metodología de zonificación; y por último, articular la zonificación costera de manera efectiva con los Instrumentos de Planificación Territorial, especialmente a nivel local”, sugieren los autores del policy paper, muchos de los cuales forman parte del nuevo Observatorio de la Costa que reúne a científicos y representantes de ONGs, para la conservación de estos ecosistemas.
Sin esa protección, advierte Carolina Martínez de CIGIDEN, existen sectores en playas en el litoral central y en el resto del país, que podrían eventualmente desaparecer, como pasó en Cartagena en la región de Valparaíso. “Lo que hemos observado es que el ciclo de recuperación estacional de la arena costera está alterado. La estabilidad climática de cada verano permitía los proceso naturales de recuperación de la arena, sin embargo, las marejadas que hemos tenido prácticamente en los últimos años, más el impacto antrópico, impiden que los campos dunares y el sedimentos de los ríos aumenten la arena en nuestro litoral”, advierte.
La fragilidad de la costa tendrá impactos a nivel turístico en todo Chile, pero también hay numerosos efectos ecosistémicos que recupercutirán en las comunidades aledañas. “El estrés de las marejadas y otros fenómenos asociados al clima, repercute en los procesos adaptativos de los organismos que habitan la costa. Pero esa erosión también nos hace más vulnerables a la acción de eventos extremos como los tsunamis. Estos tendrán mayor capacidad de destrucción, aumentando el daño en infraestructura y en víctimas fatales”, concluye Carolina Martínez.