El 9 de septiembre de cada año, se celebra en todo el mundo el Día Mundial de la Agricultura, el cual se instaura como un reconocimiento a una de las labores más antiguas del mundo y a aquellas personas que cultivan la tierra con el fin de producir alimentos para satisfacer las necesidades de alimentación mundial.
Este 2021 ha sido un año especial para nuestra agricultura, en muchos países se están normalizando lentamente las actividades luego de la pandemia por COVID-19, la cual nos obligó a detenernos y cuestionar nuestro ritmo de vida, reconociendo la importancia de aquellas actividades esenciales para nuestra sociedad, entre ellas, la agricultura. Por otra parte, este 2021 en Chile, enfrentamos los adversos efectos del cambio climático, reduciendo considerablemente el régimen pluviométrico de zonas tradicionales de producción agrícola, lo que afectó principalmente a los pequeños agricultores que trabajan nuestra tierra y que son una importante fuerza laboral de nuestro país.
De acuerdo con el último censo agrícola realizado en 2007, el 93% de los agricultores de nuestro país son pequeños agricultores, donde un 19,6% posee predios entre 20 y 100 hectáreas y el 73,4% posee predios de un tamaño inferior a 20 hectáreas, muchos de ellos considerados dentro la Agricultura Familiar Campesina (AFC), que nos abastece con el 54% de la producción de hortalizas, más del 40% de cultivos anuales y flores, y el 30% de las viñas viníferas. En rubros pecuarios, es responsable del 94% de la producción caprina, un 76% de la producción de miel y un 54% de las existencias de bovino (ODEPA 2019).
Para el año 2050 se prevé que la población mundial alcance los 9.700 millones de personas, aumentando en más de 50% la demanda de alimentos en el mundo, lo que implica un desafío gigante para la agricultura mundial, considerando a su vez, que esta mayor demanda por alimentos será en condiciones de limitación de suelos cultivables y de agua disponible, siendo imperativo, de acuerdo a indicaciones del Banco Mundial una reasignación del agua en las regiones con estrés hídrico que oscile entre un 25 % y un 40 %, proveniente principalmente desde la agricultura debido a su elevada participación en el consumo de agua, la que supera el 72% para uso consuntivo de Chile.
Por lo antes mencionado, es necesario acelerar la tecnificación de nuestra agricultura y contar con nuevos profesionales y técnicos que colaboren con la modernización de los sistema de producción agrícola, que además de aportar un acabado conocimiento en materias productivas y ambientales, posean un elevado estándar ético y sean conscientes de la responsabilidad social entorno a la agricultura, la cual contribuye al desarrollo de las sociedades, generando empleos y oportunidades para una importante parte de la población y que es la base de la alimentación para la supervivencia humana.