Ciencia, clima, naturaleza, saber ancestral y futuro

Para diseñar e implementar las transformaciones profundas y sin precedentes que requerimos para resolver las múltiples crisis de esta civilización alienada es fundamental la inclusión de los saberes ancestrales y los conocimientos locales.

Suelo

De acuerdo a las evidencias acumuladas a través del conocimiento científico, la Tierra se ha alejado rápidamente de una trayectoria en la que pueda ser considerada como un lugar seguro para la humanidad en los últimos diez años. La erosión de la costa, inundaciones por el incremento en el nivel del mar, la contaminación, la degradación de la tierra, las sequías, los desastres naturales y la imposibilidad de cultivar alimentos son las causas de este fenómeno, que ya viene ocurriendo desde mediados de la década de los ‘90s, con 25 millones de migrantes por causas ambientales.

Al menos 200 millones de personas podrían verse obligadas a migrar porque el lugar donde habitan deja de contar con las condiciones seguras para su existencia. La evidencia científica nos señala que para lograr detener la trayectoria de autodestrucción de la civilización tenemos que incorporar cambios profundos y sin precedentes en todos los aspectos de la sociedad.

Necesitamos reducir las emisiones asociadas a la industria, transporte, zonas urbanas, infraestructura, el uso de la tierra, energía, agricultura y pesca. Sin embargo, la deforestación y destrucción de ecosistemas naturales siguen avanzando sin precedentes, generando pérdidas de la biodiversidad que sostiene nuestra propia vida, al tiempo que especies invasoras se expanden sin control. Las emisiones de gases con efecto invernadero continúan incrementando y las principales actividades económicas mantienen su dependencia intensiva hacia los combustibles fósiles.

La evidencia científica nos indica también que la adaptación basada en ecosistemas, en la restauración de ecosistemas, en evitar la degradación de ecosistemas naturales y la deforestación, en el manejo sostenible de la biodiversidad y en la pesca sostenible. Sin embargo, nuestra experiencia no es suficiente. Para diseñar e implementar las transformaciones profundas y sin precedentes que requerimos para resolver las múltiples crisis de esta civilización alienada es fundamental la inclusión de los saberes ancestrales y los conocimientos locales.

En los saberes ancestrales están las respuestas a las preguntas sobre qué hacer y qué dejar de hacer para detener esta trayectoria acelerada hacia un futuro aún peor que el escenario global actual, caracterizado por la desigualdad, la pobreza, la esclavitud y el trabajo infantil, el hambre, la obesidad, la pandemia, el consumismo, el desperdicio, la contaminación, la violencia, la insatisfacción y la codicia, donde el 1% más rico del mundo produce más del doble de las emisiones de la mitad más pobre de la humanidad.  

Tenemos una ventana de tiempo hasta el año 2030 para evitar que el clima terrestre se desestabilice y siga una trayectoria que amenace aún más la existencia de la humanidad en la Tierra. Las niñas y niños del mundo lo saben, y exigen que los adultos reaccionemos ahora al riesgo existencial al que los estamos exponiendo. Es urgente el respeto hacia los ecosistemas naturales y permitir la regeneración de los ecosistemas que están degradados. Es imperioso que aprendamos a transformar nuestros impactos en aportes a la sociedad y a la naturaleza viviendo de maneras sostenibles y regenerativas. Dejar de lado las actividades económicas dependientes de los combustibles fósiles y fortalecer las economías locales a escala humana.

Escuchemos y aprendamos de quienes cuentan con la sabiduría ancestral acumulada y traspasada de generación tras generación. Esa sabiduría ancestral es la llave para un futuro mejor para todas y todos.

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