En un hecho histórico, representantes de gobiernos de todo el mundo comenzaron hoy a analizar y negociar en la sede de las Naciones Unidas en Nueva York fórmulas que permitan entregar protección efectiva y duradera a los océanos del planeta. Las negociaciones son resultado de un proceso de una década y podrían concluir en 2020.
El encuentro es el primer intento para llegar a un acuerdo que permita el cuidado de los llamados “océanos globales”, aquellos ubicados más allá de las 200 millas de las costas de los países. De hecho, estas aguas cubren más de 230 millones de kilómetros cuadrados y corresponden a un área más grande a las de todos los continentes juntos.
Para reclamar su protección, hoy activistas de Greenpeace hicieron volar a una tortuga gigante en las inmediaciones de la sede de la ONU en Nueva York mientras, dentro del recinto, se iniciaban las negociaciones del tratado. La figura representó la icónica biodiversidad marina fue llevada en botes desde el Río Este, junto a una pancarta con el mensaje: «¡Nuestros océanos necesitan un tratado global!».
“Se trata de un momento y una reunión histórica que ayudará a definir el cuidado que el mundo dará a estos espacios marinos que pertenecen a toda la humanidad. En ese sentido, el aporte y compromiso que haga Chile en el encuentro será clave para avanzar hacia el objetivo de lograr un tratado global oceánico”, explicó desde Nueva York Estefanía González, coordinadora de la campaña de océanos de Greenpeace Andino.
El tratado es crucial porque hoy no existen normas internacionales para proteger a la gran mayoría de los océanos globales, pero sí bastantes para explotarlos, y solo el 1% de los océanos mundiales está protegido actualmente. La ONG ambientalista señaló que los océanos del mundo están siendo sometidos a distintas presiones y amenazas, la mayoría de ellas producto de la acción humana como la sobrepesca y el cambio climático. Por eso se hace urgente que, al menos, el 30% de los mares estén protegidos en 2030.
“Océanos protegidos significan una mejor salud para todo el planeta. Además, permiten la protección de la fauna, significan una contribución efectiva para combatir los efectos del cambio climático y también permiten garantizar la seguridad alimentaria del planeta. La ecuación es simple: sin azul no hay verde”, dijo Estefanía González.