Silencio ambiental

Plaza Mayor de Madrid, España. Fuente: El Español

Al principio de esta pandemia por el coronavirus (Covid-19) pudimos ver como grandes ciudades quedaban completamente vacías, lugares íconos como la Plaza Mayor de Madrid o la San Marco de Venecia sin gente, eran fotografías impensadas un tiempo atrás. Incluso la ciudad que no duerme, Nueva York nos mostró un Times Square desierto, que parecía una escena de película de ciencia ficción o del holocausto más que una imagen real. Para mí al ver cómo el mundo se replegaba a sus hogares, fue inevitable no pensar en el ruido, o más bien en el silencio.

El ruido ambiental está directamente relacionado con la actividad humana, por lo que con la baja o nula presencia de personas en el exterior, sólo bastaría medir para comprobar menores niveles de ruido en las ciudades. Ya habíamos tenido resultados a la baja con nuestra red de monitoreo midiendo niveles nocturnos el pasado octubre con los primeros toques de queda pos estallido social.

Con la pandemia se produjo algo similar, y mayor. Pudimos comprobar una impresionante baja de 6 decibeles en promedio, lo que significa una disminución de un 75% en los niveles de ruido en Santiago. Incluso se verificaron bajas de hasta 10 decibeles en periodo nocturno. Esto principalmente por el menor (o nulo) flujo de tránsito que tuvo un impacto de gran magnitud en el ruido de nuestra capital. Y no solo en Santiago, si no también en la mayoría de las ciudades de Chile y del mundo donde también se dio esta “ola de silencio”.

Conversaciones cotidianas, principalmente digitales, comentaban sobre la percepción de un cambio de escenario, un “domingo eterno” como leí en redes sociales o un amigo santiaguino que estaba seguro de que podía escuchar el mar. Pero no fuimos sólo nosotros los que nos dimos cuenta del menor ruido, una mayor presencia de fauna en medio de las ciudades fue otro fenómeno que se produjo por estas ciudades que callaban.

Todo esto me llevó a pensar en que tal vez esta emergencia sanitaria ha tenido otros coletazos positivos además de la baja de niveles de contaminacion atmosférica o la aparición de especies en sectores dominados por los humanos. Este grito del silencio, que se dio por esta obligada reclusión por la pandemia, es otro de los efectos que deberíamos intentar perpetuar y que no sólo fueran una anécdota.

Si bien no vivimos un escenario normal, deberíamos aprovechar la oportunidad de valorar los niveles de ruido adecuados para nuestro descanso. Ojalá escuchar la ciudad más silenciosa en esta pandemia nos permita darnos cuenta de que exponernos a este contaminante invisible no es bueno ni para las personas, ni para la fauna, ni para el planeta.

Debemos tomar esta situación como una oportunidad, afinar nuestro oído y entender el ruido ambiental como un desafío que debemos abordar, tal como lo han hecho las municipalidades de Independencia y Providencia que han emitido nuevas ordenanzas municipales sobre ruidos molestos estos ultimos días.  

Este miércoles 29 de abril justamente se conmemora el Día Internacional de Conciencia sobre el Ruido, precisamente para hacer una difusión anualmente de esta problemática. Y ese es el mensaje: tomar conciencia y no descansar en esta lucha contra el ruido ambiental!

Más información en https://ruido.mma.gob.cl/

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