Día Nacional del Medio Ambiente: Cómo pasamos del blablá a las soluciones

Tenemos un desafío inmenso como humanidad. La crisis climática y ecológica es el mayor problema que vivimos en este siglo y necesitamos afrontarlo de manera ambiciosa, potente y radical. Fue nuestra forma de desarrollarnos la que nos trajo a este punto de inflexión, y por eso debemos apuntar a un nuevo desarrollo más moderno, resiliente, justo.

Créditos: France 24

Hace unos días la joven activista climática, Greta Thunberg, lo hizo de nuevo. En el marco del evento Youth4Climate (Juventudes por el Clima) realizó un polémico discurso donde hace un encaró a los Gobiernos y tomadoras/es de decisiones de todo el mundo.

Isabella Villanueva, presidenta de CEUS Chile

“No hay planeta B. No hay planeta blá. Bla bla blá. Esto no se trata de caras campañas verdes y políticamente correctas con bailecitos o bla bla blá. Reconstruir mejor y bla bla blá. Economía verde, carbono neutralidad al 2050, bla bla blá (…) Esto es todo lo que oímos de nuestros llamados “líderes”. Palabras. Palabras que suenan genial, pero hasta ahora no han llevado a ninguna acción. Nuestras esperanzas y sueños se ahogan en sus palabras y promesas vacías. Claro que necesitamos el diálogo constructivo, pero ellos ya llevan 30 años de bla, bla, blá y ¿Dónde nos han llevado?”

Sin duda un discurso que se suma a su lista de famosas intervenciones en cumbres mundiales. Greta, sin titubear, ha encarado a las y los líderes que hoy han llenado de metas, compromisos y campañas una supuesta acción climática que sigue alejándonos de la meta del 1.5°C. Y tiene razón en hacerlo.

Hace unas semanas la ONU Cambio Climático publicó un informe con la síntesis de las NDC (sigla en inglés de las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, que contienen los compromisos climáticos de los países y se actualiza cada 5 años, mandatadas por el Acuerdo de París). Este informe es -por lo bajo- preocupante: los países tienen que doblar sus esfuerzos urgentemente para evitar que la temperatura aumente por sobre los 2°C con respecto a los niveles preindustriales (ya estamos rondando el 1,1°C de aumento).

Tenemos un desafío inmenso como humanidad. La crisis climática y ecológica es el mayor problema que vivimos en este siglo y necesitamos afrontarlo de manera ambiciosa, potente y radical. Fue nuestra forma de desarrollarnos la que nos trajo a este punto de inflexión, y por eso debemos apuntar a un nuevo desarrollo más moderno, resiliente, justo. La transición hacia un nuevo modelo debe hacerse sin dejarse a nadie atrás, debe hacerse en conjunto con aquellos grupos que han sido sistemáticamente afectados y marginalizados de la discusión, como los países en vías de desarrollo, los grupos vulnerables, las mujeres, niños, niñas, adolescentes, jóvenes y pueblos indígenas.

Hoy celebramos un nuevo Día Nacional del Medio Ambiente, en medio de una crisis que no da tregua, en medio de eventos hidrometeorológicos extremos, megasequías, inundaciones, derretimiento de glaciares y tantos más. Ya conocemos los efectos, ya conocemos las consecuencias, ya conocemos los motivos, así que es hora de centrarnos en las soluciones.

Pero… ¿Cuáles son? Fin al uso de combustibles fósiles, transitar a una matriz energética (mundial) limpia, movilizar recursos hacia los países más vulnerables, desarrollar la adaptación y resiliencia en nuestras comunidades, incorporar una visión de género y justicia climática, cambiar el modelo de producción. Todo esto se engloba en una nueva gobernanza climática internacional. Los países desarrollados deben asumir su responsabilidad histórica en esta crisis, reducir drásticamente sus emisiones y movilizar los recursos necesarios (¡aún tenemos una brecha de 20.000 millones de dólares!).

La mejor forma de conmemorar este día es comprometiéndose con la meta de los 1,5°C (de verdad). Y para eso, nosotras y nosotros, como ciudadanía también jugamos un rol fundamental: votar por líderes y liderezas políticas que lo hagan. Estamos en un momento crucial y es tarea de todas y todos estar a la altura. Desde las urnas o nuestras acciones individuales hasta los compromisos nacionales o las negociaciones internacionales.

No desaprovechemos nuestra -probablemente- última oportunidad.

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