El olor y el derecho a respirar un aire limpio

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De los cinco sentidos del ser humano, el olfato quizá sea el menos considerado a la hora de determinar los agentes contaminantes que dañan nuestro organismo, y a ello podría responder el hecho de que Chile no cuenta con una norma que sancione de manera tajante el olor como contaminante del ambiente en que vivimos y crecen las nuevas generaciones.

El tema de los “malos olores”, o si se quiere ver como “olores molestos”, se ha transformado en una verdadera batalla de diversas comunidades que día a día se ven enfrentadas a este tipo de contaminación, debido a una falta de legislación donde las empresas se sienten libres de no tomar el mínimo resguardo para no generar este problema, que en la mayoría de los casos convierte el lugar en una zona inhabitable.

Dentro de los diferentes tipos de contaminantes que existe, el referido a los olores ha tomado especial relevancia a partir de las molestias y efectos adversos que éste puede producir en las personas o en el medio ambiente, haciendo difícil la convivencia pacífica entre los representantes de variados intereses.

¿La razón? las empresas, particularmente las vinculadas al tema de la basura, no han logrado buscar una fórmula que les permita equilibrar una buena calidad de vida de las personas que forman parte de una comunidad con el desarrollo de sus proyectos económicos.

Sobre este punto, se desconoce por ejemplo la cantidad de residuos que llegan a los basurales y que operan fuera de la legalidad, cuya existencia se ha incrementado con el paso de los años. De hecho, sólo en la Región Metropolitana, el Ministerio del Medio Ambiente detectó hace dos años 73 vertederos ilegales que se extendían por 400 hectáreas de superficie, además de otros 600 microbasurales.

En octubre del año pasado, planteé en la sala del Senado el caso de la provincia de Chiloé. Específicamente, expuse sobre la comuna de Ancud que está experimentado serios problemas con la disposición de sus residuos domiciliarios, lo que ha obligado a la comunidad a convivir con malos olores. Ésto, porque frente al fracaso del proyecto de relleno sanitario provincial para Chiloé, que originalmente se construiría en Castro y que en marzo de este año colapsara el vertedero ubicado en Huicha, el gobierno determinó de modo unilateral la instalación de un relleno sanitario provisorio en el Fundo Los Millanes de San Antonio de Huelden, al norte de la ciudad de Ancud.

Desde un comienzo, la comunidad se opuso a esta idea y se manifestó con fuerza en contra del proyecto, y lejos de atender sus demandas, la autoridad hizo ver el malestar como un pequeño grupo que defendía determinados intereses particulares. Sin embargo, los argumentos para rechazar la instalación del relleno en ese lugar son mucho más profundos, porque aquí está en juego la existencia de áreas de conservación de la naturaleza y, no menos importante, la condición de territorio ancestral para las comunidades originarias del sector. Y así lo expuse a las autoridades pertinentes.

No podemos enfrentar los problemas del siglo 21 con soluciones del siglo 20. No se puede planificar una intervención de esta naturaleza sin considerar a las comunidades afectadas, sean originarias de campesinos o pescadores, ni desatender los argumentos científicos de las instituciones que llevan años trabajando en ese territorio, como ocurre con Senda Darwin.

Lamentablemente, este es uno de tantos casos que se han registrado a lo largo de la franja chilena y por ello se hace urgente legislar sobre la contaminación por olores. En ese sentido, espero que la Comisión de Medio Ambiente del Senado coloque en tabla a la brevedad y trámite con celeridad el proyecto de ley sobre bases generales que reconoce expresamente el olor como agente contaminante.

La normativa establece la obligación de elaborar estudios de impacto ambiental cuando los proyectos o actividades presentes contaminan las zonas en que se instalarán. Lo que se busca es introducir en la norma definiciones más estrictas que señalen que el olor también puede ser un agente contaminante. Resulta fundamental establecer el concepto de “olores molestos” como aquellos susceptibles de afectar la calidad de vida de una o más personas, o elementos del medio ambiente, en conformidad con las regulaciones establecidas.

Como señalé al inicio de esta columna, el olfato es uno de los sentidos más olvidados, pero no por eso menos importante para que las comunidades estén libres de contaminantes que pueden, literalmente, terminar enfermándolas.

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