¿Hemos vivido en la última década una de las peores sequías de la historia?, ¿se ha repetido el ciclo en períodos anteriores?, ¿realmente el clima era menos seco en tiempos de nuestros padres o abuelos?
Preguntas de este tipo son habituales ahora que el cambio climático ha adquirido un protagonismo sin precedentes, pero no es sencillo responderlas. Se requiere analizar mucha información, y los registros de caudal de ríos o de temperatura rara vez se remontan más allá de los 100 años.
De ahí que los científicos han tenido que buscar alternativas para lograr una respuesta. Es el caso de Ariel Muñoz, investigador del laboratorio de Dendrocronología y Estudios Ambientales de la U. Católica de Valparaíso, quien logró reconstruir matemáticamente los caudales de los ríos Maule, Biobío y Puelo en los últimos 400 años (500 años en el caso del Biobío) gracias a la información del análisis de los anillos de crecimiento de distintas especies de árboles.
“Estos responden a las mismas variables de crecimiento que los ríos. Mientras los árboles necesitan para crecer temperatura y humedad, los caudales están regulados por las precipitaciones y el derretimiento de los hielos”, explica Muñoz, quien trabajó en la investigación con datos propios y otros obtenidos por investigadores del Centro para el Clima y la Resiliencia (CR2), al cual también pertenece.
Gracias a la información obtenida llegó a la conclusión de que desde 1950 la ocurrencia de sequías se ha acelerado, ya que son más prolongadas y se suceden en menor tiempo que en todo el promedio de los más de 400 años analizados. “Estos períodos extremos están entre los más secos de los últimos cuatro o cinco siglos”, sostiene. Los resultados aparecieron en la revista Climate Dynamics.
Menos agua
“Antes pasaban más de 40 años entre un episodio de sequía y otro. Ahora se presentan aproximadamente cada diez y en algunos casos incluso menos tiempo”, sostiene.
El caudal promedio de los ríos evaluados acusa la merma. El del los tres ríos ha descendido en los últimos 60 años, pero en particular en la última década en un porcentaje aproximado de 30% respecto del promedio de los 500 años del estudio.
Pero hay un período más extremo aún y que se presentó hacia 1680. En ese momento, la baja del caudal llegó hasta 50%, pero por un tiempo muy corto.
La diferencia es que el período que llevamos ahora de bajos caudales ha sido el más prolongado y eso es lo que más afecta, dice el investigador.
Muñoz destaca que saber de la existencia de eventos aún más secos, como la sequía de 1680, nos da una idea de cuán vulnerables son los sistemas hídricos.
“Los ríos podrían traer en el futuro mucho menos agua que hoy, y no tenemos un sistema de repartición adaptado para ello, porque el vigente está calculado en función de los caudales actuales”, advierte.
Investigaciones
El equipo de Ariel Muñoz analizó los anillos de crecimiento de las araucarias del Alto Biobío porque se trata de árboles con un alto estrés hídrico, es decir, cualquier cambio en las condiciones de humedad es expresado en su crecimiento. En el caso de la cuenca del río Maule, la investigadora Rocío Urrutia empleó como modelo el ciprés de la cordillera, mientras que en la cuenca del Puelo, el ecólogo Antonio Lara trabajó con el ciprés de las Guaitecas. Ambos son científicos de la U. Austral.
Fuente: El Mercurio